Vivir en un garaje tras ser evacuado: "Nosotros cuatro dormimos dentro de la caravana y mis suegros en un cuartito"
- Más de 6.000 personas han sido desalojadas debido a la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma
- Algunas viven, provisionalmente, en pabellones, cuarteles, segundas residencias, casas de allegados o vehículos
- Sigue la erupción del volcán de La Palma en directo
Proteger sus vidas de un peligro inminente era lo urgente y por eso huyeron de sus casas con lo puesto. Algunos, como mucho, pudieron regresar durante unos minutos a sus viviendas para rescatar algunas pertenencias y volvieron enseguida a dejarlas atrás, mientras la lava del volcán de Cumbre Vieja avanzaba sin freno y devoraba, a su paso, algunos de esos hogares vacíos.
El segundo capítulo de la tragedia que vive La Palma llegó con el realojo de las más de 6.000 personas que han sido evacuadas, quienes viven, provisionalmente, en pabellones, cuarteles, segundas residencias, casas de allegados, coches o caravanas.
El testimonio de Jessica, una vecina del golpeado barrio de Todoque, resume la angustia que sienten miles de familias que lo han perdido todo de un día para otro. Su caso es especialmente duro porque el volcán ha dejado inhabitable su casa y le ha robado a su familia los ahorros, el trabajo y los recuerdos de toda una vida.
Vivir en una caravana dentro de un garaje en mitad de la tragedia
Aunque no tiene palabras ni fuerzas, dice, para expresar el dolor que siente, saca valor y explica ante las cámaras de TVE la difícil situación por la que pasa su familia desde que tuvo que ser evacuada. Lo hace mientras agarra con fuerza una estampa de la Virgen de las Nieves, a la espera de que le conceda "un milagro".
"Nosotros primero estuvimos acampando, mi suegra dormía en nuestra caravana y mi suegro en un coche. Unos amigos tenían un garaje con un cuartito y nos lo prestaron. En el garaje metimos la caravana y estamos nosotros (cuatro) y en el cuartito les preparamos una cama a mis suegros. Por lo menos no nos cae la ceniza encima (...) Somos seis más mi perrito", explica la mujer, visiblemente afectada.
Jamás pensó que esa caravana en la que acababa de gastar los pocos ahorros que tenía acabaría acogiendo a su familia tras una desgracia como la que vive desde hace cuatro días su querida isla.
“Me la quitará el banco, pero mientras no me la quite dormiremos ahí“
"Hace seis meses que la tengo, pero no voy a poder pagar esa letra. Me la quitará el banco, pero mientras no me la quite dormiremos ahí", afirma Jessica a las puertas del pabellón Severo Rodríguez, al que ha acudido para recoger unas bolsas con comida que los voluntarios preparan para quienes, como ella, necesitan ayuda.
Lo único que pudo salvar de su vivienda es la televisión, algo de ropa y unos anillos que acabará vendiendo para conseguir dinero. "Ahora no tenemos ni ahorros ni pensión ni casa ni trabajos ni una foto de mis hijos pequeños. Nada", lamenta la mujer, que cree que la tienda en la que trabajaba también ha podido quedar enterrada bajo las cenizas y el material volcánico.
Aunque sabe que el Gobierno de Canarias tiene previsto habilitar algunas viviendas para las personas evacuadas, cuenta que sus suegros, que son mayores, "no se quieren despegar" de ellos: "Prefieren estar en el garaje con nosotros a que les den un piso. Si hay uno para todos sí, pero solos no quieren estar".
Lo que ellos seis están viviendo en estos días, recalca, está siendo una tragedia. Lo único que puede hacer ahora, hasta que todo lo malo pase, es dar las gracias insistentemente a quienes les brindan ayuda y rezar, dice: "Esto no es un volcán, es el diablo".
Otra familia duerme en una "casita" para guardar plátanos
Mónica González, otra vecina del barrio de Todoque, cuenta que su casa, de momento, sigue en pie, pero está ubicada a pocos kilómetros del cráter y tuvieron que desalojarla en cuanto constataron que se había producido la erupción.
"Mi hija dijo 'mamá, explotó'. Miramos detrás de nuestra casa y lo vimos ahí mismo. Yo había preparado algunas cosas, recogimos lo que pudimos y salimos", relata esta madre que todavía no puede creer lo que está viviendo su familia. Después de haberse marchado del barrio, han podido volver en dos ocasiones a su vivienda para coger algunas pertenencias, con la ayuda de varios miembros de la Unidad Militar de Emergencias y de algunos familiares.
Lo siguiente, en medio del 'shock', explica Mónica, fue alojarse primero en casa de sus suegros, pero el espacio en esa vivienda es muy limitado porque también están viviendo allí sus cuñados con su hija y la pareja de esta, así que tuvieron que buscar un segundo alojamiento provisional.
"Un amigo de mi marido nos ofreció una casita que tiene para los plátanos. Al menos tiene un techo y tenemos una habitación y una cocina. Ahí estamos, de momento, a la espera de ver qué pasa. Tenemos una incertidumbre... No sabemos qué va a pasar", dice.
"Gracias a mis padres, tengo un techo"
Diana, también residente en Todoque hasta la irrupción del volcán, ni siquiera sabe aún si su vivienda ha sido devorada por la lava, pero cuenta que su suegra se enteró a través de los medios de que acababa de perder su hogar y no tiene ningún otro lugar al que ir.
"Yo, gracias a mis padres, tengo un techo, pero me duele no poder ayudarlos a ellos. Hay un montón de gente durmiendo en los coches (...) Es una incertidumbre constante. No sé si mi casa se va a salvar, no sabemos nada", lamenta la joven.
“Hay un montón de gente durmiendo en los coches. Es una incertidumbre constante“
Según los últimos datos del sistema de observación terrestre europeo Copernicus, obtenidos en la tarde de este miércoels, la lava arrojada por el volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma cubre ya más de 166 hectáreas y ha destruido 350 inmuebles. El Cabildo no descarta, además, que la afección supere el millar de inmuebles, sin contar los daños en carreteras, infraestructuras o plantaciones agrícolas.
A diferencia de lo que le ocurre a otros palmeros, Mónica y Diana no tienen la certeza de que su vivienda ya haya sido destruida por las lenguas de lava y cuentan con la ayuda de algunos allegados.
Más familias viviendo en caravanas o coches
Beatriz y su hijo Rafael no tienen, en cambio, ningún familiar en la isla y tampoco disponen de soluciones habitacionales en casa de amigos, así que en estos momentos están durmiendo en una caravana.
Aunque podrían haber aceptado una acogida provisional en un poliderportivo, Beatriz prefiere dormir en ese vehículo donde comparte cama con su hijo.
"Fue todo muy rápido. Vinieron por la noche y nos dejaron venir por lo puesto. Hace dos dias mi hijo se enteró de que podiamos coger unas cosas importantes y fue a casa, pero no tenemos donde ponerlas, ya que no tenemos familiares aqui", cuenta Beatriz, cuya vivienda está ubicada justo en la base de la montaña de Todoque.
Ellos hubiesen tenido una alternativa clara en Puerto Naos, donde tienen algunas viviendas vacacionales para alquilar, pero esa zona ha tenido que ser evacuada y no han podido desplazarse hasta allí.
Además, Rafael se dedicaba a cuidar de muchos de los cultivos que han sido arrasados por la lava en los últimos días y ha perdido, por tanto, sus ingresos habituales: "Es lo que teníamos para vivir", cuenta su madre.
Desde domingo a jueves ha aumentado significativamente el número de caravanas y el Ayuntamiento ha habilitado un parking con un desagüe y tomas de agua.
Otras personas han optado por dormir sus coches ante la posibilidad de que en los puntos de acogida no les permitan estar junto a sus animales.
Alquilar una vivienda también podría ser una opción factible para muchos, de no ser porque la oferta en La Palma es muy reducida. Una sencilla búsqueda en una de las principales plataformas de alquiler revela que en la isla, ahora mismo, solo hay disponibles 15 viviendas. La mayoría, de una habitación y el precio medio es de 640 euros.
Realojo en cuarteles, hoteles, pabellones o viviendas vacías
La ayuda de instituciones y organismos a las casi 6.000 personas que han tenido que abandonar sus hogares y sus trabajos a causa de la lava del volcán de Cumbre Vieja se incrementa día a día.
El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, anunció este miércoles el comienzo de los realojamientos de parte de los 137 afectados por las coladas del volcán de Cumbre Vieja que se han hospedado desde el domingo en el cuartel de Breña Baja en centros sociosanitarios, en un hotel del municipio de Fuencaliente y en otros recursos que se están habilitando para estar disponibles en los próximos días.
Además, la Consejería de Obras Públicas está gestionando la compra de 280 viviendas para alojar a las familias que han perdido sus casas.
De esa cantidad total, 257 viviendas son de nueva construcción, acabadas o a punto de terminarse, y las 23 restantes, de una nueva promoción que el Instituto Canario de Vivienda (ICAVI) está finalizando en el municipio de El Paso y que cederá para hacer frente a esta emergencia habitacional.
El Gobierno canario prevé tener casi 1.000 alojamientos disponibles en octubre y se plantean habilitar casas prefabricadas.
A esa ayuda que presta la Administración a los afectados se ha sumado la oferta de las patronales de la banca española AEB, CECA y Unacc y la gestora de activos inmobiliarios Sareb de poner a disposición de los afectados las viviendas que tengan disponibles en la isla "de forma gratuita y mientras sea necesario" para contribuir a su realojo temporal.
Los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane son los más afectados y ya se trabaja en buscar alternativas a una de las necesidades más urgentes, que es la escasez de alojamientos para las personas evacuadas.
En Breña Alta se ha habilitado el acuartelamiento de El Fuerte, gestionado por Cruz Roja y habitado inicialmente por más de 200 personas.
También es incesante la actividad dentro del pabellón Severo Rodríguez (Los Llanos de Ariadne), donde un grupo de voluntarios, mayoritariamente chicos jóvenes, clasifica la ropa, zapatos y productos de higiene donados, que los afectados por el volcán tienen a su disposición sin ningún tipo de límite. Estas necesidades están cubiertas y lo que más urge, según informa Efe, son alimentos.
La escasa capacidad alojativa de la isla deja poco margen para albergar a las personas en alojamientos turísticos. El hotel de Puerto Naos, por ejemplo, fue desalojado y muchas viviendas rurales y de alquiler vacacional han sido destruidas por la lava.