'Mujeres de la abstracción' en el Guggenheim: invisibles, transgresoras y multidisciplinares
- Una gran exposición en el museo bilbaíno rescata del olvido a artistas abstractas de todo el mundo
El nombre de Georgiana Houghton (1814-1884) se ha volatilizado de los libros de historia pero está valorada como una de las creadoras del arte abstracto antes del arte abstracto.
Treinta años antes de que Kandinsky publicara su teoría de la abstracción De lo espiritual en el arte (1912), esta artista británica del siglo XIX vinculó la creación al espiritismo muy en boga en la época victoriana (en el reverso de cada pintura anotaba el título y el nombre de los espíritus que habían guiado su pincel).
Houghton nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero sus padres emigraron a Londres donde permaneció toda su vida. De formación autodidacta, durante más de una década realizó numerosas acuarelas e incluso se asoció con un fotógrafo de espíritus para hacer negocio: Frederick Hudson. El resultado son obras detallistas, sorprendentes, originalísimas y plenamente abstractas a través del simbolismo sagrado.
“Muchas mujeres trabajaban en este vocabulario artístico. Son obras abstractas que ellas entendían como una forma de comunicación espiritual en la que cada línea significaba algo para ellas”, señala a RTVE.es Lekha Hileman, comisaria colaboradora de la exposición Mujeres de la abstracción en el Museo Guggenheim de Bilbao (Hasta el 27 de febrero de 2022).
“Queremos demostrar con este discurso que la abstracción tiene muchas definiciones no siempre se refiere a algo que no es representativo de este mundo, también puede representar algún tipo de comunicación”, añade.
Las epatantes creaciones de Houghton abren la gran muestra del Guggenheim (más de 400 obras de 100 mujeres) en colaboración con el Centro Pompidou, que sondea la invisibilidad de las artistas y emerge joyas como las obras textiles que el MoMA expuso por primera vez en 1966 como celebración de un “arte marginado, femenino y considerado muy doméstico, que no se valoraba a la altura de la pintura y la escultura”, afirma Hileman que añade que muchas de las obras se ven por primera vez en nuestro país.
La revolución silenciosa ya se había gestado en la Bienal de Suiza en los 60, donde muchas creadoras en un magma de experimentación dialogaron sobre cómo aportar volumen al textil para moldearlo como instalaciones. Una de las impulsoras fue otra autora difuminada: la catalana Aurelia Muñoz (1926-2011), que anudó la arquitectura con los tapices, el origami o el patchwork y cuyas creaciones también pueden disfrutarse en las entrañas del Guggenheim.
Afán experimentador en la sombra
La exposición toca todos los palos: pintura, escultura, cine, fotografía o arte performativo. Es un recorrido cronológico y abierto desde finales del siglo XIX hasta 1980 con mujeres de todo el mundo: la sueca Hilma af Klint, la turca Fahrelnissa Zeid o la georgiana Vera Pagana comparten espacio con la francesa Louis Bourgeouis o la estadounidense Lee Krasner. Una efervescencia de ideas en una suerte de avant garde en la sombra con un vocabulario creativo común a sus homólogos masculinos.
“Sabemos que algunas artistas practicaban las mismas técnicas experimentales que Pollock pero era un momento en la historia muy machista en el mundo del arte en el Nueva York de los 40, no tenían muchas oportunidades ni el mismo reconocimiento”, señala la experta.
Lekha Hileman también plantea que iniciativas como Mujeres de la abstracción ejerzan como deuda moral con las autoras: si los críticos de arte las eclipsaron quizás sea el momento de la restauración en las salas de los museos.
“Hoy en día hay pocas exposiciones de artistas abstractas porque requiere mucha investigación, viajes para estudiar aunque es importante hacerlas porque presentamos artistas desconocidas al público pero también a los especialistas que pueden organizar monográficos”.