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Elecciones Alemania 2021

La era Merkel, en cifras: una economía más robusta, cuatro veces más refugiados y una popularidad sin desgaste

  • La canciller afronta sus últimos meses en el cargo con un altísimo nivel de aprobación entre los alemanes tras cuatro mandatos

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La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto reciente
La canciller alemana, Angela Merkel, en un acto reciente

Cuando se celebren las elecciones alemanas, los principales partidos sean capaces de acordar un gobierno y Angela Merkel deba abandonar definitivamente su despacho en la Cancillería Federal, podrá mirar atrás con la satisfacción del deber cumplido. Después de lidiar con varias de las crisis más graves de las últimas décadas, la Alemania que deja exhibe una economía más robusta, acoge a cuatro veces más refugiados que a su llegada y avanza, aunque sea lentamente, hacia una sociedad menos contaminante.

Es un legado, como siempre ocurre, con claroscuros -la desigualdad entre este y oeste, o la escasa pujanza de la digitalización-, pero que reconocen los propios alemanes: Merkel sigue siendo, 16 años después de ser elegida canciller por primera vez, la política mejor valorada del país, con un índice de aprobación de su gestión que alcanza el 66 %. Son 42 puntos más que el candidato de su partido, Armin Laschet, en las próximas elecciones generales y 18 más que el principal favorito a sucederle al frente del Gobierno, el socialdemócrata Olaf Scholz.

"Es muy respetada”, resume José Manuel Saénz Rotko, especialista en política alemana de la Universidad Pontificia de Comillas, “los alemanes han confiado en Angela Merkel una y otra vez y parece que, con sus aciertos y desaciertos, no ha defraudado”. Este es el balance de la era Merkel, a través de las cifras que ilustran cómo ha moldeado Alemania en sus cuatro mandatos.

Una economía más robusta

La economía alemana ha crecido más de un 15 % en términos reales desde que Merkel llegó al poder, en noviembre de 2005, a pesar de atravesar dos crisis gravísimas: la Gran Recesión y la pandemia del coronavirus. El producto interior bruto solo ha retrocedido dos años, en 2009 y en 2020, y aunque todavía no ha recuperado los niveles previos al COVID-19, en el segundo trimestre de este año ya dio síntomas de acelerar su crecimiento.

En estos tres lustros, Alemania ha crecido proporcionalmente, a precios corrientes, más que Francia, España e Italia, más que el conjunto de la eurozona y más que la suma de los Veintisiete miembros de la Unión Europea. Su papel como 'locomotora de Europa' está plenamente afianzado.

La gran fortaleza de Alemania sigue siendo su capacidad exportadora, solo superada en el mundo por las dos grandes potencias, Estados Unidos y China. Durante el mandato de Merkel, el saldo comercial ha aumentado -estimulado en buena parte por la gran demanda china- y en 2019 era un 44 % más alto que en 2005, aunque la pandemia lo ha reducido en 2020.

El crecimiento económico se ha traducido en una reducción sostenida del desempleo, hasta situarse en las tasas de paro más bajas desde los años 70, al tiempo que introducía, por primera vez en la historia de Alemania, el salario mínimo. "Ha sido un éxito total, sobre todo el desempleo juvenil", destaca Miguel Otero, investigador del Real Instituo Elcano y especialista en economía política internacional, que recuerda que Merkel ha sabido aprovechar las ventajas estructurales de la economía alemana, como la pujanza de las empresas medianas o la excelente formación profesional dual, para relanzarla.

La desigualdad este-oeste y la lentitud de la digitalización

Con todo, persisten algunos desequilibrios, especialmente la desigualdad entre el oeste y el este del país. "La reunificación se hizo hace 30 años y la mitad de ese tiempo gobernó Angela Merkel, ella tiene cierta responsabilidad", subraya Franco delle Donne, profesor en la Universidad Libre de Berlín y uno de los impulsores de una serie de podcasts que repasan la era Merkel, bajo el título de La canciller de las crisis.

"La desigualdad se ha reducido, pero no por completo. Las empresas más importantes y fuertes de Alemania no están en el este, el salario por igual trabajo es casi un 20 % inferior, las infraestructuras son peores...", enumera este experto. Y la tasa de paro, pese a que ha caído más de trece puntos desde 2005 en los llamados 'nuevos länder', sigue siendo un punto y medio más elevada que en los de la antigua República Federal Alemana.

Otro aspecto que se anota en el debe de Merkel es la falta de iniciativa a la hora de impulsar la digitalización en las empresas alemanas, en parte por la rigidez de la burocracia. Según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Alemania es el 34º país de 38 en conexiones de fibra de alta velocidad para internet, mientras que en otros indicadores, aunque no se aleja tanto del resto de economías avanzadas, no lidera como se podría esperar de la primera economía europea y la cuarta del mundo.

La crisis de los refugiados y la retirada de la energía nuclear

Más allá de la economía, el mandato de Merkel está marcado por su gestión de la crisis de refugiados de 2015, cuando, en contra incluso de buena parte de su partido, adoptó una política de puertas abiertas para recibir a quienes huían de la guerra en Siria y Afganistán o del hambre a través de Libia. Fruto de esa apertura, el número de solicitantes de asilo en Alemania, que en 2007 era de poco más de 450.000, alcanzó en 2019 los 1,8 millones de personas.

"No sabemos si fue un cambio emocional, si se conmovió en alguna visita a un campo de refugiados, o un cálculo de que el cierre de fronteras no era una alternativa, pero en el fondo adoptó una solución pragmática, el acuerdo con Turquía. Aunque no es un asunto resuelto", explica Franco delle Donne. Por su parte, José Manuel Saénz Rotko resalta que es el momento más humano de Merkel, así como "la decisión que más le ha desgastado".

También fue inopinada su decisión de cerrar todas las centrales nucleares de Alemania, adoptada tras la catástrofe de Fukushima y que se completará el año que viene. Miguel Otero califica ese paso de "audaz, incluso bastante radical", aunque señala que existen dudas sobre su eficiencia: "Eliminas esa fuente de energía, pero te haces más dependiente del carbón". Y del gas de Rusia: la construcción del gasoducto Nord Stream 2 ha sido uno de los puntos de fricción con los aliados durante su mandato.

La transición ecológica, a medio hacer

En cualquier caso, más de tres cuartas partes de la energía que se consume en Alemania tiene origen en combustibles fósiles y sus emisiones de gases de efecto invernadero, aunque se están reduciendo poco a poco, casi duplican las de Francia -un país con gran capacidad de producción de energía nuclear- y las de Italia, y están cerca de triplicar las de España.

La política medioambiental es, quizás, la más contradictoria de Merkel, pese a posicionarse como una de las líderes más convencidas de la necesidad de avanzar hacia la neutralidad climática. Una vez más, obligando a su propio partido a asumir posiciones que unos años antes eran indefendibles para la CDU.

Porque, en última instancia, tal como subrayan todos los analistas consultados, Angela Merkel ha sabido acomodar sus políticas a las demandas de los alemanes, ocupando como nunca antes otro canciller el centro político. Sin ella ni su sobrio liderazgo, Alemania se adentra a partir de ahora en una nueva era política.