El 'zero waste', una propuesta de consumo más consciente y responsable
- El movimiento busca evitar que los recursos se conviertan en desechos proponiendo un nuevo estilo de vida
- 'Residuo cero' apuesta así por un consumo local, justo y meditado y por una gestión de los residuos responsable
Tetrabriks, pañales, cuchillas desechables, bolsas de plástico, botellas... Si hay algo que producimos diariamente, es la basura. Una gran cantidad de basura que hace mella en el ya dañado medio ambiente al generar gases nocivos como el metano, y no únicamente durante su proceso de degradación, sino en cada una de las fases de su ciclo de vida como recurso. Para Irene Navas, ambientóloga, el aumento de los desastres naturales ha demostrado que "este estilo de vida no es sostenible a largo plazo", precisándose cambios como el del "zero waste".
El movimiento "residuo cero" busca evitar que los recursos se conviertan en desechos, no viendo el reciclaje como escapatoria al derroche. Una filosofía que, según aseguran, puede ser un buen primer paso para empezar a cambiar el rumbo de una civilización abocada a un continuo aumento de la temperatura y en la que solo se ha reciclado un 9% de todo el desecho del plástico que se ha producido a lo largo de la historia.
Un nuevo estilo de vida más sostenible
Como señala el libro Zero Waste publicado por Greenpeace, el término "residuo cero" es una extensión de las ideas japonesas de gestión de calidad (TQM), desarrolladas en 1960. Para la Zero Waste International Alliance esta adaptación supone la "producción, consumo, reutilización y recuperación responsables de productos, empaques y materiales", sin generar descargas a la tierra, el agua o el aire que amenacen al medio ambiente o la salud humana.
"Significa establecer un nuevo objetivo que apunte a reducir a cero lo que tiramos en vertederos e incineradores y a reconstruir nuestras economías locales", aporta la Global Alliance for Incinerator alternatives (GAIA). En definitiva, el "zero waste" nos invita a alterar nuestro estilo de vida a uno caracterizado por un consumo local, justo y meditado y por una gestión de los residuos responsable. Un cambio que sería importante para España, donde el último informe, de 2019, señala que se generaron más de ocho millones de toneladas de envases.
“Estamos desequilibrando algo tan inmenso como el clima“
Normalmente y de acuerdo con el técnico en Medio Ambiente Francisco Pérez, cuando compramos no pensamos en las consecuencias de la acción, sino que lo hacemos por la "alegría momentánea" que nos produce, sin tener en consideración que, al consumir en exceso y sin conocer las consecuencias del producto en el medio ambiente, "estamos desequilibrando algo tan inmenso como el clima". Así, cambiar nuestro día a día se perfila como esencial para mitigar el cambio climático y las catástrofes naturales.
Bolsas de tela, productos locales y cero plástico
"Cuando voy a comprar algo siempre pienso en los residuos que puedo generar y su tratamiento", cuenta Pérez a RTVE.es. La misma filosofía sigue la ambientóloga especializada en Biología de la Conservación Irene Navas, que lleva siempre sus propias bolsas, evita comprar todo aquello que esté envuelto en plástico y trata de mantener su cesta "lo más local posible". "Miro mucho que la fruta venga de España y de zonas cercanas a donde yo vivo para evitar, por ejemplo, los gases del transporte", concluye.
“Muchas de las prendas que vestimos llegan de países como Bangladés“
Los residuos no generan únicamente gases nocivos una vez se convierten en desechos y comienza su proceso de degradación, sino que durante su completo ciclo de vida inciden perjudicialmente en la naturaleza: "Para hacerlos necesitas energía que proviene de combustibles fósiles y genera emisiones a la atmósfera como CO₂ y metano". También el transporte de estos productos supone una huella de carbono considerable. Por ejemplo, "muchas de las prendas que vestimos llegan de países como Bangladés", lo que implica el uso, de nuevo, emisiones nocivas.
No obstante, la solución "zero waste" no consiste en desechar toda la ropa que no sea local o de algodón orgánico para hacer hueco a una más sostenible, sino en "intentar reutilizarla lo máximo posible y, cuando sepas que ya no tiene más vida, llevarlo a un punto de gestión o tratamiento". Desde esa nueva mirada, el ambientólogo Francisco Pérez realiza pequeños cambios en su vida cotidiana como prever las necesidades que va a tener a lo largo del día para no generar más residuos, algo que suele pasar cuando se nos olvida, por ejemplo, la botella de agua en casa.
Por su parte, la familia de Inés Rigal opta por utilizar pañales de tela, recomienda no gastar desmesuradamente en ropa para los pequeños, intentando que la mayoría sea "heredada o de segunda mano", y prefiere mantener las celebraciones lo más sencillas posibles. "Al final los niños te enseñan que les da igual, solo les importa lo esencial: que estés con ellos y disfrutar del tiempo". "Lo más importante es preguntarse de donde viene la motivación por hacer esos cambios y empezar por lo que más ilusión haga", aunque siempre sin culpabilizarnos.
La importancia de empezar la lucha desde casa
Inés Rigal y su familia comenzaron a preocuparse por generar los mínimos residuos posibles hace tres años, cuando vivían en Malasia y pudieron observar en primera persona la contaminación plástica. "Casualmente compré el libro Zero Waste Home, lo adaptamos a nosotros y lo seguimos haciendo cuando volvimos a España". Desde entonces, Rigal comparte su estilo de vida a través de su cuenta en Instagram: "No podemos pretender que sea la solución de todo, pero los hogares son muy importantes. Desde las familias se construye la sociedad".
“Gastar menos, pensar las compras, reparar las cosas que ya tenemos y desear menos objetos“
Normalmente suele asociarse el "zero waste" o "residuo cero" a la compra de productos alternativos ecológicos de todo lo que usamos en la vida diaria, pero nada más lejos de la realidad. Llevar un consumo responsable y sostenible no supone un gasto económico mayor, sino todo lo contrario: "Es gastar menos, pensar las compras, reparar las cosas que ya tenemos y desear menos objetos". Para Rigal, el movimiento residuo cero supone "aprender a vivir como vivían nuestras abuelas, pensar antes de comprar y valorar los objetos y todo el trabajo de casa".
En su experiencia, este modo de vida suele conllevar una mayor preocupación sobre otras formas de ayudar al medioambientecomo la involucración en actividades ecologistas locales. "Empezar desde casa es una excusa para salir hacia afuera y, junto con otros, trabajar por mejorar la situación", señala a RTVE.es. Al fin y al cabo, reflexiona, por muy pequeñas que sean las acciones, el conjunto de ellas puede llegar a tener una gran repercusión a gran escala.
Una llamada de atención a las empresas
Para Rigal, el poder de los consumidores es mucho mayor del que pensamos, algo por lo que es importante que "creemos una demanda de otro tipo de productos y premiemos a las empresas que ya lo están haciendo bien". Esta opinión la comparte Navas, quien cree que, para realizar un gran cambio, es necesaria también una gran presión social: "Quiero pensar que sería como una cadena, porque una vez que se ha dado el primer paso, si desde abajo se hace presión, los de arriba tienen que mover ficha".
Son varios los negocios que cada vez más se suman al movimiento residuos cero, como es el caso de Pepita y Grano, una tienda en Madrid a la que los consumidores pueden acudir para realizar la compra de la semana a granel. "Todo se pone en bolsitas de papel adecuadas al volumen de lo que quieras llevar, pero lo mejor es que si tú traes tus propios envases hay un descuento, así que se potencia el reciclaje", cuenta a RTVE.es Clara Aceves, coordinadora de la marca.