La violencia vicaria, cada vez más visible y mejor regulada
- El asesinato de un niño de dos años presuntamente a manos de su padre vuelve a poner el foco sobre este tipo de violencia
- El 016 es el teléfono para víctimas de violencia de género, es gratuito y no deja huella en la factura
El homicidio de un niño de dos años presuntamente a manos de su padre en un hotel de Barcelona ha vuelto a poner el foco sobre la denominada violencia vicaria, que es la que se ejerce contra los hijos para provocar el máximo daño posible a la madre y llegar a causarle "la muerte en vida".
Aunque no hay un perfil único de agresor, el machismo es el denominador común y el deseo de controlar a la mujer es otra de las motivaciones. Por eso, algunos expertos en violencia de género explican cómo opera este tipo de violencia y recuerdan que "una persona violenta con su pareja no puede ser un buen padre".
Si se confirma la naturaleza de la muerte del menor de Barcelona, el pequeño se sumaría a una larga lista de menores asesinados por sus padres o por las parejas sentimentales de sus madres en el marco de la violencia machista. La cifra alcanza los 40 desde 2014 —41 si se encuentra sin vida a Anna, la menor de las niñas de Tenerife a las que supuestamente mató su padre, Tomás Gimeno, y arrojó al mar— , según los datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.
La meta del agresor: provocar un sufrimiento irreparable a la madre
Paz Lloria, profesora titular de Derecho Penal en la Universidad de Valencia, ha afirmado en 'Las mañanas' de RNE que cada vez se detectan más casos de violencia vicaria. "No podemos decir que estadísticamente sea una cosa disparatada, pero cada caso es muy importante y vemos que cada día va subiendo".
Entre las motivaciones del agresor a la hora de ejercer este tipo de violencia destaca el deseo de dominación el interés por provocarle un daño enorme a la madre: "Son situaciones en las que el sujeto entiende que no tiene otra manera de hacer daño, o que es el mejor modo de hacer el máximo daño y que tenga el mayor sufrimiento posible durante toda su vida, porque es una cosa que una madre no supera", explica.
Respecto a un posible perfil de agresor, la profesora señala que el único rasgo común es que "son machistas". "Es lo único. No tienen más o menos estudios, nacionalidad, situación económica... El único rasgo es querer controlar y hacer daño", ha precisado.
Lloria también explica que no es extraño que no se hayan detectado situaciones previas que hubieran podido alertar, porque a menudo la violencia de género es silente o porque la víctima es incapaz de reconocer que la sufre. "Podemos encontrar un hombre con comentarios especialmente machistas o incriminatorios, que intenta controlar a su compañera de alguna manera, pero también encontramos parejas sin ningún tipo de carácter tan marcado y de repente no puede soportar un cambio de rumbo y reaccionan de esta manera".
Los hijos como instrumento y "método de amenaza"
El psicoanalista y profesor colaborador de los Estudios de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) José Ramón Ubieto, explica en una entrevista con Efe que la violencia vicaria suele tener como fatídico desenlace el asesinato de los hijos, pero también puede manifestarse de otras formas "más leves", como "no devolver la custodia cuando toca, retener a los niños o hacerles presenciar actos de violencia hacia su madre".
La psicóloga especializada en violencia sexual y procesos de victimización Alba Alfageme recalca a Efe que el objetivo es, en definitiva, "causar la muerte en vida" a la madre.
Según esta psicóloga, este fenómeno considera a los hijos "como un medio o instrumento para causar el máximo dolor o daño a la madre", por lo que a menudo se utiliza también como "método de amenaza" para impedir que una mujer se aleje.
"En una posible separación, te amenazo con que si te separas, agrediré o violentaré a nuestros hijos", ha ejemplificado al aclarar que los agresores la emplean tanto para "retener" a sus parejas o exparejas como para "vengarse de forma extrema" de ellas.
Los especialistas coinciden en que la violencia vicaria no es un elemento "nuevo", sino que responde a patrones "estructurales" y se explica por una sociedad que aún responde a parámetros patriarcales.
"Para algunos varones, los hijos son sobre todo el objeto de la madre, es lo que le han dado a la mujer (...) y de la misma forma que se lo han dado, creen que se lo pueden quitar", ha señalado Ubieto al referirse al "fantasma psíquico" de algunas personas que ven en sus hijos "un objeto de deseo y satisfacción" que puede traducirse incluso en "abusos sexuales o maltratos".
Alfageme ve positivo que comience a "visibilizarse" este tipo de violencia, aunque a su juicio aún queda un largo recorrido por delante.
"Por suerte, le estamos poniendo nombre y estamos socializando esta problemática porque no es un fenómeno nuevo, sino que es estructural y hace muchos años que existe", ha dicho antes de recordar que vivimos en una sociedad "absolutamente adultocéntrica", en la que "siempre pensamos en lo que les pasa a las personas adultas, mientras los hijos son los grandes invisibilizados de esta violencia".
La regulación que penaliza este tipo de violencia
Si bien la violencia vicaria no figura como tal en la ley de violencia de género de 2004, el pasado mes junio se publicó en el BOE una modificación de esta legislación para pasar a considerarla como aquella forma de violencia de género "que, con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres, se ejerce sobre sus familiares o allegados menores de edad".
No obstante, desde 2015 se reconoce a los hijos de las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas como víctimas directas de la violencia machista, aunque el término no aparezca en la redacción de la norma, a diferencia de lo que ocurre en leyes autonómicas como la catalana o la gallega.
Donde sí aparece explícitamente es en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, en cuyo documento se la describe como "el daño más extremo que puede ejercer el maltratador hacia una mujer: dañar y/o asesinar a los hijos/as".
Una de las últimas modificaciones legales para proteger a los menores víctimas de violencia vicaria es la nueva ley de protección a la infancia, que entró en vigor en junio y que prevé que, en los casos de violencia de género, se suspenda el régimen de visitas de los presuntos maltratadores si se dicta una orden de protección para la madre y existen indicios de que los menores han presenciado el maltrato.
“Una persona violenta con su pareja no puede ser un buen padre“
De acuerdo con los expertos, combatir este tipo de violencia pasa por llevar a cabo un abordaje "global y holístico" que permita entender que "no son hechos aislados, sino que responden a situación de desigualdad estructural" que requieren una "perspectiva feminista". "Si no, nos estaremos equivocando en el enfoque", ha advertido Alfageme, quien ha resaltado que "una persona violenta con su pareja no puede ser un buen padre" porque "su forma de relacionarse a nivel emocional es a través de la violencia", y ha pedido tener este aspecto en cuenta en los procesos de separación o divorcio.
Con ella coincide Ubieto, quien defiende que "la condición de padre no se puede disociar tan fácilmente de la relación conyugal o de pareja", ya que, cuando existe un problema, "hay que suponer que este afectará también a la relación parental".
Es por eso que, aunque los jueces "tienden a disociar estas cosas" y "un padre condenado en firme por violencia de género no necesariamente pierde los derechos de visita de sus hijos", ha abogado por reflexionar sobre si "es posible que un progenitor que maltrata a su pareja pueda tener una buena relación con los hijos".