Enlaces accesibilidad

La mesa de diálogo sobre Cataluña, una 'odisea' que pone a prueba a Sánchez y a Aragonès

  • Parten de posiciones radicalmente opuestas en la mesa y se enfrentan al “saboteo” de Junts y las críticas de PP, Vox y Cs
  • Los politólogos señalan que lo relevante es el “simbolismo” de un diálogo que interesa a ambos

Por
Sánchez, Aragonès y la 'odisea' del diálogo sobre Cataluña
Pedro Sánchez y Pere Aragonès, el pasado miércoles en el Palau de la Generalitat (Barcelona).

La mesa de diálogo sobre Cataluña ha echado por fin a andar esta semana entre días de muchísimo ruido, críticas y cierto “saboteo”. Los presidentes del Gobierno y de la Generalitat, Pedro Sánchez y Pere Aragonès, se enfrentan ahora a una negociación “sin plazos” y con la única coincidencia de que existe un “conflicto político” que resolver, pero en órbitas radicalmente opuestas respecto al ‘cómo’. Más allá de la búsqueda de soluciones a un problema enquistado en el tiempo, ambos líderes se juegan, de alguna forma, la estabilidad o comodidad de la legislatura, pero los riesgos son más grandes para uno que para el otro.

Ha hecho falta más de un año y medio para que la mesa, que el PSOE y ERC acordaron para la investidura de Sánchez en enero de 2020, haya sido reactivada. La fotografía del pasado miércoles es muy distinta a la de febrero de ese año en La Moncloa, cuando el ‘president’ Quim Torra asumía el liderazgo catalán en la negociación pese a los recelos de su formación, Junts.

Pero ahora Aragonès ya no acude como el número dos de Torra sino como ‘president’ y es ERC la que ha tomado las riendas como fuerza independentista mayoritaria. Aragonès ha agarrado el timón con una mano firme que Junts, sus socios de coalición, no se esperaban. Mano que no le tembló el pasado martes cuando vetó a dos indultados del ‘procés’ y figuras clave para Junts, Jordi Sànchez (secretario general del partido con el que negoció su investidura) y Jordi Turull (vicepresidente de Junts). También, a la portavoz parlamentaria en el Congreso, Míriam Nogueras.

Aragonès no cedió ante el pulso de JxCat, que se negó a proponer otros nombres pertenecientes a la Generalitat (tal y como se había acordado en el Govern), y mantuvo el encuentro tal y como estaba previsto pero sin sus socios de Govern. La reunión con Sánchez duró casi dos horas de reloj y tras ella, ambos comparecieron ante la prensa, que no obvió la retirada de la bandera española cuando intervino el 'president'.

Referéndum de autodeterminación y ‘amnistía’, proclamó Aragonès. “No son posibles, la Constitución no lo permite y la sociedad española y la catalana no pueden sufrir mayores desgarros y fracturas”, advirtió Sánchez. ¿Qué sentido tiene una mesa de negociación en el que las dos partes hablan idiomas radicalmente distintos?

La mesa es algo más que un instrumento para llegar a un acuerdo. Es un fin en sí mismo que obedece al cálculo estratégico del Gobierno y de ERC”, expone a RTVE.es el politólogo Pablo Simón. Para el Ejecutivo, prosigue, es “útil” porque “consolida su potencial alianza con ERC” a corto plazo de cara a cuestiones clave como los Presupuestos y, a medio plazo, “atrae” a los republicanos de cara a buscar un apoyo para “las próximas elecciones”. Además, calcula que “un tercio” del independentismo es “pragmático” y puede verse atraído por una propuesta práctica por parte del Ejecutivo, algo que terminaría de “erosionar” al secesionismo.

Y a ERC, prosigue, “le interesa la mesa porque piensa que la vía unilateral no tiene sentido” y aunque no consigan sus objetivos podrán decir han “intentado todas las vías”. “Buscan consolidarse como el primer partido independentista y atraer a más independentistas pragmáticos, a los que también mira el PSOE”, añade.

El valor “simbólico” de la mesa y el ‘relato’ de Sánchez y Aragonès

El diálogo con Cataluña ha sido una apuesta personal de Sánchez desde que llegó a La Moncloa en 2018 tras un 2017 de grave fractura política y social a causa del ‘procés’, del referéndum ilegal y del encarcelamiento de los líderes secesionistas. Pero también es cierto que, con un gobierno en minoría y la necesidad de pactar con ERC, su discurso pasó de ser que en Cataluña había un problema de “convivencia” a admitir que se trataba de un “conflicto político”.

Ahora Sánchez busca, según los politólogos, consolidar su liderazgo respecto a esta cuestión. “Su discurso es: nosotros no usamos herramientas de represión, no judicializamos ni utilizamos herramientas policiales sino políticas. Seguramente todo esto tenga más importancia simbólica que un acuerdo real”, considera la politóloga y directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Paloma Román Marugán.

Pero también destaca la relevancia de la ‘foto’ de la mesa para Aragonès: “Se trata del jefe de un Gobierno de la Unión Europea negociando en una mesa con el independentismo y ese valor simbólico lo ha ganado el Govern”. Y considera que, pese a las posiciones enfrentadas, de lo que se trata en estos momentos es de “ir acercándose y generar confianza”: “El simbolismo en la política es muy importante. La mesa es un paso adelante y, aunque queda mucho por hacer, veremos hasta dónde se llega”. En este sentido, sí ve posible algún tipo de acuerdo entre ambas partes porque “la política es muy creativa”.

“Sánchez se juega la próxima legislatura”

Una de las claves de la mesa es que se ha acordado que no habrá “plazos” para resolver el conflicto. Pero sí que hay un horizonte: 2023. Es la fecha en la que terminará la legislatura actual en España y se convocarán elecciones (si no hay antes un adelanto electoral) y en la que Aragonès deberá someterse a la cuestión de confianza que acordó con la CUP, sus socios extraparlamentarios. Dentro de dos años, el independentismo se ha emplazado a estudiar si el diálogo ha dado frutos o se apuesta por un “embate democrático” al Estado (la vía unilateral).

Con estas condiciones, “la mesa no puede prosperar ni fracasar en 15 días”, sentencia el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona Jesús Palomar. Pero en estos dos años, “Sánchez se juega la próxima legislatura”: “Ha quemado dos de los cuatro años de legislatura actual con la gestión del COVID y en los dos años restantes no le queda tiempo para hacer todo lo que se había propuesto en su investidura”. De cara a unas elecciones, considera la mesa de diálogo con Cataluña como un “tema de credibilidad política” y de “liderazgo”.

Pero va más allá y recalca que en unas generales “ganar o perder en Cataluña es mucho más importante que en otras comunidades autónomas” y el socialismo había ido “perdiendo terreno” en los últimos años en este lugar. “A Sánchez le interesa mucho Cataluña”, sentencia.

“La mesa tiene una importancia para el presidente en cuanto a que traslada la imagen de que la está liderando personalmente. Está ahí con (la vicepresidenta segunda) Yolanda Díaz y eso es significativo, traslada esa importancia a la sociedad catalana”, coincide el politólogo Edu Bayón. Los expertos en política creen que los socialistas y ERC compiten incorporar a su electorado un independentismo “menos radical y más pragmático”.

Bayón recalca, sin embargo, que el escenario es “bastante más sencillo” para Sánchez que para Aragonès. Pese a las críticas de PP, Vox y Ciudadanos a la mesa (que califican de “infamia”, “traición” y “vergüenza”), ve el clima “menos tenso y crispado que cuando se procedió al indulto” de los líderes del ‘proces’. Entonces, dice, “la estrategia de la oposición fracasó, se vio con la recogida de firmas”. “Al final, es cierto que puede haber un sector de la sociedad muy en contra con cualquier tipo de diálogo con el independentismo, pero la mayor parte está a favor de buscar una solución política y más en un momento en que la intensidad ha disminuido”, zanja.

El “sabotaje” de Junts a la mesa y la fragilidad del Govern

Palomar también coincide en que “bajará el fuego en el Congreso” a medida que la mesa avance. Pero destaca un problema que viene de la otra parte: la división en el seno del Govern, donde solo ERC apuesta por la vía dialogada. “Junts tiene un problema de ubicación. Hasta hace un tiempo había liderado la Generalitat, tenía la presidencia y el liderazgo y ahora no. Tampoco en el Congreso. Ha pasado a ser un actor secundario y le toca llamar la atención de alguna manera”, afirma. Cree también que Junts “esperaba que ERC fallara y diera algún titular, pero Aragonès está siendo un ‘president’ con perfil de liderazgo y no de liante".

Junts culpa de su ausencia en la mesa a Sánchez, pese a que el veto vino de Aragonès. Tras la reunión entre ambos gobiernos, Jordi Turull rechazó el ir “sin prisa” en la mesa y dijo que el ‘president’ debería estar “contento” de los nombres propuestos por Junts: "Si nuestro secretario general, Jordi Sànchez, es bueno para encerrarse con él y firmar un acuerdo que le hace presidente de la Generalitat y llegar a un acuerdo de gobierno, tiene que ser bueno también para estar a su lado dialogando con el Estado".

Pero los politólogos coinciden en que JxCat “son saboteadores”. “Junts juega a tensionar al máximo la situación para intentar capitalizar el fracaso de la mesa. Quiere que fracase y poder decir que hicieron todo lo posible por evitarlo desde una posición de comodidad, como cuando enviaba a personas que fueron vetadas”, explica Simón.

"Tras ese intento de torpedear la mesa, te aseguro que Junts está en llamas”, prosigue el experto. Habla de un partido “totalmente roto por dentro”, dividido en varios frentes: “El de Jordi Sánchez, el de Elsa Aratadi, el de Jordi Turull y el de Carles Puigdemont. Son cuatro sectores distintos que pugnan entre ellos, se ponen la zancadilla sin tener clara una estrategia y lo único que les une es que quieren poner a ERC palos en las ruedas”. Y añade: "No se esperaban que Aragonès diera un golpe en la mesa y ahora están enormemente enfrentados y en ebullición”.

La pregunta es si un Govern formado por dos partidos que no coinciden en su visión de las políticas económicas, sociales o ecológicas, puede sobrevivir cuatro años basándose en una meta independentista cuando ni siquiera tienen posturas acercadas respecto a la estrategia a seguir y cuando Junts, la CUP y las entidades soberanistas ANC y Òmniun no cesan en su presión a Aragonès por la unilateralidad.

Marugán considera que la coalición del Govern no peligra: “Hay más ruido que nueces porque ni a ERC ni a Junts les interesa ir a elecciones” y perder su mayoría en el Parlament. Simón, sin embargo, cree que no se puede descartar que el Ejecutivo catalán “salte por los aires” en algún momento. “Si esto se rompe y ERC se queda gobernando en minoría, tendría que buscar apoyos puntuales y el PSC podría planteárselo”, considera.

Precisamente, la líder de En Comú Podem en el Parlament, Jéssica Albiach, ha ofrecido este viernes un cambio de alianzas a Aragonès, a quien ha vuelto a advertir que existe una "mayoría alternativa" de izquierdas que pasa también por el PSC.

De cualquier forma, el diálogo entre ambos líderes acaba de comenzar. Con muchas dificultades, sí, pero nadie se atreve aún a aventurar cuál será el fin de esta 'odisea'.