Los bebés atrapados en Ucrania durante la pandemia: la parte más oscura del negocio de la gestación subrogada
- Las gestaciones por sustitución son un negocio millonario que se aprovecha de la pobreza de las madres de alquiler ucranianas
- 'La industria de los bebés ucranianos' ya disponible en RTVE Play
Ucrania se ha convertido en el país preferido por las parejas que desean un hijo por gestación por sustitución. En la primavera de 2020, unas imágenes insólitas dieron la vuelta al mundo. Cientos de bebés gestados por madres de alquiler ucranianas esperaban a que sus padres llegaran desde el extranjero para recogerlos. Pero las restricciones sanitarias no lo permitieron. Los bebés quedaron entonces atrapados durante semanas en un hotel de Kiev propiedad de BioTexCom, una de las compañías más pujantes que ofrece estos servicios. El coste de esta práctica -a mitad de precio que en Estados Unidos- y la laxa legislación en la materia han impulsado el crecimiento de este negocio en Ucrania, el segundo país más pobre de Europa.
“ La sensación que te transmite la sala con los bebés es de pena. Sientes lástima por ellos“
Atrapados en el vestíbulo de un hotel
En la primavera de 2020, el confinamiento por la pandemia de coronavirus dejó atrapados en Ucrania a cientos de bebés nacidos de madres de alquiler. Los pequeños tuvieron que esperar semanas a que sus padres pudieran ir a recogerlos. La compañía que llevó a cabo la gestación por sustitución se hizo cargo de los bebés. En el vestíbulo de un hotel, Olha y sus compañeras cuidaron de estas indefensas criaturas. "La sensación que te transmite la sala con los bebés es de pena. Sientes lástima por ellos", afirma Olha, una de las enfermeras. "A un niño hay que cogerlo en brazos, hay que hacerle caso, hay que darle calor", insiste mientras mece a uno de ellos. Esta imagen, que dio la vuelta a medio mundo puso en evidencia la parte más oscura de esta industria.
BioTexCom, incubando dinero
Ucrania es hoy el epicentro de la gestación por sustitución. Y BioTexCom ha contribuido en gran medida a ello. En los últimos diez años, esta empresa se ha transformado en una de las mayores del sector. Su potencial de crecimiento es inmenso porque cada vez más parejas que no pueden tener hijos deciden acudir a la gestación por sustitución. "Vienen desde Latinoamérica y Estados Unidos, así como de Europa y China", cuenta el director de BioTexCom, Albert Tosilovski, investigado por un presunto delito de trata y fraude.
“ Pasamos por 12 tratamientos y tuve seis embarazos que no llegaron a término“
Entre sus éxitos subraya que en el año 2020 han gestionado cerca de 500 nacimientos. Y vaticina que cuando termine la pandemia, esta cifra se disparará. "Se multiplicará y no por 10 ni por 100, sino por 1.000 de aquí a diez años", explica entusiasmado pensando en la cuenta de resultados de la empresa. Y es que cada pareja paga a BioTexCom entre 40.000 y 60.000 euros por el paquete de gestación por sustitución que suele incluir también una donación de óvulos.
Han de ser heterosexuales, estar casados y demostrar con informes médicos la imposibilidad de procrear. "Pasamos por 12 tratamientos y tuve seis embarazos que no llegaron a término", relata Andrea que, junto a su marido Fernando y otras familias, llegaron en avión privado desde Argentina a recoger a sus bebés. "La primera vez que lo vimos cara a cara, no me lo podía creer. ¡Fue tan emocionante!", explica Andrea, pletórica mientras coge en brazos por primera vez a su hijo Ignacio entre los flashes de los periodistas que acudieron a la rueda de prensa convocada por BioTexCom.
“ La primera vez que lo vimos cara a cara, no me lo podía creer. Fue tan emocionante“
Madre de alquiler o una forma de paliar la pobreza
El camino de la gestación por sustitución se dirige ahora hacia Ucrania después de que en los últimos años destinos tan populares como la India o Tailandia la prohibieran a raíz de abusos como la trata y la explotación.
La pobreza que asola a Ucrania ha sido el acicate que ha hecho crecer el número de madres de alquiler como medio para ganarse la vida. Natalia es una de ellas. Su marido ha tenido que marchar a Polonia para trabajar y ella solo gana unos 140 euros como cajera en un supermercado. "Por eso me hice madre de alquiler", confiesa resignada. "Aquí no podemos salir adelante", añade Natalia.
“ Mi marido entiende que no es mi hija, que yo solo doy a luz“
Hace unas pocas semanas ha parido a una niña. Le han pagado 13.000 euros, una cantidad equivalente en Ucrania al salario de cinco años. "Mi marido entiende que no es mi hija, que yo solo doy a luz", explica.
A la situación de pobreza que sufre el país, se suma una laxa legislación. La actividad comercial está autorizada, pero la gestación por sustitución y la donación de óvulos carecen de regulación. Las madres de alquiler no están amparadas legalmente, en particular si el embarazo da algún problema.
“ Por eso, me hice madre de alquiler. Aquí no podemos salir adelante“
Olha lo ha sufrido en su propia carne. El embrión que le implantaron murió en la semana sexta. La clínica de gestación por sustitución no se responsabilizó y fue ella quien tuvo que hacerse cargo de su tratamiento médico. A punto estuvo de perder el útero. "Si algo sale mal y el agente se lava las manos, lo más probable es que la madre de alquiler no consiga nada", asegura la abogada Oleana Babits.
La indefensión jurídica a veces alcanza incluso a los bebés. Brizzy fue prematura. Nació con 870 gramos de peso y sufrió daño cerebral. La pareja estadounidense para la que había sido concebida la abandonó al conocer su discapacidad. Marina, su cuidadora, ha visto en Facebook unas fotos de los padres de Brizzy que la han escandalizado. "Han tenido más hijos con otras madres de alquiler desde el nacimiento de Brizzy", comenta horrorizada. Es un ejemplo de la vulnerabilidad de los niños nacidos por gestación por sustitución. Y una reflexión más para añadir a esta controvertida práctica que, para unos supone la máxima felicidad y para otros un negocio tan sombrío como rentable. Tanto, que la industria de los vientres de alquiler ya se plantea desarrollar úteros artificiales en los que los bebés serían gestados mecánicamente.