- La deforestación en la región amazónica de Brasil ha aumentado un 30 % desde que Bolsonaro llegó al poder
- En los diez últimos años la selva tropical ha perdido una superficie equivalente a más de ocho millones de campos de fútbol
La selva amazónica brasileña agoniza. Desde que el presidente brasileño Jair Bolsonaro llegara al poder en 2019, los devastadores incendios, la tala masiva, la insaciable industria agropecuaria y la invasiva minería ilegal vinculada al oro han deforestado miles de kilómetros cuadrados de la Amazonía brasileña. Las políticas económicas de su gobierno para monetizar el Amazonas están poniendo en peligro a uno de los mayores sumideros de carbono del planeta y a cientos de comunidades indígenas que han sido desplazadas de sus tierras arrasadas y contaminadas.
La Amazonía en llamas
En los primeros ocho meses del gobierno de Bolsonaro se registraron oficialmente más de 87.000 incendios en la Amazonía brasileña. Las nubes de humo negro teñían muchos días la ciudad de Sao Paulo. Los científicos descubrieron que la causa se encontraba a miles de kilómetros de distancia, concretamente en el extremo norte de la selva tropical de Brasil donde ardían miles de hectáreas de bosque.
“Todo ha sido planeado, fomentado y ejecutado por el gobierno de Bolsonaro“
En 2019 los incendios destruyeron 10.000 kilómetros cuadrados de la Amazonía. "Todo ha sido planeado, fomentado y ejecutado por el gobierno de Bolsonaro. Es la verdad", asegura el periodista Aldem Bourscheit, experto en investigación medioambiental.
Sus estudios revelaron también la corrupción y la falta de aplicación de las leyes forestales que sancionan la tala ilegal en las zonas protegidas. Y llegó a la conclusión de que estas, entre otras circunstancias, han incentivado a otros infractores a establecerse en la Amazonía para ganar millones de dólares. "La industria de la tala ilegal, la industria agraria, la gente vinculada con la minería ilegal del oro, por ejemplo, o los cazadores furtivos que trafican con los animales salvajes. Son muchos los que sacan partido de esta cadena de crímenes en la selva", denuncia Bourscheit.
Destruyendo el gran sumidero de carbono del planeta
La alarmante deforestación de la Amazonía llega a cifras inquietantes. Según el Instituto Amazónico, en los últimos años se han perdido doce millones de hectáreas de selva tropical. Se trata de toda una catástrofe ecológica. Además de albergar a aproximadamente tres millones de especies de animales y plantas y de producir agua, "el bosque también funciona como un enorme aire acondicionado del planeta", explica Paulo Moutinho, cofundador del Instituto de Investigación Medioambiental del Amazonas.
La cobertura forestal actúa como una enorme esponja que absorbe miles de millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera y lo almacena en los árboles. "De esa manera mitiga el cambio climático y enfría la región", añade Moutinho. "Si deforestáramos toda la cuenca del Amazonas que se extiende por nueve países, todas esas emisiones que terminarían en la atmósfera equivaldrían a 100 años de emisiones de combustibles fósiles en Estados Unidos", insiste la investigadora de la Universidad de Oxford, Erika Berenguer.
“El bosque también funciona como un enorme aire acondicionado del planeta“
Como ellos, otros expertos advierten de que si queremos dejar un planeta mínimamente habitable a las futuras generaciones, urge conservar la mayor parte posible de selva tropical.
El oro no reluce para los pueblos indígenas brasileños
Mientras el planeta pierde la Amazonía a un ritmo acelerado, la minería invade la selva. Brasil es uno de los grandes productores de oro. "Siguiendo la propuesta del presidente Bolsonaro, usamos los minerales como gran palanca para el desarrollo económico", declara Silas Camara, diputado y presidente de la Comisión de Energía y Minería.
Hoy, en Brasil, existe una auténtica fiebre del oro. Junto a la minería legal, la recesión económica ha provocado que un número cada día mayor de campesinos desempleados vayan a las tierras protegidas para hacer fortuna con la extracción ilegal de oro.
“Siguiendo la propuesta del presidente Bolsonaro, usamos los minerales como gran palanca para el desarrollo económico“
Según una ONG que trabaja sobre el terreno, más de dos mil explotaciones irregulares se han abierto en 37 territorios indígenas. "Los mineros ilegales están desplazando a los indígenas, están agotando sus recursos naturales, contaminando sus aguas y causando trastornos mentales", denuncia el fiscal federal de la región de Munduruku, Paulo de Oliveria.
Las tribus nativas están siendo sacrificadas para impulsar la economía y crear puestos de trabajo, a pesar de que el artículo 231 de la Constitución brasileña prohíbe expulsar de forma permanente a los pueblos aborígenes de sus tierras. "Hoy en día, nuestra mayor amenaza es el gobierno brasileño", asegura Juarez Saw, el líder de la tribu indígena Munduruku.
“Con minería y sin las demarcaciones de los territorios indígenas, el medio ambiente, los peces y los ríos morirán“
"Por favor, repetid conmigo, con minería en tierras indígenas y sin las demarcaciones de los territorios indígenas, el medio ambiente morirá, los peces morirán, los ríos morirán ¿Dónde está la gente que habla de proteger el Amazonas?", clama desesperada en el Congreso brasileño la activista indígena Alessandra Korap. De los 594 congresistas, solo tres están presentes. El resto ha preferido ver un partido de fútbol del Flamengo en una sala contigua.
Días después, unos desconocidos entraron en su domicilio y se llevaron documentos personales. Activistas pro derechos humanos creen que se trata de un acto intimidatorio por denunciar públicamente las actividades de la minería ilegal en los territorios indígenas Munduruku. Cinco líderes tribales han perdido la vida.