Emmanuel Carrère: "Los supervivientes de Bataclan nos hablan desde lugares que no conocemos"
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Fiel a su minucioso retrato de la realidad, Emmanuel Carrère, Premio Princesa de Asturias 2021 de las Letras ha detallado en su discurso de agradecimiento el making of del mismo. Envió una primera versión trufada de agradecimientos personales y enumeraciones de los autores españoles que le habían marcado. A la Fundación le pareció poco y le pidió “algo más inspirador”.
“Lo que se infería de este mensaje inmensamente delicado es que, creyendo haber hecho lo apropiado, del mismo modo que se respeta un dress code, yo había escrito un discurso convenido y hasta convencional, un reproche que sinceramente no me han hecho a menudo”, ha explicado en Teatro Campoamor de Oviedo.
Así que, manos al teclado, Carrére inició una segunda parte del discurso en la que se ha centrado en su investigación y trabajo actual: el seguimiento del juicio del atentado de la sala Bataclan, en el que fallecieron 131 personas el 13 de noviembre de 2015.
“Ustedes, españoles, tuvieron que llorar a más víctimas el 11 de marzo de 2004, cuando hubo 61 fallecidos más, si es que esta contabilidad atroz tiene algún sentido. Para nosotros son los más letales perpetrados nunca en suelo francés. Los asesinos fueron abatidos o ellos mismos se explosionaron. Los catorce canallas que se encuentran en el banquillo de los acusados son lo que en francés llamamos seconds couteaux, comparsas, protagonistas secundarios”, ha explicado.
El autor de El adversario o Limonov, que ha llegado a Oviedo esta misma mañana, reconoce que una parte de él sigue en ese tribunal. “Todos los que han seguido un gran juicio saben que es una de las experiencias más adictivas que existen. La ambición de este juicio es desmesurada: aspira a desplegar desde todos los ángulos, desde el punto de vista de todos los actores, remontándose lo más lejos posible en la genealogía de los acontecimientos, todo lo que aconteció durante aquellas horas terribles. Anatomía de un instante, por citar el título de la vigorosa crónica de Javier Cercas”.
La humanidad tras el horror
Para el escritor, la pregunta clave es: ¿por qué sumergirse en un juicio en el que “día tras día chapoteamos en sangre, las heridas físicas y morales, las muertes atroces y las vidas truncadas”?
Y se responde: “Porque no es únicamente un baño de horror. Porque esos testimonios que se suceden semana tras semana, a razón de una quincena al día, son muchas veces extraordinarios ejemplos de humanidad. Esos supervivientes heridos en su cuerpo y en su alma se mantienen de pie. Nos hablan desde muy lejos, desde lugares de la experiencia humana que la mayoría de nosotros no conocemos. Este juicio sirve asimismo para esto: para explorar colectivamente estos recintos de nuestro corazón”.
Para finalizar su discurso ha recitado dos citas. Una de Simone Weil: El mal imaginario es romántico, novelesco, variado; el mal real es monótono, desértico, aburrido. El bien imaginario es aburrido; el bien real es siempre nuevo, maravilloso, embriagador. Por tanto, la “literatura de imaginación” o es aburrida o es inmoral, o una mezcla de ambas cosas. Sólo escapa a esta alternativa cuando pasa de algún modo, a fuerza de arte, al lado de la realidad, lo cual sólo el genio puede hacer”.
Y una segunda, de una superviviente del Bataclan: “Unos días después del atentado murió mi padre, y justo antes de morir me dijo: “Tú y yo consolamos a los demás de las desgracias que nos suceden”. Yo habría preferido no tener que consolaros”.
Los ‘amigos’ españoles de Carrère
En su primera parte del discurso (la considerada insuficiente por la Fundación), Carrére ha desgranado su biblioteca de autores españoles. “Un abuelo más joven que todos los jóvenes: Cervantes. Dos tíos irónicos y enigmáticos: Borges y Bioy Casares. Cortázar, en cuyo edificio viví diez años, en una calle del distrito 10º de París, en otro tiempo un barrio popular y hoy gentrificado... Roberto Bolaño, el hermano mayor con quien todo el mundo sueña, aventurero y encantador como debió de ser Robert Louis Stevenson. Y también algunos compañeros de ruta, más o menos de mi edad: Enrique Vila-Matas, Javier Cercas, Juan Gabriel Vásquez. Y mi querida prima Rosa Montero...”