Vuelta del régimen talibán, vuelta de las mujeres afganas a la "cárcel" de partida
- Se desvanecen los avances que vieron las mujeres en las últimas dos décadas | Sigue la última hora de Afganistán en directo
- Desde Kabul llegan a España mensajes de "desesperación" de quienes, además de atemorizadas, se sienten "abandonadas"
Nadie que conozca la realidad de Afganistán lo duda. Toda la población civil está ya sufriendo el duro golpe que supone la victoria de los talibanes, pero serán las mujeres las grandes víctimas de esta lamentable vuelta al pasado. Ellas, que habían vivido pequeños avances sociales en las últimas dos décadas, vuelven a situarse en el punto de partida: sus derechos, de nuevo encarcelados.
"En todas las guerras las mujeres son las grandes víctimas pero en esta situación más, porque aquí hay una suma de muchas cosas: de ignorancia, de desconocimiento y de violencia", afirma Nadia Guhlan, educadora social y escritora, en una entrevista con RNE.
Ella, que dejó Afganistán hace 15 años para intentar curarse las heridas físicas y emocionales de una bomba, mira ahora con enorme preocupación lo que está ocurriendo tras el ascenso al poder de los talibanes: "Siento mucha impotencia. No puedo hacer nada. Esto no es una vida, es una tortura para mí", confiesa la joven tras relatar la desesperación que sienten las mujeres de su familia. Su madre, entre lágrimas, le contaba este domingo que se teme lo peor y su prima, que es viuda, no sabe cómo podrá sacar a dos niños pequeños adelante ella sola.
“Siento mucha impotencia. No puedo hacer nada. Esto no es una vida, es una tortura para mí“
Hasta ahora, y con algunas trabas, las mujeres podían trabajar y gozar de independencia en Afganistán, pero parece claro que el regreso de los talibanes volverá a relegarlas a una labor doméstica, como sucedía antes de la invasión estadounidense cuando el grupo extremista las sometió a un régimen de humillación y terror.
Mujeres escondidas o huyendo de sus casas en Kabul
Alrededor de 3,5 millones de niñas asistían en el último año a la escuela, más del 25 % de los miembros del Parlamento son mujeres, y casi el 30 % de las empleadas en las instituciones de la administración pública; algunas de ellas, incluso, ocupan cargos de alto nivel como ministras y embajadoras de las principales misiones extranjeras.
Ese periodo de luz se apaga y con gran probabilidad da paso a uno infinitamente más oscuro que ya conocieron -y padecieron- las mujeres afganas. Cuando los talibanes gobernaron entre 1996 y 2001, la mujer tenía prohibido pisar las escuelas a partir de los 8 años porque la educación era cosa de hombres. Estaban obligadas a cubrirse el cuerpo con un burka, solo podían salir de casa en compañía de un varón y, si se saltaban las normas misóginas imperantes, podían ser azotadas de manera pública o, incluso, verse condenadas a la lapidación.
La periodista Mònica Bernabé, que fue corresponsal en Afganistán durante casi ocho años y que también trabaja en la defensa de los derechos humanos, asegura en una conversación con RTVE.es que los mensajes que le llegan desde Kabul son de "absoluta desesperación" y afirma que numerosas mujeres se están ocultando o huyendo de sus hogares. De hecho, es difícil contactar con ellas porque en sus escondites no tienen electricidad y se aferran a la poca batería que tienen en sus teléfonos móviles como un seguro de vida.
"He hablado con algunas mujeres que encabezaban asociaciones de mujeres, y también he hablado una diputada del parlamento, y o están escondidas o han huido de sus casas y se han ido a otro sitio más discreto. No saben qué va a pasar con ellas, porque ven difícil ser evacuadas, aunque lo han pedido, y no tienen idea de cómo actuarán los talibanes", explica Bernabé.
“No necesitamos bonitas declaraciones, necesitamos acciones bonitas de la comunidad internacional“
Kobra, una activista afgana por los derechos de las mujeres que ha hablado con RTVE desde Kabul, donde reside actualmente, confirma el estado de miedo en el que se encuentran instaladas. No se aportarán más datos sobre ella, para proteger su identidad, pero su mensaje también es contundente: "No necesitamos bonitas declaraciones, necesitamos acciones bonitas de la comunidad internacional", afirma la joven, que pertenece a la etnia hazara, minoritaria en Afganistán y perseguida por los talibanes.
Después de haber trabajado para el Gobierno afgano y para diversas ONG, asegura estar asustada y teme que, si no consigue salir del país, tendrá que irse de Kabul a algún otro sitio a esconderse. También sabe que no podrá seguir trabajando y, de hecho, mantiene un perfil laboral bajo desde hace un tiempo por miedo a sufrir atentados.
"Muchas personas han sacrificado sus vidas en estos años por la paz, por los derechos de las mujeres, por la participación política. Es realmente duro que la comunidad internacional deje todos los sacrificios que han hecho los afganos y también los internacionales, es realmente duro e increíble", critica la joven, que es originaria de Herat, donde se presentó al consejo municipal y fue la candidata más joven.
Se sienten abandonadas por su Gobierno y por la comunidad internacional
Además, Kobra estuvo en Irán refugiada junto a sus padres durante el anterior régimen de los talibanes, por lo que tiene motivos suficientes para advertir que el "el terrorismo" se "asentará en Afganistán" y terminará afectando a todo el mundo.
Desde su punto de vista, la situación actual puede responder a "un plan establecido previamente entre los talibanes y el Gobierno" y pide ayuda: "Los logros de estos años no son sostenibles, los valores democráticos, los derechos de las mujeres y los logros de las mujeres son frágiles. Necesitamos a la comunidad internacional quizás por una década más".
También Bernabé confirma que las afganas sienten "que la comunidad internacional las ha dejado totalmente tiradas". "De eso se están lamentando mucho. Nunca se hubieran imaginado que todas esas embajadas con las que tanto habían hablado, después ni tan siquiera las llamarían para intentar evacuarlas del país", cuenta la periodista.
Guhlan, además de constatar esta sensación de abandono, también carga contra el gobierno legítimo, después de que el presidente, Ashraf Ghani, huyera este domingo del país, lo que precipitó la toma de Kabul por parte de los talibanes y aceleró los planes de evacuación del personal diplomático extranjero que ya estaban en marcha por parte de muchas naciones.
"El Gobierno ha cogido sus cosas y se ha ido sin despedirse. ¿Qué pasa con los afganos, con familias como la mía?”, se pregunta la joven, que en el anterior régimen talibán tenía que vestirse de hombre para poder estudiar.
Para ella la llegada de esta nueva era extremista "se veía venir", como también apunta la periodista Pilar Requena, directora de Documentos TV, de TVE, y autora del libro ‘Afganistán’.
"Era de esperar que los talibanes iban a avanzar en cuanto los norteamericanos y las pocas tropas internacionales que quedaban se fuesen. De hecho, llevan avanzando prácticamente desde 2005 y sobre todo desde 2014, cuando se fue el grueso de las tropas internacionales. Quizá ha sorprendido un poco la rapidez, porque tenían la estrategia muy bien montada (...) pero no nos engañemos, tenían ocupada gran parte de las zonas rurales. Faltaba avanzar sobre las capitales de provincia, que es lo que han hecho esta semana", explica Requena.
No creen en la supuesta "moderación" de los talibanes
Un estudio de ONU Mujeres denomina la segregación sistemática de la sociedad afgana durante el anterior régimen talibán como un “apartheid de género”, pues a las mujeres no solo se les impedía estudiar o trabajar; tampoco podían hablar en voz alta o reír en la calle, ya que ningún extraño debía escuchar la voz de una mujer.
Afganistán ya era en 2011 el peor país donde una mujer podía vivir, según una encuesta de la fundación Thomson Reuters, y ahora todo apunta a que la situación para ellas solo podrá empeorar.
Durante estos últimos años, los talibanes han tratado de lavar su imagen, hasta el punto de que uno de los representantes en las negociaciones de paz con el Gobierno, Suhail Shaheen, ha asegurado a la cadena británica BBC que su intención es que las mujeres sigan teniendo acceso a clases y empleos.
"Respetaremos los derechos de las mujeres", ha prometido este portavoz, que sin embargo ya ha anticipado algunas restricciones, como que por ejemplo las mujeres deberían vestir al menos hiyab, un tipo de velo que cubre al menos la cabeza y el pecho y deja el rostro al descubierto.
También han tratado de desmentir los talibanes las informaciones sobre supuestos abusos contra las mujeres en las zonas que han ido conquistando en estos últimos días, si bien desde la ONU, su Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, advirtió la semana pasada de que las informaciones que llegaban del país asiático eran cuanto menos preocupantes.
Ni Guhlan ni Kobra creen en esas promesas de "moderación" de los radicales. La primera vive en la distancia como una "tortura" cada noticia que llega desde su país natal y la segunda ve desde muy cerca la desgracia.
Tampoco Bernabé duda de que el "encarcelamiento" social de la mujer se avecina, pero, a pesar de conocer en profundidad la historia del país, desconoce qué nivel de infortunio le espera próximamente.
"En Afganistán siempre es imprevisible lo que puede ocurrir, siempre lo ha sido, y más en estos momentos, nadie tiene ni idea de lo que va a ocurrir. No sabemos cómo van a actuar los talibanes, que ha quedado demostrado que son mucho más listos de lo que imaginábamos, y está la situación en manos de Estados Unidos. Ahora el aeropuerto está controlado por sus tropas, los únicos controladores aéreos que existen en el aeropuerto son militares estadounidenses, pero en cuanto se vayan los norteamericanos el aeropuerto ya queda directamente inhabilitado en Afganistán", explica la periodista.
Este domingo, el secretario general de la ONU, António Guterres, también se ha mostrado "seriamente preocupado" por los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán y ha subrayado que "deben ser protegidos".
Mientras tanto, reconocidas periodistas y escritoras españolas decidieron impulsar este domingo un manifiesto en el que hacen un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que se mantengan abiertas las fronteras de Afganistán y salgan del país todas las personas que lo deseen, en especial las mujeres que, por el simple hecho de serlo, "suman una crueldad intolerable y adicional a la que padecen los afganos de cualquier condición".
Las periodistas Gabriela Cañas, presidenta de la Agencia EFE; Soledad Gallego-Díaz, Rosa Montero y Maruja Torres firman este documento feminista, escrito en español, inglés y francés, que ha contado con la colaboración de la asociación para la igualdad de género en la cultura, Clásicas y Modernas.