Hervé Le Tellier: "Nada tiene sentido en el universo pero el hombre se empeña en buscarlo"
- RTVE.es entrevista al autor que ha ganado el último premio Goncourt con La anomalía
- La exitosa novela aborda la temática del doble en una mezcla de géneros literarios
Inteligente y original. Son dos de los calificativos que se repiten hasta el infinito en las alusiones a La anomalía (Seix Barral), el libro de Hervé Le Tellier (París, 1957) ganador del último premio Goncourt, el más prestigioso de las letras francesas.
La novela ha traspasado los límites del galardón e impulsada por las recomendaciones se ha aupado entre las más vendidas (más de un millón de ejemplares en Francia, el segundo Goncourt más exitoso tras El amante de Margarite Duras). El milagro ha ocurrido en plena pandemia donde el título de la novela ha activado un resorte conectado con la vivencia mundial.
El escritor y matemático ha amasado un artefacto literario que mezcla cultura pop (con referencias explícitas al cine, la música o series como Black Mirror), la filosofía o la ciencia atravesadas por la idea del clon.
Un recurso narrativo clave en la literatura desde Plauto a Dostoievski a Ítalo Calvino (El vizconde demediado) y Jorge Luis Borges (Ficciones). Estas dos últimas son las fuentes base de las que ha bebido el autor francés que sigue a diez personas confrontadas a su doble y cuya idea perfiló durante el confinamiento.
Más un extra metaliterario: cada personaje está asociado a un género desde la novela negra al romanticismo o la ciencia ficción en un juego de espejos consciente, confirma Le Tellier que además encabeza el grupo OuLiPo, una corriente de vanguardia que experimenta con los laberintos de la escritura y el lenguaje.
Estos son los mimbres del desestabilizador argumento de La anomalía: El 10 de marzo de 2021 los doscientos cuarenta y tres pasajeros de un avión procedente de París aterrizó en Nueva York tras atravesar una tormenta eléctrica. Ya en tierra cada uno sigue con su vida. Tres meses más tarde, y contra toda lógica, un avión idéntico y con la misma tripulación aparece en el cielo de Nueva York.
RTVE.es ha hablado con el autor sobre el fenómeno de la novela a su paso por el Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor Ja! de Bilbao.
PREGUNTA:¿Cuál es la vuelta de tuerca sobre la temática del doble que suma La anomalía?
RESPUESTA: En la literatura la historia de los dobles se basa en tres tipos de relaciones. Un usurpador que toma el lugar del otro, un enemigo como en El doble de Dostoievski o bien el espejo como en El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde.
Yo quería tratar al doble como si fueramos nosotros mismos realmente ni un usurpador ni nada inmaterial. Un doble auténtico en el que la única diferencia serían tres meses de vida. 106 días exactamente, así que la narración hace que se establezca un momento simbólico que es la primavera donde uno se renueva.
Es un doble simbolismo, el que reaparece no ha vivido esos tres meses y la vida no es la misma porque las cosas han cambiado: algunos han muerto, otros se han quedado embarazados, unos han conocido a alguien, otros han dejado a alguien.
Quería estudiar el máximo de situaciones posibles dentro de los límites que te permite la novela y para no caer en lo que sería una experimentación total. Cada una de estas situaciones de duplicación las asocio a un personaje.
He hecho lo contrario que se hace en una novela: primero creas el personaje y luego lo precipitas a la acción, yo he creado una situación y diez reacciones posibles luego he distribuido los personajes. Dos ejemplos: si yo me enfrentara a mi mismo yo no mataría a mi doble, sería incapaz, pero me he inventado un personaje que sí es capaz porque es un sicario.
Yo tampoco me sacrificaría ante mi mismo, seguiría luchando por mi relación amorosa y no tiraría la toalla pero me invento un personaje que sí se sacrifica porque a quien tiene delante está embarazada y entiende que no cabe luchar, que es inútil. Y que este nuevo trío les llevaría a una pérdida y nadie iba a salir ganando. Decide quitarse de en medio y que ganen dos. Desde este punto de vista el tema del doble es el de una nueva oportunidad y una reflexión sobre qué es el destino.
P: En la novela encontramos el límite en el amor, ¿No es así?, ¿qué quería mostrar?
R: En realidad nada pero me di cuenta al mostrar las reacciones de mis personajes que el único límite que realmente había a la negociación posible con el otro nunca se basaba en cosas materiales. Si no en lo que constituye el núcleo de nuestra vida que suele ser nuestra relación con el otro y que es exclusiva.
Uno puede compartir padres, hermanos, hijos, incluso ahora que hay las custodias compartidas pero uno no puede estar feliz si comparte la pareja, si son tres en una pareja. Lo que es esencial es la relación amorosa con el otro y que más allá de eso, todo lo demás es negociable, menos en Blake [el personaje del asesino].
P: Usted recurre a la hipótesis científica de la simulación de Nick Bostrom que afirma que podríamos ser programas informáticos.
R: La teoría de Bostrom se basa en un problema de probabilidad que es muy sencillo. Las civilizaciones tecnológicas pueden sobrevivir y se convierten en hipertécnicas, simulan a sus ancestros u otras formas de vida o no les interesa hacer ninguna simulación. A nosotros como especie nos interesa la simulación. Hacemos constantes simulaciones del clima, de la vida de los insectos pero estamos limitados por la potencia de los ordenadores.
Si sobrevivimos al cambio climático, vamos a poder hacer ordenadores cuánticos que pueden reproducir el cerebro humano. Vamos a poder conjugar mil millones de cerebros humanos y su conocimiento de una civilización entera.
Lo que dice Bolstron es que si somos un cerebro pensante y las civilizaciones se interesan por las simulaciones, nuestro cerebro pensante tiene una posibilidad sobre cinco de ser un cerebro biológico y quizás lo que somos es una simulación.
Es una teoría muy seria a la que se enfrentan los científicos pero es un poco una cuestión de fe. Una reflexión divertida sobre el poder de la informática, todo lo que nos llega al cerebro son impulsos eléctricos, no hay nada que esté fuera de nuestro cerebro. No hay alma, tenemos caracteres y memoria, eso nos constituye y está cableado técnicamente.
Esta idea es muy seductora para la literatura porque te hace saltar al abismo: los personajes tienes que creer que existen ahora pero como hablamos de que son seres virtuales, enfrentamos la virtualidad del mundo literario con la de nuestro propio mundo.
"Hay una especie de negacionistas del cambio climático en el poder"
P: La pandemia, un hecho inesperado y distópico, ha sacudido al mundo entero, ¿Hemos aprendido algo?
R: La pandemia era previsible. Tenemos más relación con las especies animales que son transmisores víricos. Desde hace años se considera que iba a ocurrir: ya estuvo la gripe aviar y el sistema de salud mundial ya lo sabía. Aunque siempre se espera que no ocurra, las medidas han sido tan drásticas que la oposición incluso en los círculos económicos era fuerte. No creo que hayamos aprendido.
Más importante que la pandemia es el cambio climático pero lo esencial es poner en marcha la economía para la recuperación. Este hecho está vinculado a las emisiones de efecto invernadero en la atmósfera y a que va a subir la temperatura mundial.
Tenemos a una especie de negacionistas en el poder como Putin, Bolsonaro o gente que no lo niega pero no hace nada como Macron y los líderes europeos en general.
P: Por el libro desfilan políticos como Trump o Macron, líderes religiosos y el papel de los medios. Y nadie sale bien parado. Cuénteme sobre el uso del humor en la novela porque es divertidísima, ¿Es quizás una forma de asumir una realidad oscura?
R: Hay una frase que dice que el humor es una manera de quitarle a los buenos sentimientos su capa de tontería. Para mí el humor es de cara al lector una medida de cortesía, pero si miras bien el libro en algunos personajes no hay humor, como Markle, que no para de morir.
Si te das cuenta cuando sale él nunca es divertido pero no importa porque está diseminado por el libro como en Hitckcock: es divertido hasta que se convierte en algo trágico. Y es trágico hasta que lo trágico se ve reforzado por lo grotesco. A mi me gusta mucho introducir una sonrisa en las situaciones.
En la parte que es un poco más didáctica me gusta el humor para que no sea demasiado pedagógico o repetitivo. Cuando daba clase en la universidad a veces hacía alguna broma y a los estudiantes se les olvidaba la clase y se acordaban solo de mi broma. Ese era mi recurso.
P: Otro de los personajes dice “Más vale simulados y felices que reales e infelices”, la principal conclusión es que ¿Nada en el universo tiene sentido?
R: Sí, nada tiene sentido en el universo pero el hombre se empeña en buscarlo porque somos máquinas de fabricar sentido. Ves pasar una estrella y dices que anuncia algo: queremos que las cosas tengan sentido pero es normal porque somos seres mágicos, siempre tenemos un pensamiento mágico eso mismo nos hace pensar que vamos a sobrevivir [risas].
P: ¿El éxito de La anomalía es un recordatorio de que se puede ser original en la literatura actual?
R: Siempre se puede hacer algo original, lo que es seguro es que la novela no ha muerto pero se inspira en cosas que vienen de otros sitios como siempre ha sido porque las novelas policíacas americanas se inspiraron en el cine.
Han aparecido otras formas de expresión artística como las series donde se dedica mucho tiempo a crear personajes y eso permite crear personajes más diversos en literatura, pero no hay que perder de vista que estamos haciendo literatura y no cine.
“Hay una reflexión sobre qué es el destino y la segunda oportunidad“
La intensidad de los diálogos es inherente a los libros pero ahora los lectores son capaces de crear imágenes. Desde que surgió el cine nos hemos acostumbrado a saber lo que era un dinosaurio, por ejemplo. Hay madurez visual y eso abre nuevos tipos de novelas que llevan al lector al mundo de las palabras.
Por eso yo describo poco los personajes, el lector tiene que imaginarse sus caras yo solo doy unas pinceladas. La persona que lee debe hacer su propio trabajo.