Del sentimiento de comunidad a la baja autoestima: así afecta "el doble filo" de las redes sociales a las niñas
- Aunque pueden ofrecer un refugio en el que compartir preocupaciones e intereses, también tienen un lado oscuro
- Las mujeres jóvenes son las principales perjudicadas de la falsa perfección que fomentan las redes
Este lunes se celebra el Día Internacional de la Niña, una fecha en la que millones de jóvenes se unen a través de las redes sociales para reivindicar los derechos de las chicas. Efectivamente, Internet es un punto de encuentro para homenajes beneficiosos como este, pero también es un espacio con muchas sombras. Según Ana Isabel Burgos, influencer conocida como Lady Boo, “las redes sociales pueden ser un arma de doble filo”. “Te pueden aportar mucho” y, a la vez, ser un sitio “donde sentirte inferior y compararte con los demás”, sobre todo si se es mujer.
Para la psicóloga Mónica Penella, “todo lo que hay en las redes tiene un punto artificial”, una irrealidad que los jóvenes no saben distinguir y que las convierte en espacios peligrosos. Las chicas que se ven influenciadas por la perfección falsa que circula en la red, por ejemplo, tienen mayor probabilidad de desarrollar un trastorno de la alimentación. No obstante y como apunta la propia Penella, las redes sociales también tienen su lado positivo si hacemos un buen uso. Pero, ¿cuáles son esos pros y contras? Empecemos por lo bueno.
El lado positivo: comunidad, socialización y diversidad
Los niños y adolescentes han sido unos de los grandes perjudicados del confinamiento. “En un momento vital donde para ellos lo más importante es socializar”, el mundo se paró por el coronavirus y las clases pasaron a darse vía online. La única forma que tenían de relacionarse con sus iguales era a través de Internet y de las redes sociales, que, según Penella, han sido “la herramienta principal de conexión”. Concretamente, en 2020 los niños aumentaron un 76% su uso. Pero Instagram, Facebook o Tik Tok no sirven de apoyo únicamente durante pandemias.
“Cuando tienes 13 años es difícil descubrir tu lugar en el mundo“
Para Alicia Durán, modelo curvy, influencer y youtuber, plataformas como Instagram le han ayudado a hallar su sitio “en la sociedad”. “Cuando tienes 13 años, que fue para mí la peor edad, es difícil descubrir tu lugar en el mundo”, cuenta. “Encontrar a gente como yo, que le apasionara la moda y que tuviera una talla grande, me pareció maravilloso”, fue esa sensación de comunidad lo que le ayudó a ver la vida "de una manera distinta".
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Gracias a las redes, la joven supo “que tenía posibilidad de existir, de mostrar mi cuerpo y de dedicarme a lo que me apasiona”. “Me permitieron ver la diversidad que yo buscaba”, porque “pasé muchos años de mi adolescencia pensando que mi cuerpo era un problema”. Quizás incluso si hubiese encontrado estas amistades y referentes antes le habría ayudado a “no sentirme un bicho raro que no encajaba” durante bastante tiempo, confiesa.
Cuentas que son “rayitos de luz” para el amor propio
Fue tal el impacto de las redes sociales en la vida de Durán que le llevaron a dedicarse completamente a ellas. Ahora, una de las labores que realiza a través de su Instagram es ayudar a otras chicas que se sienten identificadas con su contenido: “A veces me escribe una adolescente y me dice ‘gracias porque me he atrevido a ponerme bikini por ti’”. El del body positive es un mensaje que buscan hacer llegar también cuentas como la de Lady Boo, Pretty and ole o Maquis Camargo. No obstante y aunque es quizás el movimiento más conocido, existen muchos otros.
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Miles de personas divulgan a través de las redes sobre enfermedades desconocidas, discapacidades, neurodiversidad... La psicóloga Penella habla de estas cuentas, en general, como “rayitos de luz”. “Ojalá vaya creciendo cada vez más esta parte que normaliza los diferentes tipos de cuerpos, de formas y de gustos”, explica, pues ayuda al fomento del amor propio. Desde su experiencia, Burgos ve difícil que estos perfiles impacten a gran escala. Una opinión que comparte el educador digital Juan García, ya que los algoritmos no “suelen promocionar estas cuentas”.
Las sombras de las redes: presión social, baja autoestima e irrealidad
“Podría ayudar a una niña de 13 años con sobrepeso”, pero antes de llegar a su perfil “esa chica tendría que ver 400 cuentas que le dicen que tiene que debe tener un tipo de cuerpo concreto para poder usar bikini”. Por su parte, Burgos encuentra complicado dar a conocer su mensaje positivo. “Es lo que más se ve en las redes”, apunta sobre la presión social por tener un físico insuperable, que, aunque también existe para los hombres, para las chicas “está multiplicada por mil”.
Más allá del entretenimiento que puedan ofrecer, el contenido de las redes lleva principalmente a las jóvenes compararse con “niñas sin un granito y sin cuatro kilos de más”. Encontrar un perfil con el identificarse se vuelve una misión difícil. “Mires a donde mires todo está muy enfocado a que seas bonita, a que tengas la piel perfecta…”, cuenta la youtuber. García observa este machismo en los algoritmos, que “muestran los contenidos que generan más interacción, y normalmente los cuerpos normativos femeninos, por la sociedad en la que vivimos, tienden a ello”.
Para más inri, la mayoría de las veces las imágenes que llevan a las jóvenes a sentirse mal con sus cuerpos son mentira: “Una foto es un segundo de la vida de esa persona”. Según apunta Panello, el cerebro a cierta edad no está formado al completo y por ello los niños no son capaces todavía de discernir entre la realidad y “todo lo que hay detrás” de una publicación. Asimsmo como señala el estudio El estado mundial de las niñas, muchos de estos contenidos falsos intentan “desacreditarlas, ridiculizarlas, humillarlas y mermar su credibilidad”.
Los "influencers" no son terapeutas
Durán y Burgos reconocen que han recibido multitud de mensajes de niñas y adolescentes que, al verse identificada con sus experiencias, han acudido a ellas en busca de ayuda. "Me siento orgullosa de haber llegado a alguien que se sienta con la fuerza de pedir ayuda, pero te pone en una tesitura complicada", cuenta por su parte Burgos.
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"No soy terapeuta, no soy psicóloga, yo no le puedo decir a una niña lo que tiene que hacer o no", explica. Aunque las jóvenes busquen en las redes sociales el refugio de una comunidad y el ejemplo de otras personas con las que compartan rasgos, experiencias o preocupaciones, la principal solución para Burgos no está en acudir a Internet, sino en buscar ayuda profesional si la situación de, por ejemplo, falta de autoestima, es grave. "Puedes dar el mensaje, pero, por mucho que alguien te diga cuanta valía tienes", cada caso es un mundo.