La erupción de La Palma, un espectáculo hipnótico en mitad de la tragedia
- Centenares de visitantes acuden diariamente a contemplar la erupción en Cumbre Vieja
- Son conscientes del daño que está provocando, pero creen que se puede admirar "con respeto"
- Sigue la erupción del volcán de La Palma en directo
La vida continúa en La Palma a pesar del volcán, aunque de manera desigual. La isla está dividida longitudinalmente en dos partes, con la inmensa mole de la Caldera de Taburiente en el medio, que se prolonga hacia el sur en forma de macizo montañoso al que los palmeros llaman, simplemente, "Cumbre". Estas montañas volcánicas actúan como una pantalla que separa ambas vertientes de la isla, convirtiendo las dos mitades en mundos completamente diferentes.
Si en la mitad oriental, cuyo epicentro es la capital, Santa Cruz de la Palma, sus habitantes tienen que ver la erupción en una pantalla y solo perciben su cercanía por la nube de cenizas que en los últimos días se deposita por todas partes como una gruesa alfombra de arena oscura; en la occidental, el ritmo del Valle de Aridane y sus alrededores está marcado por el ronroneo furioso del volcán, que sigue escupiendo fuego desde su atalaya cada vez más alta y, de vez en cuando, emite unas detonaciones tan violentas que hacen temblar los cristales.
En ese lado de la isla, durante el día, la claridad impide que la erupción se pueda apreciar en toda su magnitud, pero cuando cae la noche, la silueta incendiada del volcán emerge como un gigantesco castillo de fuegos artificiales, provocando un efecto hipnótico en todo aquel que dirija sus ojos hacia allí. Es entonces cuando cualquier rincón que tenga vistas hacia Cabeza de Vaca se llena de espectadores que contemplan el volcán en silencio, entre sobrecogidos y fascinados.
"Si miras para atrás, es muy jodido"
Para muchos de ellos, ese espectáculo tiene también un punto de remordimiento, ya que la extrema belleza del volcán contrasta con el daño que está provocando. "El volcán te alucina, pero si miras para atrás y ves lo que hay, es muy jodido. Tiene las dos caras. Miras hacia adelante y ves lo impresionante que es, te das la vuelta y ves la desgracia que está dejando detrás", aseguran Raúl y Rafael, dos grancanarios que observan la erupción desde la cuneta de la carretera, y que han llegado a La Palma hace escasas horas, después de que el día anterior hicieran una colecta exprés entre sus conocidos y llenaran el coche de productos de primera necesidad, que han traido en barco para ayudar a las familias palmeras afectadas por la erupción.
La mayor parte de estos espectadores nocturnos son habitantes de otras islas canarias, que han llegado a La Palma expresamente para ver la erupción o esta ha coincidido con una visita que tenían planeada desde hacía tiempo. Es el caso de Adrián y María, procedentes de Tenerife. "Teníamos el viaje reservado desde hacía un mes, y nos ha coincidido justo con esto. No sabíamos con claridad si íbamos a venir o no, pero al final nos hemos decidido. Y una vez aquí, nos hemos venido a ver el volcán, claro", cuentan. "Estamos flipando. Es un espectáculo que no se ve todos los días, y en persona es totalmente diferente a cómo se ve en la tele. Así es mucho más bonito", describen.
Tomás y Jorge también viven en Tenerife, y no tienen ningún reparo a la hora de afirmar que solo han venido a contemplar el volcán: "Es algo que se ve una vez en la vida, y no todo el mundo tiene la oportunidad de poder hacerlo. Y ya que cuadraba, hemos decidido venir a La Palma y volver a Tenerife al día siguiente". Estos dos amigos son conscientes del rechazo que actitudes como la suya pueden estar provocando entre la población palmera. "Esta mañana, alguien ha gritado desde un coche que esto no era un parque de atracciones", cuentan, pero aseguran que ellos "intentan no interferir en nada".
"Es un espectáculo que nos ofrece la naturaleza"
Samantha y Evelyn proceden de la isla de Gran Canaria, y confiesan que, aunque tenían el viaje a La Palma programado desde hacía meses, la erupción del volcán "ha aumentado incluso el interés que teníamos por venir". "Es algo increíble, que no se ve todos los días", afirman, sin poder apartar la mirada de ese surtidor de fuego que tienen ante ellas. "Nos da mucha pena por las personas que se han quedado sin casa, pero a fin de cuentas es un espectáculo muy bello que nos ofrece la naturaleza", expresan.
Muy cerca de ellas se encuentran Rubén y Sonia, que proceden de Tenerife y están en La Palma pasando unas vacaciones que habían reservado antes de que el volcán entrase en erupción. "En ningún momento lo hemos dudado, porque para nosotros es algo histórico. Aunque también entendemos la situación y respetamos a la gente que está aquí sufriendo", manifiestan, y recalcan que "se puede venir y ver el volcán con respeto".
En las cunetas de las carreteras, en los miradores, decenas de coches aparcados de cualquier manera delatan la presencia de una romería silenciosa de personas ocultas en la oscuridad, que contemplan el volcán como hipnotizados, sin poder apartar sus ojos de ese sobrecogedor espectáculo que también se está llevando por delante una parte de la vida de esta pequeña isla. Son observadores que se sienten privilegiados, pero que también saben que detrás de tanta belleza se esconde mucho dolor.