La comunidad internacional, ante el dilema de negociar con los talibanes
- Las grandes potencias han asumido que tendrán que hacerlo para llevar a cabo labores humanitarias y preservar sus intereses
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La toma de Kabul y la llegada al poder de los talibanes en Afganistán no solo ha desembocado en el colapso del país asiático, agravando un conflicto que lleva prolongándose dos décadas, sino que también ha iniciado una reconfiguración de la política exterior. "Esto ha sido un golpe muy duro para la comunidad internacional", ha afirmado la propia presidenta de la Comisión Europa, Ursula Von der Leyen.
Esta sacudida a nivel diplomático está llevando a los demás a países a plantearse el dilema sobre cuál debe ser su papel y si deben negociar con el que será el nuevo gobierno talibán.
Por el momento, las principales potencias mundiales ya han anunciado que sí tendrán que dialogar, tanto para llevar a cabo labores humanitarias como para preservar sus intereses fuera y dentro de Afganistán.
Mantener el diálogo para garantizar las evacuaciones
El alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Josep Borrell, ya lo dejaba claro este martes: "La UE debe hablar con los talibanes porque han ganado la guerra". Para la institución comunitaria, iniciar un diálogo con ellos resulta fundamental para evitar "un potencial desastre migratorio, pero también una crisis humanitaria".
Para entender mejor esta situación es necesario tener en cuenta que las relaciones diplomáticas tienen varias dimensiones, ha explicado a RNE Jesús Núñez, codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH). Así, entran en juego la necesidad de mantener los canales abiertos para que los actores humanitarios puedan seguir atendiendo las necesidades de la población, y poder garantizar la seguridad inmediata de los ciudadanos europeos que aún están en Afganistán.
"Más allá del aeropuerto de Kabul, que está bajo control de EE. UU., hay que ser capaz de llegar hasta allí y para eso hay que pasar por puntos de control talibanes", ha recordado.
En los últimos días, los talibanes han estado bloqueando a través de estos controles el acceso para aquellos afganos que colaboraron con las fuerzas estadounidenses y europeos, incumpliendo el compromiso alcanzado, según Washington, de ofrecer un corredor seguro.
Una situación que también ha señalado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien ha afirmado que "hay más aviones que pasajeros porque el proceso de llegar al aeropuerto es un reto enorme: no conseguimos que lleguen". Y precisamente, para garantizar que permitan las evacuaciones, "hay que hablar con ellos", ha defendido Borrell.
Estados Unidos y la lucha contra el terrorismo
A todo este contexto se suma un tercer aspecto: el político y diplomático. "Todo actor internacional debe atender a sus intereses y mantener la interlocución con un nuevo gobierno, por nefasto que vaya a ser, con todo el tono crítico que sea necesario", ha afirmado Núñez.
En el caso de Estados Unidos, los expertos avanzan que seguirán dialogando con ellos como ya lo habían hecho anteriormente cuando el expresidente Donald Trump firmó un acuerdo histórico de paz con la agrupación. A través de este pacto, se comprometió a retirar las tropas estadounidenses, un objetivo que estaba siendo culminado en la actualidad por la Administración de Joe Biden.
"EE. UU. ha tenido un papel fundamental en esta entrega deliberada y pactada de Afganistán a las tropas talibanas. Claro que le interesa seguir en contacto", ha dicho en RNE Gustavo Palomares, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED.
Una afirmación que ha corroborado Núñez, que ha avanzado que el país seguirá implicado "en una guerra contra los grupos terroristas", aunque no sea desde el territorio afgano, sino prestando apoyo aéreo desde el exterior. Para el codirector del IECAH, las prioridades de la potencia americana son destruir las amenazas yihadistas de grupos como el Daesh o Al-Qaeda, e impedir que puedan exportar la violencia y la inestabilidad a otras regiones vitales para sus intereses.
El propio Biden ha defendido que su decisión de retirarse reside en que Afganistán ya "no amenazaba el interés nacional". "Fuimos con el objetivo expreso de deshacernos de Al Qaeda y Osama bin Laden, y lo hicimos. Es hora de ponerle fina a una guerra de 20 años", ha dicho el mandatario.
Asimismo, el Gobierno estadounidense tendrá que seguir jugando sus cartas al nivel de la interlocución con las nuevas autoridades afganas para solucionar el daño que ha provocado en su credibilidad la caótica gestión de la salida del país.
El reconocimiento diplomático
Sin embargo, aunque Occidente se muestra dispuesto a negociar, el reconocimiento al nuevo gobierno afgano no está garantizado. La OTAN ha afirmado que para poder ser reconocidos deberán cumplir con sus compromisos internacionales y el respeto a los derechos humanos.
"El reconocimiento diplomático es algo que debe basarse en una serie de condiciones relacionadas con los comportamientos del gobierno talibán y sus compromisos, incluidos los del acuerdo de Doha", ha expresado Stoltenberg.
La UE, por su parte, también ha marcado "líneas rojas". "La cooperación con cualquier futuro gobierno afgano estará condicionada a un acuerdo pacífico e inclusivo y al respeto de los derechos fundamentales de todos los afganos", ha asegurado Borrell.
La presidenta de la Comisión Europea también ha querido dejar muy claro que "hay que diferenciar" entre el "contacto operativo" y el resto de consideraciones políticas. "Es importante hablar para salvar vidas, pero no hay conversaciones políticas ni reconocimiento de los talibanes", ha zanjado, garantizando, a su vez, que "ni un solo euro de desarrollo va a ir a un régimen que niega derechos".
Según la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense Eva Borreguero, los talibanes deberán adaptarse a esas exigencias de la comunidad internacional y adoptar "una actitud no beligerante", pero sin perder de vista la implementación de la sharía para su estado teocrático. "Tienen que ser coherentes, algo que no es fácil", ha añadido.
Hasta ahora, los talibanes se han esforzado por lanzar una imagen más moderada hablando de amnistía general y de preservar los derechos de las mujeres. Una posición que no termina de convencer, especialmente tras la revelación de un informe confidencial de la ONU que indica que los talibanes están buscando puerta por puerta a personas que han colaborado con fuerzas extranjeras para castigarles.
China y Rusia mantienen sus embajadas abiertas
Frente a la posición europea y estadounidense, Rusia y China se han desmarcado y se mantienen por ahora como las únicas grandes potencias con las embajadas en funcionamiento en Kabul.
Núñez ha explicado que aunque para ellas este conflicto sirve para debilitar a sus principales competidores internacionales, su objetivo no es el de intentar "cubrir el hueco que deja EE. UU. como gendarme", sino evitar la exportación de inestabilidad hacia zonas sensibles.
"Rusia ha ido asumiendo que la mejor apuesta desde su óptica en estos momentos para garantizar la estabilidad en Afganistán y evitar que la situación se desborde es un nuevo poder talibán", ha dicho por su parte el analista Nicolás de Pedro.
En una de sus últimas apariciones, el presidente Vladimir Putin ha llamado a prevenir por todos los medios la desintegración del Estado afgano, pero sin intervención exterior, en alusión a Occidente, a quien ha criticado por la imposición de valores democráticos a otros países.
"Ya vimos lo que pasó en el período conocido como Primavera Árabe. Todos nuestros socios deben convertir esta regla en universal: tratar con respeto a sus socios y armarse de paciencia si algo les gusta o no. Darle a los pueblos el derecho a decidir por ellos mismos su destino, independientemente de cuánto tiempo les lleve recorrer la senda de la democracia", ha aseverado.
Los intereses económicos para la nueva ruta de la seda
En el caso de China, que comparte 70 km de frontera con Afganistán, busca asegurarse de que el país vecino no sea un lugar donde grupos terroristas tomen acciones ante la posición que está adoptando el gobierno chino con la minoría musulmana uigur, con la creación de centros de internamiento masivos en la provincia de Xinjiang.
Por otro lado, Afganistán es para el gigante asiático un punto económico clave para el desarrollo de su nueva ruta de la seda, el ambicioso proyecto de inversiones con el que pretende conectar China con Europa y África.
"Los talibanes necesitan dos cosas: reconocimiento diplomático y apoyo económico", ha contado también en RNE Rafael Bueno, director del Departamento de Política de la Casa Asia, que ha destacado que Pekín es quien tiene los mejores contratos para explotar recursos naturales como el litio, minerales o tierras raras en el país. "Las minas son un importante nicho para desarrollar la economía afgana mientras los talibanes se mantengan", ha añadido.
Los insurgentes, por su parte, no han dudado en ofrecer la explotación de los recursos naturales del país a las empresas extranjeras para reconstruirlo: "Los países deberían venir y ayudarnos en salud, infraestructura, capacitación y varios otros sectores necesarios".