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República Centroafricana: el conflicto golpea las zonas rurales

  • Desde diciembre de 2020 hay un resurgimiento del conflicto entre las fuerzas gubernamentales y los grupos armados opositores.
  • La inseguridad causada por los combates y el miedo a los ataques han obligado a muchos a huir hacia ciudades más grandes.

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Más de 1,4 millones de personas en RCA se encuentran actualmente desplazadas

Naodia estaba en casa, a punto de dormir, cuando la primera bala le alcanzó en el abdomen. El tiroteo pronto rompió la ventana junto a la cama donde estaba acostada con su hija de dos años. Se apresuraron a buscar protección junto al padre de la familia y los otros dos hijos de Naodia, pero poco después, los atacantes prendieron fuego a su casa.

Naodia, de 25 años, es de Beltounou, un pueblo en las afueras de la ciudad de Kabo, en el norte de República Centroafricana (RCA), cerca de la frontera con Chad. Según sus vecinos, la noche del 23 de junio, ocho hombres armados con armas automáticas atacaron Beltounou durante aproximadamente una hora. Cuatro personas murieron, otras cuatro resultaron heridas y 15 casas fueron incendiadas por completo. La mayoría de los 2.000 habitantes huyeron tras el ataque.

Casa incendiada por hombres armados en Beltounou, cerca de la frontera con Chad.

Cuatro personas murieron, otras cuatro resultaron heridas y 15 casas fueron incendiadas en Beltounou, cerca de la frontera con Chad. MSF

“Los atacantes debieron pensar que estábamos muertos”, explica Naodia. “Nos escondimos en un bosque. Apenas podía caminar; me dolía todo el cuerpo, por la herida de bala y porque estaba embarazada de cuatro meses. Mi esposo consiguió unas bicicletas y marchamos a Kabo en medio de la noche”, recuerda Naodia mientras se recupera de una cirugía en el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kabo. “Al menos estoy viva, pero perdimos todo lo que teníamos”.

Como la mayoría de sus vecinos, Naodia y su familia se han quedado en Kabo, una localidad con más de 60.000 habitantes, una quinta parte de los cuales son desplazados. La mayoría de ellos se establecieron aquí durante períodos anteriores de violencia, pero desde abril han llegado de manera constante nuevas comunidades desarraigadas.

Aspecto de una calle de la localidad rural de Kabo, en República Centroafricana.

Kabo es una localidad con más de 60.000 habitantes de los que una quinta parte son desplazados. MSF

De los ataques contra ciudades a la inseguridad en las zonas rurales

A finales de diciembre, una coalición de grupos armados no estatales lanzó una ofensiva contra el gobierno en medio de unas tensas elecciones que ratificaron a Faustin-Archange Touadéra como presidente.

La coalición, que agrupa a facciones que en años anteriores habían luchado entre sí, consiguió tomar el control de algunas ciudades y, en enero, llegó a las afueras de la capital, Bangui. Más tarde, el gobierno y las fuerzas aliadas recuperaron el control de las áreas semiurbanas y empujaron a la oposición armada hacia las zonas periféricas.

La situación actual en muchas zonas rurales de la República Centroafricana se ha vuelto extremadamente volátil debido a los frecuentes enfrentamientos, los ataques a las aldeas y las acciones contra la población.

Acceso a la atención médica restringido

El ruido y los llantos de decenas de bebés que esperan con sus jóvenes madres a ser vacunados en un centro de salud de Farazala, un pequeño pueblo a dos horas de Kabo, ofrece una falsa impresión. Faya*, un sanitario local, afirma que ahora hay muchas menos personas que acuden al médico.

“Antes venía más gente de las aldeas cercanas, pero el número ha disminuido a causa de la inseguridad”, asegura Faya. “Mujeres que viven a solo cuatro o cinco kilómetros de distancia prefieren ahora dar a luz en casa en lugar de venir aquí. Algunas personas tienen miedo incluso de ir a trabajar a sus huertas o a pescar y cazar. En algunos casos, los campos de cultivo han sido incluso destruidos".

En el hospital de Kabo (foto), como en otras poblaciones grandes, las consultas han aumentado, mientras que en los centros de salud de las zonas rurales, como el de Farazala, han disminuido.

En el hospital de Kabo (foto), como en otras poblaciones grandes, las consultas han aumentado, mientras que en los centros de salud de las zonas rurales, como el de Farazala, han disminuido. MSF

“Solíamos derivar a muchos pacientes de Farazala a Kabo a través de un sistema de motociclistas establecido por MSF, pero ahora esto no es tan fácil”. Faya recuerda que, cuando comenzaron los enfrentamientos, miembros de los grupos armados quitaron muchas de las motos a la población. Posteriormente, cuando el gobierno y las fuerzas aliadas tomaron el control del territorio, se restringió el uso de estos vehículos en algunas de las carreteras principales, bajo la asunción de que quienes usan las motos son combatientes.

En aquellas áreas donde las motocicletas pueden circular, los motociclistas que transportan medicamentos vitales y a pacientes enfermos y heridos al hospital han sido con frecuencia atacados, heridos y robados a punta de pistola. Estos actos de violencia suelen ser atribuidos por las partes en conflicto a elementos incontrolados.

Esta inseguridad constante ha obligado a MSF a suspender periódicamente algunas actividades médicas en las zonas alrededor de Kabo y otras ciudades como Batangafo, Bambari y Bria.

Una vida de continuo desplazamiento

En los últimos ocho meses, cientos de miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Según la ONU, más de 1,4 millones de personas en RCA se encuentran actualmente desplazadas, casi un tercio de la población total, la mitad de ellas como refugiadas en países vecinos.

Una de estos recién desplazados es Tanguina Chela. A finales de mayo, huyó de su aldea de Gmganga, junto con su marido y sus tres hijos. La mayoría de los 200 habitantes de Gmganga se fueron tras un aumento de la violencia y el temor de que, con el progreso del gobierno y las fuerzas aliadas, los grupos armados de oposición tomaran represalias contra las comunidades locales acusadas de colaboración.

“Dejé todo lo que tenía allí. Ahora no tengo comida y tengo que suplicar para conseguirla”, lamenta Tanguina.

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Lamentablemente, nada de esto es nuevo para ella. Esta es la tercera vez que tiene que desplazarse por la fuerza. Las otras dos ocasiones fueron en 2007 y 2012. Tanguina se encuentra ahora en uno de los asentamientos para personas desplazadas en Kabo, el conocido como sitio B, donde se estima que viven más de 4.200.

Junto a un pozo, niños y mujeres con bebés a la espalda se turnan para bombear agua a sus bidones. No muy lejos, algunas personas escuchan una canción en sango compuesta por una banda de música de Bangui que anima a lavarse las manos con jabón en medio de la pandemia del coronavirus, pero pocas personas usan mascarillas en la zona.

Gente sin mascarilla en República Centroafricana.

En medio de la pandemia del coronavirus pocas personas usan mascarillas en esta zona de la RCA. MSF

Poca esperanza de un cambio

En otro asentamiento de desplazados no muy lejos del sitio B vive Hawa Ahmat -nombre ficticio para preservar su seguridad- desde 2013, cuando los violentos enfrentamientos golpearon el PK13, su barrio en Bangui. “En aquel momento, perdí a gran parte de mi familia”, rememora.

Alrededor de 1.000 personas como ella fueron evacuadas en camiones por la Organización Internacional para las Migraciones. Algunos fueron a Moyenne Sido y otros llegaron a Kabo. “Antes, nos ganábamos bien la vida como comerciantes. Pero ahora apenas tengo nada. Intento hacer pequeños trabajos para sobrevivir, como limpiar las casas de la gente o vender leña".

A pesar de los recuerdos de los sucesos que le obligaron a marchar, Hawa echa de menos Bangui y algún día le gustaría regresar, pero esto parece poco probable en un futuro próximo. “Incluso si soy optimista, no sé dónde está la solución a nuestros problemas. Me apena ver a mis hijos crecer sin educación, sin la oportunidad de ir a la escuela. Eso no es futuro".