La Palma, semana 1 después de la erupción: la desesperanza hace mella entre los casi 6.000 evacuados
- El estupor de los primeros momentos ha dado paso a que los más afectados comiencen a "aterrizar en la realidad"
- "Muchos han visto imágenes en directo de su casa arrasada por la lava", cuentan los psicólogos que los atienden
- Sigue la erupción del volcán de La Palma en directo
El domingo 19 de septiembre, a las 15:12, un nuevo volcán erupcionaba en Cumbre Vieja, medio siglo después del Teneguía, que había sido hasta ese momento el último en La Palma. La rotura del suelo y posterior eyección de lava se produjo en un paraje deshabitado, conocido como Cabeza de Vaca, lo que permitió que se evacuase inmediatamente a los habitantes de la zona y, hasta el momento, no se haya producido ninguna pérdida humana.
Después del sobresalto inicial, el centro de atención se trasladó a otro punto: el río de fuego que avanzaba ladera abajo engullendo todo cuanto encontraba a su paso. En un principio, se dio por sentado que su llegada al mar era inminente, en la zona de Playa Nueva, pero según pasaban los días se empezó a barajar incluso que no lo hiciese. Después de una semana, aún no ha alcanzado el Atlántico, y el frente de lava avanza muy despacio, lo que ha hecho que la colada haya ganado espesor, hasta 12 metros de altura en algunos puntos, y se haya ensanchado, provocando aún más devastación.
Las casas devoradas a cámara lenta por la la lengua de lava se han convertido en la imagen de la tragedia de La Palma, pero detrás de todas ellas hay algo que no se ve: centenares de familias que han tenido que huir casi con lo puesto, mientras el fuego destruía para siempre los esfuerzos de toda su vida o amenazaba con hacerlo. Esta es la cara más trágica de una erupción que hasta al momento ha provocado la evacuación de unas 6.000 personas. Muchas de ellas han encontrado acogida en casas de familiares y amigos, mientras que otras se han tenido que instalar en albergues de emergencia.
Lourdes Labrador, presidenta de Cruz Roja comarca este de La Palma, ha acompañado en todo momento a los evacuados desde que comenzaron a llegar al centro de acogida temporal que inmediatamente se instaló en el Fuerte, un acuartelamiento militar muy próximo a la capital, Santa Cruz. "Venían desorientados, sin saber qué pasaba, con mucha incertidumbre y miedo… Esas eran las caras que veías cuando llegaban, pero todavía en muchas de ellas había esperanza de que no fuera a pasar lo que ahora está pasando", recuerda, aunque apunta a que "esa esperanza se ha ido perdiendo, a lo que ha contribuido que muchos han visto imágenes en directo de su casa arrasada por la lava".
“Lourdes Labrador (Cruz Roja): Muchos han visto imágenes en directo de su casa arrasada por la lava. “
Labrador, cuya misión es prestar apoyo psicológico a estas personas evacuadas, describe cómo el paso de los días ha hecho mella en ellas. "Después de una semana, ya hay desesperanza total y ya empiezan reacciones de que se están dando cuenta. Los primeros días estaban más o menos enteros. Unos se apoyaban a otros, porque hay que darse cuenta de que son una comunidad entera la que lo ha perdido todo. Pero ahora ya están aterrizando en la realidad. Ya saben que han perdido sus viviendas, sus negocios, su modo de vida… Todo", recalca.
"Lo que muchos piden es que después no se les olvide, porque la emergencia terminará, pero la situación no se va a arreglar en dos días. Cuando pase la emergencia como tal es cuando realmente se va a necesitar la ayuda", reclama esta voluntaria de Cruz Roja.
Reubicados en hoteles
Para tratar de aliviar su angustiosa situación, hasta que el volcán deje de escupir fuego y ellos puedan empezar a reconstruir sus vidas, las autoridades que gestionan la emergencia han decidido reubicar a una parte de los evacuados en complejos hoteleros, como el Teneguía Princess, situado en el sur de la isla, donde al menos pueden contar con la intimidad de una habitación.
Felipe es una de estas personas, y a sus 77 años asegura que ya ha visto tres volcanes: el San Juan, el Teneguía y el actual, aunque este último "ha sido diferente". "Ahora mismo mi casa está en pie, más o menos a 200 metros de la lava, que está parada", cuenta, aunque reconoce que "las esperanzas son pocas, porque eso de un momento a otro se puede reanudar". "Si llega a pasar, yo ya estoy viejo, pero para mis hijos sería lo peor. Tendríamos que afrontarlo y seguir la vida, porque no hay otra cosa...", expresa con lágrimas en los ojos.
Igual que Felipe, Ovidio ya ha vivido tres volcanes, y dice que "este ha sido completamente diferente a los otros dos". "Yo tengo más de un millón de mentiras aquí en la cabeza, de la televisión, de la gente… Es una cosa increíble, está todo el mundo loco con el volcán. Ya me han hablado de gente de aquí de La Palma que se va a Tenerife porque le han cogido miedo a la isla", asegura.
“Ovidio, evacuado: Me han hablado de gente de La Palma que se va a Tenerife porque le han cogido miedo a la isla. “
"Yo no soy persona de mucho miedo, pero todo esto me ha quitado las ganas de comer", admite este vecino de 86 años cuya casa está situada en La Bombilla, una de las zonas costeras que corren más peligro si finalmente la colada principal de lava supera Todoque y llega al mar.
Nakcyra es venezolana, y llegó hace tres años a La Palma, donde se instaló en El Remo, otra de las zonas costeras ahora desalojadas ante la posible llegada de lava desde la parte superior de la isla. "Mi padre es palmero, y siempre le escuché historias de volcanes, pero nunca imaginé que tendría que vivir una experiencia así", dice. "Desde que nos movieron al hotel, he dormido un poco más, porque estoy muy nerviosa. Lo que me más preocupa son las bocas que va desarrollando el volcán", declara.
En el caso de Isabel, su casa se encuentra en Las Manchas, y al menos hasta hacía unas horas, cuando le dieron el último parte, no había sido destruida por la lengua de fuego. "He visto llorar a mis vecinos, porque habían construido su casa con sus propias manos, y ahora se habían quedado sin nada", cuenta, para confesar después que ella en todo este tiempo también ha sentido "muchas ganas de llorar", pero no por su situación, sino "por esa pobre gente". "Yo no sé si mi casa se ha caído o no. Y si se ha caído, mala suerte, no se puede hacer nada", manifiesta con resignación.
Una "angustia continua"
El nuevo volcán, que aún no tiene nombre, emergió en el término de El Paso, una localidad a la que pertenecen muchos de los barrios afectados. Sergio Rodríguez es su alcalde, y desde que la tierra comenzó a moverse cada vez con mayor fuerza, como preludio de la explosión de fuego que terminaría abriendo el suelo de Cabeza de Vaca, ha estado al pie del cañón para acompañar a sus vecinos, y también para atender escrupulosamente al enjambre incansable de periodistas que han llegado desde otras islas de Canarias, la Península y el extranjero.
"Hay mucha gente evacuada que no sabe cómo está su casa, si se van a encontrar el trabajo de toda su vida totalmente desaparecido. Es una angustia continua que no es fácil de llevar, y conforme pasan los días, se mantiene la situación. No pueden comprobarlo, no se pueden acercar a la zona, no reciben información y la están demandando continuamente", describe.
En su equipo trabaja la concejala Ángeles Fernández, quien se está encargando de coordinar el dispositivo de servicios sociales durante la emergencia, ocupándose de aspectos como las evacuaciones, los traslados o la provisión de ropa y alimento a los desalojados. "A mí me preocupa mucho el estado emocional y psicológico de la gente", dice, porque "esto va a ser muy largo y muy duro". "Hace un mes teníamos un incendio urbano en el municipio, y luego la pandemia. Nos ha pillado todo. La gente viene psicológicamente muy tocada", subraya.
"Esto va a acabar pronto"
Lejos de El Paso y de la zona de erupción, en el hotel Teneguía Princess, los evacuados tratan de llevar la situación lo mejor que pueden. Después de una semana de volcán, Miguel Ángel reconoce que está "un poco nervioso, pero bien de ánimo". Su casa se encuentra en Jedey, y desconoce si sigue en pie. "En mi familia, somos seis desalojados, y todos están mal", expone, aunque él aún no ha perdido el optimismo, ya que cree que "esto va a acabar pronto". "No se puede pensar otra cosa, porque nadie puede con algo así. Esto no lo para ni los fuertes, ni los flojos, ni nadie", asegura.
“Ana Cecilia, evacuada: Va a llevar tiempo que podamos tener una vida como la que teníamos. “
Ana Cecilia, en cambio, piensa que la situación "se va a demorar meses", ya que "no es solo que el volcán deje de echar lava, es que después hay que volver a hacer carreteras de acceso, hay que reconstruirlo todo… Va a llevar tiempo que podamos tener una vida como la que teníamos", manifiesta. Ella vive junto con su familia en Puerto Naos, una localidad turística ubicada en la costa, muy cerca de la zona donde supuestamente la colada principal podría encontrarse con el mar.
"Todos los miembros de mi familia estamos de ánimo bastante bien, dentro de lo que está pasando", afirma, aunque lo que más le preocupa es el futuro, ya que su hija y su yerno trabajan en Puerto Naos, en el sector de la hostelería, "así que los ingresos que tenemos son esos". Sin embargo, aún mantiene un rayo de esperanza: "Con todas las instituciones que están volcadas en esto, seguro que alguna solución nos van a dar".