La madrileña Natalia Martín Ranera gana el III Premio Internacional de Ilustración Edelvives
- El jurado destaca "la fuerza expresiva de sus imágenes surrealistas"
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La madrileña Natalia Martín Ranera ha ganado el III Premio Internacional de Ilustración Edelvives, dotado con 7.500 euros.
El jurado destacó «la fuerza expresiva de sus imágenes surrealistas y el uso de un lenguaje simbólico que se sirve de los objetos para narrar los estados psicológicos de los personajes.
En su propuesta, la ganadora construye distintos niveles de lectura, que acompaña de atmósferas sugerentes, cuyo fin es incitar al lector a reflexionar más allá de las meras formas y colores». Asimismo, el jurado hizo hincapié en «la composición, el magnífico uso de la paleta de color y el dominio de una técnica que recurre al impacto de la extrañeza para captar la atención del observador».
El Premio Internacional de Ilustración Edelvives tiene la vocación de crear un proyecto editorial que se materializará en un libro cuyas ilustraciones serán de Natalia Martín Ranera.
El jurado también ha acordado conceder una mención especial a Christa Soriano Michel (Barcelona). El jurado resaltó «el trabajo de las figuras y los espacios en una propuesta coherente y sólida».
Una ilustradora madrileña afincada en Valencia
Natalia Martín Ranera nació en 1994 en Madrid. Estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de esa ciudad y completó sus estudios con un máster en Diseño y Dirección Artística en la escuela Trazos de Madrid y un máster de Producción Artística en la Universidad Politécnica de Valencia.
Ha sido seleccionada en el Certamen de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid y en la Exposición Babalunga i Kamalongos de la Feria Ilustrada de Babakamo en Valencia, entre otros.
En palabras de la galardonada, la concesión de este premio supone «una emoción tan grande que no sé por dónde empezar, así que lo primero que quiero hacer es agradecer al equipo de Edelvives este gran regalo. Este premio no podría llegar en mejor momento, pues he pasado unos dos últimos años muy duros. He perdido a las dos personas más importantes de mi vida, mi padre y mi madre, dos seres magníficamente humanos que precisamente me transmitieron ese amor tan grande que llevo dentro por el arte y por la literatura.
Mi padre solía decirme: “Hija, un libro es un tesoro”, y yo he convertido ese tesoro en mi mundo secreto lleno de imágenes, personajes y sueños. Este premio supone la primera flor de primavera tras un largo invierno lleno de mucho dolor, esfuerzo y tenacidad; esa flor que te recuerda que confíes, pues la semilla plantada da sus frutos. Y supone también una tarta de manzana y un batido de chocolate con ellos, para celebrarlo, estén donde estén».