Afganistán, una economía al borde del colapso: precios disparados, moneda devaluada y ayudas bloqueadas
- La toma de Kabul por los talibanes no ha hecho más que empeorar la ya precaria situación de la economía de Afganistán
- Se trata de un país donde siete de cada diez ciudadanos viven en la pobreza, a pesar de su alta riqueza de minerales
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La toma de Kabul por parte de los talibanes durante el pasado fin de semana no ha hecho más que empeorar la ya precaria situación de la economía de Afganistán, un país donde siete de cada diez ciudadanos viven en la pobreza. La falta de suministros ha disparado los precios, su moneda -el afgani- se ha desplomado a mínimos históricos esta semana y algunos organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han bloqueado sus ayudas, de las que dependían en gran medida para subsistir.
“La economía de Afganistán se asemeja a la Edad Media, por su dependencia de la agricultura; además es un país que lleva casi 40 años de guerra o conflicto, con todo lo que ello supone”, asegura a TVE el catedrático de la Universidad de Granada Santiago Carbó. En la misma línea, el profesor del Máster de Política Exterior en la Universidad Internacional de Valencia Jesús Núñez señala que se trata de “uno de los países más pobres del planeta” cuya economía “depende básicamente del cultivo de la amapola opiácea”.
Lo cierto es que Afganistán produce más del 80 % del opio del mundo. Cientos de miles de puestos de trabajo dependen de él en un país de 38 millones de personas devastado por el desempleo después de 40 años de conflicto. En regiones como en Kandahar o Helmand se producen unas 9.000 toneladas de opio anuales, que hasta ahora servían para financiar a los talibanes.
El Producto Interior Bruto (PIB) del país se acerca a los 17.000 millones de euros -el de España se situó en 2020 en 1,122 billones de euros- y más del 40 % procede de ayudas internacionales, puesto que acumula una gran dependencia del exterior. “No hay tampoco ningún sector industrial mínimamente representativo ni tampoco servicios”, señala Núñez, “ya que el turismo está sumido desde hace décadas en una convulsión violenta que no plantea desarrollar esa actividad”. “Así, todo depende de la ayuda internacional por un lado y del cultivo de la amapola opiácea por otro”, resume el profesor.
Una economía muy dependiente del exterior
Hasta la fecha, la economía afgana ha estado sostenida por la ayuda internacional, especialmente la procedente de Estados Unidos, un salvavidas que ahora está en serias dudas tras la llegada al poder de los talibanes. Este mismo miércoles el FMI bloqueó el acceso de Afganistán a unos 400 millones de dólares de las reservas de emergencia de la organización.
Así lo anunció un portavoz del Fondo en un comunicado, en el que señaló que "existe falta de claridad dentro de la comunidad internacional con respecto al reconocimiento de un Gobierno en Afganistán". El organismo se suma a Estados Unidos, que ha ordenado el bloqueo de activos por valor de 9.500 millones de dólares (más de 8.100 millones de euros). Pero, ¿puede el país asiático vivir sin esos fondos?
“Queremos que nos ayuden“
“Son muy importantes para aportarles divisas con el fin de hacer las compras del exterior que necesitan. Ahora bien, en un país tan centrado en sí mismo y en la agricultura, probablemente los fondos son menos importantes que en otras economías más abiertas”, apunta Carbó, si bien “en el largo plazo se menoscaba la posibilidad de un cambio”. Y ese, asegura, ese es el gran problema de Afganistán después de 40 años: “Sigue dando pasos atrás y retrasando ese crecimiento que prácticamente todos los países del mundo han tenido”.
Los propios talibanes han reconocido que la mejora de la economía no se puede lograr sin la ayuda del exterior. "Hemos tenido intercambios con muchos países. Queremos que nos ayuden", señaló el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, en declaraciones que recoge AFP, mientras que la mayoría de las reservas del país se mantienen en el extranjero, principalmente en Estados Unidos. Y es que los talibanes solo tienen acceso al 0,1 % o 0,2 % de las reservas totales del país.
Temor a un corralito
La situación se ve agravada por la falta de suministros, lo que ha llevado a que los precios se disparen en la última semana. Tal como explica un comerciante del país, ahora un saco de harina cuesta 2.000 afganis, es decir, casi 20 euros. Además, su moneda lleva toda la semana devaluándose: "Se depreció de un 81 estable (por dólar) a casi 100 y luego volvió a 86", señaló en su cuenta de Twitter el gobernador del Banco Central de Afganistán, Ajmal Ahmady, quien decidió esta semana huir del país ante el colapso monetario iniciado desde la llegada de los talibanes.
Al Banco Central de Afganistán le quedan "casi cero" divisas fuertes, añadió, lo que obligó al supervisor "por primera vez" a "limitar el acceso en dólares estadounidenses tanto a los bancos como a las subastas de dólares para conservar activos". "Esto hará que la moneda se deprecie, la inflación aumente... lo que perjudicará a los pobres a medida que aumenten los precios de los alimentos", insistió.
“Cuando estás en un momento de tensión tan importante como este, tu moneda si no es sólida, lo refleja enseguida y se derrumba. Y si además las personas que llevaban a cabo el control monetario desaparecen, lógicamente se generan más dudas”, recalca el catedrático de la Universidad de Granada, en referencia a Ahmady.
Ante este contexto, los ciudadanos afganos han comenzado a agolparse en los cajeros automáticos, con el objetivo de rescatar sus ahorros. “Yo no descarto que haya un corralito, que haya ese control de capitales, de retirada de efectivo. Quizás sea una de las medidas que el nuevo gobierno tenga que tomar porque sin estabilidad monetaria de algún tipo es el caos”, destaca Carbó.
No obstante, para el experto de la Universidad de Valencia se trata de una realidad muy alejada de la mayoría de la población, que viven “en un nivel de estricta supervivencia”. Así, cree que la retirada de ahorros “puede afectar al Banco Central y a algunos actores externos, pero para el resto de la población se traduce en un empeoramiento de nivel de vida, que ya era de malestar”, añade Núñez.
¿Qué pasará con las riquezas minerales?
Cabe destacar que Afganistán cuenta con abundantes recursos naturales. En sus suelos se pueden encontrar grandes cantidades de cobre o hierro, además de gas y petróleo, aunque hay un material que destaca particularmente: el litio, que tiene una alta demanda actualmente para la producción de baterías para móviles y vehículos eléctricos. De hecho, en algunas zonas del país como Ghazni o Herat están algunas de las mayores reservas del mundo de este codiciado mineral.
“En un país con un Gobierno fuerte y creíble y con un mineral tan importante como el litio, si son bien jugadas esas cartas le podría dar una mano ganadora. Sin embargo, un Gobierno vulnerable y poco creíble, que actúa de una manera que genera rechazo en muchos países, puede que no saque todos los beneficios”, destaca Carbó.
Núñez, por su parte, desconfía de las capacidades reales del subsuelo de Afganistán. “A día de hoy no ha habido posibilidad de confirmar esto con datos fiables”, explica el profesor. “Quizá hablamos más de un mito que de una realidad contrastada, lo cual no quita para que algunos actores, China fundamentalmente, hayan intentado adelantarse y hayan firmado ya numerosos contratos para la explotación de esas supuestas materias primas que algunos llegan a estimar en un billón de dólares”, añade.
En este sentido, los expertos consultados creen que los talibanes van a tener cuidado con mantener canales de interlocución con el exterior. “Son conscientes de que necesitan consolidar su poder y recibir apoyo de la población y procuraran que las condiciones de vida no empeoren”, recalca Núñez. Por su parte, Carbó insta a resolver rápidamente la inestabilidad financiera, ya que “no es nada halagüeño el futuro” para el país asiático.
“Va a ser difícil cambiar ese círculo vicioso si no hay inversiones. ¿Pero quién va a invertir si no se ha logrado en los últimos 40 años? No sé si el apoyo de China podría llevar a esa mejora de las infraestructuras, pero en cualquier caso eso llevará tiempo”, concluye.