Carlos Acosta y el "alma de la danza cubana" toman el Teatro Real: del folclore a lo más conceptual
- La leyenda de la danza lleva a Madrid su espectáculo 'Evolution'
- “El pueblo cubano necesita sanar y un diálogo conciliatorio”, dice sobre la situación política
Que la compañía de Carlos Acosta (La Habana, 1973), una de las grandes figuras mundiales de la danza, no hubiera pisado todavía el Teatro Real era una anomalía que se subsana esta semana. Acosta Danza toma el escenario los días 22, 23 y 24 de octubre con Evolution: un repaso a la danza en Cuba, desde sus orígenes a lo más contemporáneo.
“Quería mostrar la diversidad cubana, ese sincretismo de razas y culturas que han convergido a lo largo de la historia”, explica Acosta mientras última ensayos en Madrid. “En esencia es mostrar el rango de las manifestaciones danzarias, buscar las raíces cubanas y las expresiones más modernas, desde lo folclórico a lo conceptual”.
Acosta Danza es todavía una compañía joven (creada en 2015) y su presencia es un síntoma de cierta normalidad tras lo peor de una pandemia que ha impedido girar a los espectáculos en general. “Todavía estamos con cautelas, también en el Reino Unido. La sensibilidad de la audiencia para volver está siendo lenta”, describe Acosta.,
El programa de Evolution consiste en cinco coreografías inspiradas en el alma cubana, a cargo de los coreógrafos Raúl Reinoso, Sidi Larbi Cherkaoui, Russel Maliphant, Pontus Lidberg y Jorge Crecis. El propio Carlos Acosta participa como bailarín en dos las piezas.
Bailarín, coreógrafo y director de compañía
Acosta, que en los años 90 ya actuó en el Teatro Albéniz de Madrid con el Ballet Nacional de Cuba, no se detiene. Además de bailar, coreografiar y dirigir Acosta Danza, dirige el Birmingham Royal Ballet, la segunda compañía más importante del Reino Unido. “Y soy padre de tres preciosas hijas. Todo es una locura, pero todo me da satisfacción. Soy una persona adicta al trabajo y que no tiene límites para soñar. Tengo curiosidad infinita y me gusta vivir ocupado, tratando de aprender. La vida me ha preparado para soñar”, resume.
Su apasionante vida fue plasmada en una autobiografía, Sin mirar atrás, que le llevó 10 años escribir y que fue llevada el cine hace dos años por Iciar Bollaín bajo el título de Yuli: la improbable historia de cómo un niño pobre y mulato llega a estrella de Royal Ballet de Londres.
Un proyecto de Cuba para el mundo
Acosta Danza cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura cubano y alguna financiación privada como el Teatro Sadler's Wells “e incluso algunos amigos que me han ayudado cofinanciando”, añade Acosta. “Pero es un proyecto cubano, que nos dio la sede y por eso hemos podido armar un espectáculo de esta magnitud”.
Desde su perspectiva, a caballo entre la isla y el extranjero, el coreógrafo se pronuncia sobre las protestas contra el régimen del pasado julio, de las que ayer mismo Human Rights Watch denunció detenciones y abusos arbitrarios contra manifestantes pacíficos.
“Solo quiero decir que todos estamos esperando con un diálogo conciliatorio", anhela Acosta. "El pueblo cubano necesita sanar y espero que en ese diálogo nos pongamos de acuerdo en cuestiones de hacia dónde va nuestro país porque hay mucha gente que lo espera y está sufriendo por ello”.
Danza clásica más danza contemporánea
Para Acosta, la búsqueda del espectador de danza no pasa por renunciar a la herencia de su arte. “La danza clásica es una fórmula de 1.500 años: ha sobrevivido al tiempo y ha tenido éxito. Lo que hay que hacer es diversificar la oferta. Hemos heredado un vehículo construido hace muchos años y tenemos la necesidad de aportar algo como contemporáneo”, manifiesta. “Tenemos la tecnología y me gusta que las formas se rompan. Se trata de que coexista el pasado con quienes somos. El ballet es el show más grande que existe: desde los músicos a todos los departamentos de arte y vestuario son más de 200 artistas. No tiene que quedarse en una pieza de museo”.
Ese compromiso con el futuro lo lleva al escenario. Además de los tres días de funciones, Acosta Danza impartirá un taller para niños. “La educación es lo más importante, sobre todo a los niños que les motiva la danza. Desarrollé la vocación a los 13 años al ver una compañía como Acosta Danza”.