Vidas marcadas por los volcanes de La Palma: "Tengo miedo, siento que vuelvo a vivir la erupción del 1949"
- Los vecinos que vivieron las dos últimas erupciones de la isla recuerdan la "tragedia" de 1949 y el "espectáculo" de 1971
- "Salió un gas y creí que me moría", cuenta Ovidio, quien vio de cerca el estallido del Teneguía
- Sigue la erupción del volcán de La Palma en directo
"Ay dios, todavía me parece que estoy viviendo ese momento". Carmen González tenía nueve años cuando sintió la erupción del volcán de San Juan, en La Palma, en 1949, por la que tuvo que ser evacuada de su casa con lo puesto. Ahora, a sus 81, aún le tiembla la voz al recordar aquel estallido y los temblores que lo precedieron, que reconoce que la dejaron "traumatizada": "Yo era muy pequeña y aquellas cosas de pequeña no se olvidan".
La erupción del pasado domingo le ha hecho revivir todo aquello. "Con decirte que apenas he salido de casa ahora…", cuenta a RTVE.es. "Donde vivo escucho los ruidos y prefiero ignorarlos". Actualmente reside en Los Llanos de Aridane, en un lugar suficientemente cercano como para escuchar el estruendo del volcán y de las coladas de lava que se acercan al mar, pero lo suficientemente lejano para no tener que ser evacuada de nuevo.
Antonia María Viña, de 61 años, recuerda "perfectamente" otra erupción, la del Teneguía hace 50 años, la última registrada en España. "Aquella erupción la recuerdo bonita. No hizo daño y lo vivimos tranquilamente. Esto, en cambio, ha sido una desgracia muy grande para la isla", asegura. Desde su casa en Los Llanos ve el fuego del volcán y está preparada para salir en cualquier momento por si necesita ser evacuada.
En 1971 fue con su familia a ver la lava saliendo de aquel volcán, que a diferencia del que entró en erupción el pasado domingo, se encontraba en una zona poco poblada y las coladas que escupió apenas afectaron a unas pocos cultivos antes de alcanzar rápidamente el mar.
Ovidio Cordero no vivía en La Palma cuando el Teneguía entró en erupción. Era profesor de instituto en Lanzarote y su pasión era la fotografía. "En aquel momento no era tan fácil viajar, pero conseguí irme unos días a La Palma y fui varias veces al volcán", narra. "Me gustaba mucho hacer fotos y además alguien me dejó una cámara de grabación y pude también hacer vídeos".
"Cuando íbamos en el avión, el piloto dijo: 'Supongo que como vienen aquí les gustará ver el volcán desde el aire'". Así que dio dos vueltas alrededor de la erupción. Uno iba con la ilusión de verlo desde tierra y pude verlo desde el aire", rememora ahora Ovidio, a sus 81 años.
"Salió un gas y creí que me moría"
Aunque Carmen vivió con pánico la erupción del volcán de San Juan, su familia quiso llevarla a ver el del Teneguía para intentar que lo superara. "A mí no se me sacó el miedo, todavía me dio más", dice ahora. De la erupción del 1949 lo que más le impresionaron fueron los temblores. "Gracias a Dios que no he oído ningún temblor de los de ahora".
Sí que escucha los movimientos sísmicos Antonia, desde su casa a pocos kilómetros des brechas por donde sale el magma. "El ruido es impresionante. Es como el mar cuando rompe y está bravo. Las coladas también se oyen mucho de día, pero la erupción sobre todo por la noche. Es tremendo", relata.
“El ruido es impresionante. Es como el mar cuando rompe y está bravo“
Hasta ahora, el volcán emergido en la zona de Cumbre Vieja ha provocado una gran lengua de lava que ha arrasado con cientos de casas, cultivos e infraestructuras en su imparable camino hacia el mar. Aunque los daños materiales son mucho mayores, no hay heridos ni muertos como sí que ocurrió en el Teneguía, cuando una persona falleció por inhalar gases tóxicos.
Ovidio estuvo muy cerca de correr un destino parecido. Tras ir a ver la erupción en octubre de 1971, a una distancia prudencial, volvió al mismo lugar al año siguiente, para ver cómo había cambiado la zona. "Estaba donde había surgido el volcán. De repente salió un gas de esa zona, y tiré hacia atrás. Creí que me moría", recuerda.
Cuenta que sintió miedo aquella segunda vez, pero no cuando el volcán entró en erupción. Lo veía de lejos, desde otro monte, con unas cuantas decenas de personas. "Me pasé horas allí, con la ilusión de verlo y hacer fotos". Tanto le gustó que cuando erupcionó el volcán submarino en El Hierro en 2011 se dispuso a ir "de cabeza", pero lo canceló en el último momento, cuando vio que "era una cosa pequeña".
Ahora no descarta viajar desde Lanzarote a La Palma. "Sigo teniendo ilusión con esta erupción. Si pasa una semana o dos y sigue activo sí que me daré una vuelta por allí, pero es más difícil porque la edad no perdona".
¿Qué ha cambiado de una erupción a otra?
En La Palma todavía hay algunos vecinos que han vivido en sus carnes las tres últimas erupciones de la isla, que son además las últimas que ha vivido España. Otro de ellos es Domingo Guerra, que tiene un recuerdo similar al de Carmen.
La primera, la de 1949, fue "una experiencia muy desagradable". "Estaba en el monte con mi padre y con los animales. Hubo que bajar del monte y fue una tragedia", relata Domingo. La segunda, en 1971, "fue un espectáculo impresionante, sobre todo porque sabía que no iba a hacer daño a nadie".
"Ahora tengo sentimientos encontrados. Este volcán es un espectáculo verlo de noche, pero es también sobrecogedor y aterrador porque está haciendo mucho daño", señala sobre este último volcán.
El Teneguía estuvo expulsando lava durante 24 días, lo que la convirtió en la erupción más corta de la historia de La Palma, y con el material solidificado del volcán la isla ganó tres millones de metros cuadrados de superficie. La erupción de San Juan duró en cambio 47 días y tuvo un impacto mayor. Muchos vecinos perdieron sus casas o sus plantaciones en la zona de Las Manchas, donde vivía Carmen, y tuvieron que emigrar a Venezuela y otros países.
La erupción del Teneguía "se puede llamar espectáculo", dice Antonia, aunque reconoce que no le gusta la palabra. "Esto no, para nada. Nadie esperaba que afectara a una zona tan grande y que fuera tan fuerte. Todos los palmeros estamos muy tristes porque nos va a costar muchísimo levantar todo esto. Son negocios, son familias, son ilusiones", sigue.
Sin embargo, nada tiene que ver el nivel de seguridad que hubo en las dos últimas erupciones con la actual. Antonia reconoce que "las autoridades han trabajado muy bien". "Fueron alertando de la situación y la gente ya estaba prevenida".
"Quizá lo que ocurre es que hoy quieren ir 10.000 y entonces éramos 40 o 50", asegura Ovidio. Da algunos consejos para aquellos que se acerquen a ver la erupción: "Quien vaya, como a mí me gustaría, que vaya obedeciendo, con seguridad y sin acercarse mucho"
Pero también cree que es posible "satisfacer la curiosidad con fotos y vídeos". "Los medios que teníamos entonces no eran nada comparado con lo que tenemos hoy", subraya. Ahora, viendo todas las imágenes que se publican en la prensa y en las redes sociales, siente la misma ilusión que cuando fue a ver la erupción, cuenta con algo de nostalgia.