Obaid y el temor de la minoría hazara: "Solo podemos esperar nuestra muerte aquí"
- RTVE.es contacta con un joven que reside en Afganistán cuya familia está en el punto de mira de los talibanes
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Obaid (nombre ficticio) tiene 23 años y vive en Afganistán. No quiere revelar su identidad porque teme por su vida y la de su familia tras la toma de los talibanes de Kabul. Según cuenta a RTVE.es, ellos pertenecen a los hazaras, una minoría étnica chií perseguida por el grupo islamista. Ya en el pasado su padre sufrió represalias por este motivo, hasta el punto de estar al borde de la muerte, por lo que ahora buscan abandonar esta tierra, donde asegura que no dejan nada, “tan solo heridas”.
“Estamos esperando nuestra muerte aquí“
Sin embargo, no tienen forma de hacerlo, ni tampoco dinero para pagar una pequeña fortuna a los contrabandistas que les permita abandonar el país sin dejar rastro. “Estamos esperando nuestra muerte aquí”, lamenta Obaid, ya sin ningún atisbo de esperanza sobre esta posibilidad.
Desde que los talibanes se hicieron con el control de Kabul tras la salida intempestiva del presidente Ghani el pasado viernes, la ciudad se ha visto abocada al caos. La desesperación crece en torno al Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, escenario de tensión y violencia y a su vez epicentro de las evacuaciones internacionales, a las que cientos de ciudadanos locales intentan acceder como última alternativa.
Allí estuvo también durante dos días Obaid, con la intención de embarcar en alguno de los vuelos con destino a Europa o América fletados por los gobiernos. Soñaba con ser uno de los 640 afganos evacuados a Catar en el avión militar de Estados Unidos cuya imagen dio la vuelta al mundo. Pero los férreos controles de los talibanes en el aeropuerto, que utilizan disparos al aire y latigazos para contener a quienes buscan huir, truncó de nuevo sus esperanzas.
Y es que, pese haber prometido amnistía para quienes colaboraron con occidente y estabilidad para los ciudadanos, la situación nada tiene que ver con esta posibilidad. Así lo denuncia un informe de la ONU, que asegura que los talibanes están buscando puerta por puerta a personas que han trabajado con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán para castigarlas y han amenazado con matar o arrestar a sus familiares si no las localizan.
Desesperados, algunos afganos siguen entregando a sus hijos a los soldados estadounidenses para salvarlos. Otros aguardan impacientes en el aeropuerto, esperando su oportunidad. “Solo permiten personas que tengan visas o empleados. La gente común no puede ir a ningún lado”, recalca el joven.
Ya huyó de Afganistán en 2016
No es la primera vez que este joven afgano intenta huir del país. Ya lo hizo en 2016, durante la pasada crisis migratoria. Entonces consiguió llegar a Grecia, aunque pasó la mayor parte de su estancia en la cárcel de Patras y en un campo de refugiados en Oynofita (cerca de Atenas). Allí, con el dinero que tenía ahorrado, intentó viajar a Italia de forma irregular hasta en dos ocasiones, pero no tuvo éxito y acabó de nuevo en prisión.
“Lo intenté, lo hice lo mejor que pude, pero no lo conseguí y me deportaron”, nos cuenta. Y es que dada su situación por la que atravesaba, sin poder salir del país, sin trabajo, ni la posibilidad de estudiar y lejos de su familia, decidió dar su nombre en los servicios de deportación para volver a Afganistán. “Me arrepiento, pero no tuve otra opción”, afirma ahora, cuatro años después de su vuelta y cuando su país vive una situación que entonces jamás hubiese imaginado.
“Le han hecho parecer una oveja descuartizada por los talibanes“
Entonces, el estado de salud de su padre también le hizo sopesar su regreso. “Él está bien en este momento, pero tiene heridas en su cuerpo que le han hecho parecer una oveja descuartizada por los talibanes”, asegura. Obaid nos cuenta que desde hace 25 años los talibanes "odian" a su padre por ser hazara: “La última vez que le golpearon estuvo hospitalizado en la Cruz Roja durante seis meses”.
También teme por su vida, ya que tiene en la mano un tatuaje, un dibujo sin un significado aparente, pero que el grupo islamista ha prohibido tras su llegada al poder. “Hace dos días dijeron que si tienes un tatuaje en el cuerpo o en las manos, te las cortan”, apunta el joven.
“Estamos esperando nuestra muerte aquí”
Por todo ello, Obaid cree que su muerte y la de su familia es cuestión de tiempo, tan pronto como sean descubiertos por los talibanes. Según las denuncias de Amnistía Internacional, los talibanes masacraron y torturaron en julio a varios miembros de la etnia hazara, la secta chií a los que los talibanes consideran herejes y a la que precisamente pertenecen Obaid y su familia.
"Durante estos años, los hazaras han puesto énfasis especial en la educación y formación de hombres y mujeres, niños y niñas" cuenta en Twitter la periodista Pilar Requena, autora del libro Afganistán. "Es admirable lo que han conseguido, pero eso todavía provoca más odio en los bárbaros de la sinrazón", denuncia la periodista.
“No tenemos esperanza porque nuestra situación económica no es tan buena como para permitirnos salir del país; estamos esperando nuestra muerte aquí”, lamenta Obaid.
Las autoridades de Estados Unidos estiman que ya han evacuado a unas 3.000 personas, mientras que Pakistán ha logrado sacar del país a otros 1.000, según ha explicado su embajador ante la ONU en declaraciones a la CNN. España también ha iniciado el proceso de repatriación de los españoles y colaboradores afganos y sus familias, y está previsto que este viernes llegue el segundo avión fletado por el Gobierno.
Según ACNUR, los afganos viven una crisis de desplazamiento desde hace cuatro décadas. Solo desde principios de año, unas 400.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, uniéndose a otros 2,9 millones de afganos que siguen desplazados en el interior de país. La ONG está especialmente preocupada por el impacto del conflicto en las mujeres y las niñas, ya que en torno al 80 % de los cerca de 250.000 afganos que se han visto obligados a huir desde finales de mayo pertenecen a este colectivo.
“Las próximas semanas pueden ser demasiado tarde“
Ante este contexto, Obaid nos cuenta que ha pedido asilo a Canadá, aunque lo ve prácticamente imposible, ya que es un trámite que “solo conceden a los ricos”. No obstante, destaca que, si alguien quiere ayudarles, estarán “felices de dejar esta patria”. Y reclama que sea cuanto antes, ya que “las próximas semanas pueden ser demasiado tarde”.
El Valle del Panshir, la resistencia afgana
Durante la conversación, el joven afgano menciona el Valle del Panshir, a 150 kilómetros al norte de la capital. Se trata de una zona que los talibanes no controlan y donde se están concentrando los opositores que pretenden hacerles frente. A su juicio, los talibanes "han dicho que harán el bien a la gente hasta que esta zona caiga en sus manos".
Cualquier resistencia seria puede complicar los intentos de los talibanes de consolidar su control, formar un gobierno y obtener el reconocimiento internacional, objetivos que ya han encontrado sus primeros obstáculos en las manifestaciones a favor de la bandera nacional que se han saldado con varios muertos. "Después de capturar Panshir, cualquiera que haya tomado las armas contra los talibanes en los últimos 20 años, será colgado para dar una lección a los demás", lamenta Obeid.
“Porque los talibanes no son buenas personas, hacen llorar a las madres, hacen solteras a las mujeres, dejan huérfanos a los niños. No viven como otros seres humanos para convertirse en algo que se llama humanidad. Ni tampoco vinieron a reconstruir Afganistán, sino a vaciar sus complejos de muchos años”, concluye.