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Claves de la semana: la salud deja paso al bolsillo

  • A medida que la situación epidemiológica mejora emergen los temas de siempre, aunque influidos por lo ocurrido en la pandemia

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España parece dejar atrás, ahora sí, lo peor de la pandemia y a medida que la COVID-19 remite y se recuperan los espacios y las relaciones perdidas, afloran otra vez las antiguas preocupaciones. La salud abandona el primer plano, al que vuelve el bolsillo: el paro y la economía vuelven a ser los dos principales problemas para los españoles, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Ahí se advierte, además, una notable subida de la preocupación por la subida de la luz: el 3,8 % la cita entre sus principales inquietudes, cuando dos meses antes apenas la mencionaba el 0,3 %. Y es muy probable que aumente todavía más, teniendo en cuenta que el coste del megavatio-hora en el mercado mayorista ha subido un 43 % en septiembre y marca nuevos récords casi cada día. Esta semana ya ha superado la barrera de los 200 euros.

1. La inflación se dispara a lomos de la luz

La escalada en el mercado mayorista se deja notar ya en la factura del consumidor final, como reflejaba esta semana la estimación adelantada del Índice de Precios al Consumo (IPC): en septiembre, los precios han subido un 4 % respecto al mismo mes del año pasado, lo que representa la mayor subida interanual en 13 años.

Por el momento, ese incremento de los precios se debe en gran medida al aumento del coste de la energía, como revela la diferencia con la inflación subyacente, el índice del que se eliminan los alimentos no elaborados y los productos energéticos por su volatilidad. Este ha subido tan solo un 1 %, recuperando los niveles previos a la pandemia.

La subida de la inflación, en cualquier caso, no se circunscribe a España, sino que se aprecia un alza generalizada en buena parte de los países de la zona del euro, con similar dependencia energética. En Alemania, los precios han aumentado un 4,1 % y en Italia, un 3 %, mientras que en Francia, que se defiende mejor de las subidas de gas y petróleo gracias a la generación nuclear, registra un incremento del 2,7 %.

La gran cuestión es si se trata de una subida de precios estructural, fruto de la recuperación económica y de la montaña de liquidez inyectada por los bancos centrales, o una situación transitoria, alimentada por los precios de la energía y el efecto que provoca la comparación con los precios del año pasado, hundidos en plena pandemia.

El consenso es que a partir de la primavera los costes energéticos y el rebote económico se moderarán, estabilizando de nuevo los precios. A eso apunta la inflación subyacente en España: cuando el IPC subió un 4,5 % en septiembre de 2008, la subida del índice subyacente fue del 3,4 %, lo que hablaba de un aumento generalizado de los precios, que ahora no se percibe.

Pero existe el riesgo de que los productores acaben por trasladar a los bienes y servicios la factura energética o algún otro de los costes crecientes que afrontan, como el aumento de los precios de los fletes provocado por las disrupciones en las cadenas de suministro globales, incorporando subidas permanentes a la inflación.

En España, una docena de productos del IPC ya se anotan subidas de precios de dos dígitos, algunas tan notables como el 40 % de los servicios de alojamiento, como hoteles y hostales, y el 25 % del aceite de oliva. Así que el riesgo de una inflación sostenida, que podría obligar a los bancos centrales a limitar sus estímulos, planea sobre la recuperación económica.

2. La brecha salarial de los discapacitados se reduce

Para afrontar esas subidas de precios, hay quien contará con menos recursos. Esta semana, el INE también ha actualizado la estadística sobre salarios de discapacitados, con datos correspondientes a 2019, y el salario medio de una persona con discapacidad era entonces de 20.574,1 euros, un 16,1 % inferior a la media de las personas que no sufren una discapacidad.

Pese a que está por ver cómo ha influido la pandemia en esta brecha salarial, lo cierto es que hace dos años se estaba empezando a cerrar, después de dispararse como consecuencia de la Gran Recesión.

La brecha que abre la discapacidad en los salarios es mayor entre el personal que ocupa puestos altos, como directores, gerentes y técnicos (un 10,1 %) y, sobre todo, entre los trabajadores menos cualificados (16,9 %), que entre los trabajadores de cualificación media, donde apenas es del 1,7 %. Asimismo, influye decisivamente el tipo y la intensidad de la discapacidad: las físicas y sensoriales penalizan menos que las intelectuales, al tiempo que, a mayor grado de discapacidad, mayor brecha salarial.

En cualquier caso, hay algunas cifras que invitan al optimismo: la brecha en el salario mediano -que deja el mismo número de trabajadores a ambos lados de la distribución, menos sensible a los extremos que el medio- es más reducida, del 14,7 %. Y entre los trabajadores con discapacidad, la brecha de género es menor, del 13,7 % (18.863,7 euros de media las mujeres discapacitadas por 21.866,6 euros los hombres), frente al 19,7 % en el conjunto de los trabajadores.

3. Menos divorcios y separaciones durante la pandemia

La economía también parece haber pesado más que la pandemia en la vida conyugal. Hubo quien vaticinó en marzo del año pasado, cuando se ordenó el confinamiento domiciliario de la población ante la llegada del nuevo virus, que iban a producirse dos efectos: un aumento de los nacimientos a los nueve meses -algo que no ocurrió- y un aumento de los divorcios y separaciones a raíz de la obligada y continua convivencia de las parejas, pero esto tampoco se ha cumplido.

De hecho, 2020 ha sido el año con el mayor descenso de rupturas matrimoniales desde que el Instituto Nacional de Estadística ofrece datos, un 16 %. Hasta ahora el récord lo tenía 2008, con una bajada de un 13,5 % por la crisis económica, que obligó a muchas parejas a aplazar sus planes de separación ante su delicada situación financiera.

La pandemia parece haber tenido un efecto parecido y el año pasado solo se divorciaron o separaron unas 80.000 parejas en España, la cifra más baja en términos absolutos desde 2005.

4. Más consecuencias de la pandemia: baja la esperanza de vida

Aunque la pandemia remita, sus consecuencias van a percibirse durante mucho tiempo, no solo en lo económico. La esperanza de vida en España sufrió en 2020 el mayor descenso en un año que se registra desde la Guerra Civil. Y el coronavirus ha estado detrás de la mayor parte de esa pérdida, especialmente en el caso de las mujeres. Estas conclusiones se desprenden de un estudio de reciente publicación en el que las universidades de Oxford y del Sur de Dinamarca han cuantificado el impacto de la pandemia en esta medida sobre la población de 29 países.

De 2019 a 2020, la esperanza de vida desde el nacimiento ha mermado en 27 de los territorios analizados. En España, lo ha hecho en 1,43 años para los hombres y en un año y medio para las mujeres; en ambos casos, la pandemia es responsable de gran parte de esta pérdida. Territorios como Chile, Bélgica, Estados Unidos o Inglaterra y Gales reportan valores todavía mayores.

Frente al exceso de mortalidad, "la esperanza de vida tiene la ventaja de que es comparable y no está afectada por el tamaño de la población", explica a DatosRTVE José Manuel Aburto, uno de los autores del estudio. Además, el investigador del Centro Leverhulme de Ciencia Demográfica de la Universidad de Oxford cree que resulta especialmente interesante cuando se compara con eventos traumáticos del pasado.

La epidemia de gripe de 2015, explica, tuvo un impacto considerable en los países europeos e Italia fue el país más afectado. Entonces, se perdió medio año, mientras que con el coronavirus la reducción de la esperanza de vida está entre uno y dos años. Estos dos escenarios, argumenta el experto, sirven para percibir la magnitud de la pandemia.

5. Negacionistas de la violencia de género pero no del mito del amor romántico

El informe Barómetro y Juventud Género 2021 que ha publicado esta semana la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción manda señales de alarma sobre la percepción de los jóvenes de 15 a 29 años respecto a las relaciones de pareja, en especial entre los chicos. El porcentaje de chicos que niegan la existencia de la violencia de género casi se ha duplicado en dos años. Uno de cada cinco varones jóvenes considera que la violencia de género no existe y que se trata solo de un "invento ideológico".

Tan preocupante o más es que hay muchos hombres jóvenes que consideran normales los comportamientos opresivos hacia su pareja. Casi tres de cada diez (28 %) aún creen que los celos equivalen a una “prueba de amor”, y piensan lo mismo el 15 % de las jóvenes menores de 30 años. Para el 18 % de los hombres y el 13 % de las mujeres es “normal” mirar el móvil de la pareja para espiar su contenido.

Aunque la proporción de hombres y mujeres que no han experimentado ninguna situación de violencia en la pareja es similar, ellas mencionan en mayor medida haberlas vivido o conocido -hablando siempre de violencia ejercida contra las mujeres-.

Posdata: el volcán de La Palma sigue rugiendo

Esta semana, la lava del volcán de La Palma ha llegado al mar. La colada ha tardado diez días en encontrar el camino desde la Cumbre Vieja hasta la costa, un trayecto que ya ha sepultado más de 1.000 casas y centenares de hectáreas de terreno.

Desde el miércoles, la lava se vierte sobre el Atlántico y la isla crece con cada hora que pasa. Los expertos recuerdan que es seguro que haya un único flujo de lava, pero siguen atentos a nuevas erupciones. Mientras, los vecinos tratan de rehacer sus vidas, y ya hay voces que buscan posibles usos para las toneladas de ceniza que cubren más de 1.750 hectáreas.