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Una historia de impostura: el fenómeno Carmen Mola y la estrategia detrás de los pseudónimos

  • Carmen da la vuelta al seudónimo femenino, pero a lo largo de la Historia las mujeres tuvieron que usar un nombre masculino para publicar
  • Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero desvelaron que estaban detrás del seudónimo Carmen Mola tras ganar el Premio Planeta 2021
  • Desde las hermanas Brontë a Mary Anne Evans (George Elliot) muchas escritoras han ocultado su identidad para evitar la discriminación

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Los guionistas y escritores, Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez, tras recibir el Premio Planeta de Novela.
Los guionistas y escritores, Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez, tras recibir el Premio Planeta de Novela.

Los tres guionistas admitieron que desvelaban su identidad tras el seudónimo de Carmen Mola después de publicar juntos una trilogía de novelas porque querían "dar un salto". Esta decisión, que ha generado cierta polémica en redes sociales, ha supuesto dar la vuelta al empleo de nombres alternativos para publicar porque, desde una perspectiva histórica, siempre han sido las mujeres las que han tenido que ocultar su verdadera identidad.

También ha causado un revuelo, sobre todo en Twitter, por la sospecha de una posible estrategia de marketing de la editorial Planeta para vender más novelas.

Evolución histórica del seudónimo

Históricamente, desde las hermanas Brontë a George Elliot, pasando por George Sands o Fernán Caballero, las mujeres han utilizado seudónimos masculinos para proteger su vida profesional y personal, para no ser atacadas en su intimidad al publicar, o simplemente porque la sociedad patriarcal no les permitía dar a conocer sus obras, con sus verdaderos nombres.

En España, la considerada como primera periodista profesional en nuestro país, Carmen de Burgos, también conocida como Colombine, a finales del siglo XIX, firmaba sus piezas como Gabriel Luna o Perico el de los Palotes. El siglo XIX fue especialmente fecundo en este tipo de casos y, por ejemplo, hay dos nombres también importantes de la literatura mundial que además coincidieron en elegir el seudónimo de George: George Sand, detrás de quien se escondía Aurore Dupin, una de las escritoras más relevantes del periodo del Romanticismo y George Elliot, Mary Anne Evans, autora de Middlemarch, un clásico de la literatura inglesa.

Volviendo a España, uno de los casos más significativos fue el de Cecilia Bohl de Faber, hija de un hispanista que, en el siglo XIX dio luz a algunas de las obras más populares de la época -en especial, su primera novela, La gaviota- bajo el seudónimo de Fernán Caballero.

La clave es la motivación

Sin embargo, hay un gran diferencia entre el caso Carmen Mola y las escritoras anteriormente citadas: la motivación para usar sus seudónimos. Históricamente, las mujeres se han escondido tras nombres masculinos para esquivar la discriminación sexista. Sin embargo tras el uso del seudónimo de Carmen Mola, algunos sospechan que haya una estrategia de marketing orquestada por la editorial Planeta. ¿Es una involución del uso del seudónimo literario?

Sin embargo, no han sido solo las mujeres las que han utilizado seudónimos a la hora de sacar su obra a la luz, también los hombres lo han hecho a lo largo de la Historia, guiados por motivaciones diferentes, la más poderosa: la vergüenza. Ricardo Eliécer Neftalí Reyes se cambió el nombre para publicar con el objetivo de no avergonzar a su padre por tener un hijo poeta. Hoy todos le conocemos como Pablo Neruda.

También George Orwell se vio impelido por la misma motivación a la hora de publicar su novela Sin blanca en París y Londres. No quería avergonzar a sus padres porque en dicha obra relataba su experiencia viviendo en la calle como un mendigo.

Sin embargo, en el caso Carmen Mola, es una posible motivación comercial, la que levanta las suspicacias de algunos perfiles de Twitter. VERIFICARTVE ha analizado la repercusión en Twitter que tuvo el término Carmen Mola durante las 48 horas desde que se conoció el fallo del jurado: 9.972 tuits, 44.927 retuits y 249.020 likes. Y la principal crítica que se repite por parte de los usuarios es que usar como pseudónimo un nombre de mujer con fines comerciales es oportunista.

Caso Elena Ferrante

El caso Elena Ferrante marca un antes y un después en la industria editorial internacional. De hecho, a Carmen Mola se la conocía también como "La Elena Ferrante española". Ferrante publicó en Italia novelas de éxito como La amiga estupenda y Un mal nombre, por ejemplo. Sus obras se han traducido a la mayoría de las lenguas del mundo. Sin embargo, su verdadera identidad continúa siendo un gran misterio.

El enigma del nombre de la escritora italiana ha suscitado morbo mediático, interés lector, un aluvión de noticias y artículos, tuits y posts impelidos por la curiosidad de conocer el secreto de Elena Ferrante.

Hombres visibles, mujeres invisibles

Es obvio que una consecuencia de utilizar un seudónimo masculino, en el pasado, era la invisibilidad de la propia escritora. ¿Quién es Fernán Caballero? ¿Y George Elliot? Sin embargo, hoy en día, todos conocemos quienes son los tres guionistas, que se ocultaban tras el nombre de Carmen Mola: Jorge Díaz, Antonio Mercero, y Agustín Martínez.

Irónicamente, con el caso Carmen Mola, se da la vuelta a una situación histórica de invisibilidad de muchas escritoras y son tres guionistas anónimos quienes dan un gran golpe de efecto utilizando un seudónimo femenino para hacerse visibles.

La polémica está servida.