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Festival de San Sebastián

Alejandro Amenábar: "La cultura es nuestro petróleo y está un poco abandonada"

Por
Alejandro Amenábar presenta su serie 'La Fortuna' en San Sebastián

Dice Alejandro Amenábar que se considera un director mainstream que busca al público. Su salto a las series con La fortuna tiene, desde ese punto de vista, todo el sentido. Pero además encaja con su viraje a la intriga política iniciada en Mientras dure la guerra, su ambición de abordar producciones desafiantes (incluye una batalla marina decimonónica) y su vocación trasatlántica.

Presentada en la sección oficial de San Sebastián, la serie es una aventura pura y dura: una historia de tesoros y piratas modernos basada en el cómic de Guillermo Corral y Paco Roca (El tesoro del Cisne Negro) que a su vez se inspiraba en la historia real del pecio Nuestra Señora de las Mercedes, cuyo tesoro de oro fue expoliado por la empresa americana Odyssey, iniciando una batalla jurídica por parte del estado español hasta lograr su devolución completa en 2012.

Con un variopinto reparto de actores españoles (Álvaro Mel, Ana Polvorosa, Karra Elejalde, Manolo Solo) e internacionales (Stanley Tucci, Clarke Peters, T’Nia Miller), La fortuna le ha servido también al cineasta para homenajear al cine que marcó su adolescencia.

PREGUNTA: Siendo una serie de aventuras, es curioso que La fortuna se relaciona con Mientras dure la guerra

RESPUESTA.: Sí, en realidad la serie va de otra cosa, pero cuando con mi coguionista Alejandro Hernández empezamos a rascar en los personajes y en las situaciones vimos que fácilmente se podía hablar de dos personajes con ideas políticas muy distintas que se conocen y se enamoran, que es algo que vemos en nuestra vida diaria y me apetecía plasmar. Sí que tiene continuidad con el proyecto anterior en que yo apuesto por la convivencia y con la mezcla de gente con distintas ideas.

P.: La cultura es nuestro petróleo, dice en ministro de Cultura que interpreta Karra Elejalde. Pese a que los personajes porfían por recuperar el tesoro, siempre tienen la sensación de que les falta apoyo estatal firme. ¿No valoramos suficiente nuestro patrimonio?

R.: Hay un momento en que el ministro de Cultura que interpreta Karra Elejalde pide hablar con su homólogo americano y le contestan que en EE.UU. no hay ministro de Cultura, seguramente porque ni lo necesitan: su cultura, per se, se ha extendido por todo el planeta. Y a veces uno tiene la sensación de que la cultura es un poco la ‘maría’ y está un poco abandonada. Lo que sí que reivindico y se dice en la serie es que la cultura es nuestro petróleo porque nos define dentro y fuera. Y parece que un éxito deportivo se valora de distinta manera a un éxito cultural o cinematográfico. La cultura se ve a veces en el centro del huracán, porque la labor de un representante de la cultura como yo es cuestionar o reflexionar la sociedad en la que vive y eso a veces choca con ideas de otra gente.

P.: La película también muestra el choque con la cultura estadounidense, que conoces bien por tu carrera y que te ha influido en tu cine. ¿Has profundizado más durante el proyecto?

R.: El retrato de las dos culturas, la mediterránea y la anglosajona, se hace a través de pinceladas. Es verdad que me he encontrado, por mis propios proyectos, a caballo entre los dos mundos, pero he tenido el mismo contacto con la cultura americana que mucha gente puede haber tenido simplemente viendo la televisión: sus comportamientos, la cultura de las armas… Son cosas que ellos dan por hecho y que sorprenden mucho al resto del planeta. Quería contar también como la idiosincrasia española puede ser vista por alguien que viene de fuera: Hay un momento el que Jonas (Clarke Peters), el abogado americano, se encuentra con la reunión ministerial envuelta en el caos. Quería jugar a cómo es la visión de lo otro desde nuestro punto de vista y viceversa.

P.: Es la primera vez que sitúas en el centro de una obra tuya una historia de amor. ¿Es tu obra más romántica?

R.: En realidad, no soy muy fan del cine romántico o de la comedia romántica, pero está historia se prestaba. Siempre digo que el humor forma parte de mi vida, aunque mis películas no sean comedias. Y el amor también forma y ha formado parte de vid. Ya estaba en el cómic, pero intentamos rascar un poco más en los personajes y ver cómo podía salir una historia interesante a través de a diferencia de él, ya que ella es mayor que él.

P.: Da la impresión que el protagonista que encarna Álvaro Mel, un joven que empieza la carrera diplomática, sobradamente preparado, que tiene que asumir de golpe un enorme peso profesional, encaja con tu biografía.

R.: Cuando leí el cómic en seguida se lo dije a Guillermo Corral y Paco Roca: para mí era muy fácil empatizar con ese chaval, Álex Ventura, porque estamos hablando de alguien que empieza muy joven y de pronto se ve cargado con una responsabilidad, que es un poco pardillo y que tiene que ir aprendiendo, enfrentándose a Goliat. Y me pasó en mi primera etapa de cineasta, cuando tuve que ir tocando palos de Hollywood, reuniéndome con Harvey Weinstein, etc. Lidiar con esas situaciones son las que me hicieron madurar.

P.: ¿Visualmente te influía en algo el trabajo visual de Paco Roca?

R: El cómic bebé de Tintín, que yo descubrí relativamente tarde, hace 10 años. Ya que iba a hacer una historia de piratas, tesoros y aventuras, mi aportación fue buscar lo que me había gustado de niño y adolescente, que es un abanico que va desde Steven Spielberg, pasando por James Cameron, hasta el Oliver Stone de JFK. Quería que todo ese cine de los 80 y 90 que me había fascinado se respirase en la serie. Y casi te diría Berlanga: a veces, cuando rodábamos esas reuniones ministeriales les decía a los actores: imaginaos que estábamos en una película de Berlanga.

P.: Tu vida ha sido el largometraje, ¿ha sido difícil adaptarte al formato serie? ¿O son todo ventajas?

P.: El formato de serie te permite ahondar en los personajes. Me llevo muy bien con la síntesis y no me gusta perder el tiempo. No me gusta perderlo en redes ni por supuesto cuando estoy viendo una serie. Cuando veo algún episodio que están rellenando para llegar al siguiente me mosqueo un poco. Me gusta que cada episodio tenga chicha y es lo que hemos intentado desarrollando todos los personajes. Y eso es una ventaja respecto a la película.

P.: ¿Crees que las narraciones audiovisuales se están haciendo más homogéneas y que cada vez, como defiende Martin Scorsese, hay menos apuestas por un cine más arriesgado o poético?

R.: No diría que necesariamente está pasando ahora: lleva pasando mucho tiempo. El cine, como todo el arte, se mueve por corrientes y es verdad que en los años 70, en la generación que estaba Scorsese, surgía más cine de autor. Quiero pensar que va a seguir habiendo proyectos interesantes y libertad creativa en la medida que el público lo demande, porque el público, aunque a veces los estudios piensen que es tonto, no lo es, y la gente quiere ver cosas nuevas y especiales. O muchas veces quieren ver la misma cosa pero con una variación. Insisto: aunque hay una gran corriente de cine mayoritario, siempre va a haber resquicios para algo especial. Dicho esto, yo me considero un director mainstream. Busco a los espectadores e intento conectar con la mayor gente posible. Siguiendo mi camino, pero sí intento esa confluencia masiva de espectadores.