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Vacunación global

Datos de las vacunas más allá del coronavirus: "Inmunizar es la intervención de salud pública de mayor impacto"

  • Se calcula que la inmunización ha evitado más de 1.500 millones de muertes, gran parte de ellas infantiles
  • Solo vacunar contra la polio, el sarampión o la rubéola salva hasta tres millones de niños cada año

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Los niños de todo el mundo siguen siendo especialmente vulnerables a la amenaza de virus y bacterias.
Los niños de todo el mundo siguen siendo especialmente vulnerables a la amenaza de virus y bacterias.

Quizá hay un logro científico reciente que destaca por encima del resto: el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 y las casi 7.000 millones de dosis administradas a nivel mundial. Pero este hito no hubiese sido posible sin décadas de investigación previa, que han llevado al desarrollo y perfeccionamiento de uno de los mayores logros de la medicina. Las vacunas son muy probablemente, junto con los antibióticos y las medidas de higiene, la herramienta sanitaria que más vidas ha salvado. Se calcula que han evitado más de 1.500 millones de muertes, gran parte de ellas infantiles.

Pero en los países más pobres, las enfermedades infecciosas siguen siendo la principal causa de mortalidad en los menores de cinco años. En el último siglo, la esperanza de vida en los países desarrollados ha aumentado más de 40 años, y una de las claves ha sido la lucha contra las infecciones. No ha ocurrido lo mismo en las regiones más desfavorecidas del planeta, donde los niños siguen siendo especialmente vulnerables a la amenaza de virus y bacterias. Aunque el reparto sigue siendo desigual, tras el gran logro en el desarrollo de las vacunas para la COVID-19, organizaciones y expertos abogan por incorporar los aprendizajes de este proceso más allá de la pandemia para mejorar las deficiencias que todavía existen.

La importancia de las vacunas

Cuando se habla de enfermedades infecciosas, el riesgo de una persona es siempre el riesgo de todas, y por eso la vacunación se convierte en un objetivo obligatorio. Como recuerda Virginia Rodríguez, responsable de Incidencia Política del Instituto de Salud Global de Barcelona, "la inmunización de la población es la intervención de salud pública de mayor impacto a la hora de procurar un mayor nivel de salud, especialmente la de niños y niñas menores de cinco años".

"La menor mortalidad infantil en países desarrollados se debe a las vacunas, y a un estado general de avance de la ciencia que permite otras prácticas sanitarias. Pero desde luego, el impacto de las vacunas es lo que permite seguir avanzando para abordar otro tipo de cuestiones, teniendo estas más básicas, las muertes prevenibles por infecciones, ya solucionadas", explica.

Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef España, coincide en calificar a las vacunas como "la herramienta de salud pública más eficaz a la hora de contener enfermedades y sobre todo de prevenir la mortalidad infantil", y apunta una cifra que no deja espacio a ningún tipo de discusión: "Según los datos que manejamos, gracias a las vacunas se salvan entre dos y tres millones de vidas cada año de niños y niñas menores de cinco años".

Neumonía, diarrea y malaria: el podio de las enfermedades más mortíferas

La irrupción de la COVID-19 y la posterior campaña masiva de vacunación a nivel mundial ha eclipsado otros datos muy preocupantes que ya se arrastraban antes de la pandemia, como que aproximadamente 14 millones de niños no recibieron ningún servicio de vacunación en 2019, ni los más básicos, lo que ha provocado que estén expuestos a enfermedades fácilmente prevenibles. Para poner en perspectiva la magnitud trágica que algo así supone, esta cifra representa casi el triple de toda la población infantil que hay en España.

Un niño recibe la vacuna de la malaria en el hospital Yala Sub-County, en Kenia.

Un niño recibe la vacuna de la malaria en el hospital Yala Sub-County, en Kenia. BRIAN ONGORO / AFP

¿A qué enfermedades se exponen estos niños? Blanca Carazo, de Unicef España, apunta principalmente a tres: neumonía, diarrea y malaria. "Son las principales causas de mortalidad infantil, y por eso ha sido fundamental en los últimos años la aparición de la vacuna del rotavirus, contra algunos tipos de diarrea, y la del neumococo", indica.

Después de la neumonía y la diarrea, la malaria es la tercera causa de muerte en menores, y por eso la reciente aprobación de la primera vacuna contra esta enfermedad ha sido recibida con mucha esperanza, a pesar de que sus niveles de eficacia están por debajo de otras vacunas. "La vacuna aprobada contra la malaria va a ayudar, a pesar de tener una eficacia más discreta, y esto también pasa con la COVID-19, que vacunarse no es la única solución, y siempre hay que aplicar otras medidas. Por ejemplo, en el caso de la malaria, es muy importante la protección con mosquiteras", asegura Carazo.

El caso del sarampión: ¿por qué se producen brotes en países desarrollados?

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas que se conocen, y solo se ha conseguido mantener a raya creando una barrera inmunológica a base de vacunas.

Sin embargo, su capacidad de transmisión es tal, que en el momento en el que se baja la guardia, surgen brotes allí donde menos se espera.

Este virus prácticamente ha sido erradicado de los países más desarrollados gracias a la inmunización.

Pero no hay que olvidar que sigue siendo el responsable de la muerte de miles de niños todos los años en zonas del mundo como África subsahariana.

"Las altas tasas de vacunación coinciden con un fenómeno que hemos visto y que afortunadamente en España nos resulta más extraño, que es el movimiento antivacunas y la resistencia que muchas personas plantean ante las prácticas de inmunización, propias y de sus hijos", dice Virginia Rodríguez, del Instituto de Salud Global de Barcelona, un centro impulsado por la Fundación la Caixa. "Los brotes que se están produciendo de estas enfermedades que están prácticamente erradicadas en los países con más recursos se deben fundamentalmente a este tipo de conductas, no a que las vacunas sean menos eficaces. Son decisiones personales que hacen que teniendo esa posibilidad de inmunización, no la aceptan", añade.

Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef España, define al sarampión como "un caso bastante preocupante". "Es uno de los temas que seguimos y en lo que estamos trabajando más fuerte, porque el sarampión es muy contagioso, y a la vez es una enfermedad para la que se están reduciendo a nivel global y en muchos países el nivel de vacunación", declara.

"En países más desarrollados, en los que hay reticencia a poner las vacunas o movimientos antivacunas, se nota mucho en el caso del sarampión, porque en cuanto baja un poco la cobertura, es muy fácil que se produzca un brote y que ese brote se extienda", prosigue, y mantiene que "es en estos países desarrollados donde puede perderse un poco el respeto a los virus y a las bacterias que causan estas enfermedades, porque no los vemos en nuestro día a día, y eso hace que parezca que no son una amenaza, cuando en realidad, si dejamos de vacunar a nuestros niños, pueden volver a producirse casos, y de hecho hemos visto algunos también en España".

El éxito de las vacunas: la polio

La historia de las vacunas está plagada de éxitos, y quizá uno de los más conocidos es el de la erradicación de la viruela, hace más de cuatro décadas. Sin embargo, hay otros, algunos de ellos muy recientes, como la erradicación del virus salvaje de la poliomielitis, una enfermedad que ha matado y provocado gravísimas malformaciones a centenares de miles de niños a lo largo de la historia.

"En 2020 se produjo un hito muy importante que pasó prácticamente desapercibido, y fue que se erradicó el virus salvaje de la polio en todo el continente africano, con lo cual ahora mismo ya solo es endémico en Afganistán y Pakistán. No quiere decir que no puedan aparecer casos en otros países, pero ya son mucho menores y no es algo que sea endémico", describe Blanca Carazo.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos provocados por poliovirus salvaje han disminuido en más de un 99 % desde 1988 y se han evitado más de 16 millones de casos de parálisis como resultado de los esfuerzos mundiales por erradicar la enfermedad. "Mientras haya un solo niño infectado, los niños de todos los países corren el riesgo de contraer la poliomielitis", advierte el organismo, que hace un llamamiento a erradicar la enfermedad en todos sus reductos para evitar un repunte de hasta 200.000 casos nuevos anuales de aquí a diez años.

La importancia de una estrategia conjunta

La Alianza Global para la Vacunación e Inmunización (GAVI) es un consorcio internacional integrado por entidades públicas y privadas que tiene como objetivo mejorar el acceso a la inmunización de los niños más vulnerables de todo el mundo. En estos momentos, su reto más inmediato es asegurar el acceso a la vacuna contra la COVID-19 en los países más pobres, aunque engloba todo tipo de vacunas. Su labor, en la que colabora estrechamente Unicef, se vio golpeada por la irrupción de la pandemia de coronavirus a comienzos de 2020.

"La iniciativa GAVI ha permitido que se alcancen esos hitos importantísimos para reducir la mortalidad infantil. A principios de 2020 se vio un descenso de hasta el 40 % de las pautas de inmunización de sus programas habituales, como efecto de la pandemia, pero al acabar el año ya habían recuperado tasas superiores a las de finales del 2019 en el cumplimiento de sus objetivos, demostrando la resiliencia de estos programas", mantiene Virginia Rodríguez, responsable de Incidencia Política del Instituto de Salud Global de Barcelona.

Un niño recibe la vacuna contra el sarampión en Impfondo, República Democrática del Congo.

Un niño recibe la vacuna contra el sarampión en Impfondo, República Democrática del Congo. M. DIEFAGA / UNICEF

Blanca Carazo, de Unicef España, pone números a ese mazazo que supuso la pandemia de coronavirus para las campañas de inmunización en los países más desfavorecidos: "Antes de la pandemia hablábamos de 14 millones de niños que no habían recibido ninguna vacuna, y en el año 2020 estimamos que esa cifra subió hasta los 17 millones".

"Durante 2020, todo el mundo estaba con restricciones de movimiento, con cierres de fronteras, y eso complicaba toda la logística que hace falta para llevar las vacunas a todo el mundo. Y además hablamos de países donde los sistemas de salud son frágiles de por sí, donde los pocos recursos disponibles se destinaban a la pandemia, y se paraban otros servicios esenciales, incluyendo la vacunación infantil", expone.

De la COVID-19 a la equidad vacunal

La irrupción de la COVID-19 perjudicó gravemente a las campañas de vacunación en todo el mundo, aunque gracias al trabajo de organismos como Unicef y GAVI, las coberturas prepandemia se recuperaron casi inmediatamente, antes incluso de que finalizase 2020.

Respecto a la distribución de las vacunas contra la COVID-19, Blanca Carazo declara que en Unicef están "tremendamente preocupados con la inequidad vacunal". "Nos encontramos ante una amenaza global, y es una pena que no estemos siendo capaces de ver que la respuesta también tiene que ser de todos", enfatiza, y apunta a la "urgencia de acelerar de una manera muy importante" la llegada de vacunas a los países con menos recursos de África, Asia y América Latina.

"Estamos trabajando muchísimo para que la vacunación contra la COVID se utilice también para mejorar los sistemas de vacunación general en cada país", añade la portavoz de Unicef, cuya organización aboga por extraer lecciones positivas de la pandemia y, en la medida de lo posible, aprovechar los recursos que se están destinando a combatir el coronavirus.

En este sentido, explica Carazo, lo aprendido con la distribución global de las vacunas COVID servirá para mejorar la cadena de frío o para una mejor formación del personal sanitario. "Al final, hay ciertos elementos que son comunes entre la vacunación contra la COVID y cualquier otra vacunación, y eso pueda ayudar a que el resto de vacunaciones también puedan llegar más lejos", reflexiona.

Por su parte, Virginia Rodríguez opina que "la ciencia ha cumplido" con la vacuna, pero coincide en que "el problema ha venido después, por un lado a la hora de distribuirla, y por el otro a la de hacerlo equitativamente". Esto hace, a su juicio, que "con mayor probabilidad estemos más lejos de acabar con la pandemia a nivel global". "La vacuna contra el coronavirus no va a servir para acabar con la pandemia si no se alcanzan niveles más equitativos en el mundo", advierte.