La Hungría de Orbán, homofobia de Estado
- Marton y Adam son una pareja gay que adoptó un niño; Bárbara Illes, una lesbiana a la que la nueva ley se lo prohíbe
- La UE presiona al polémico presidente Víktor Orbán para que retire sus leyes homófobas
Desde que el ultranacionalista Víktor Orbán llegara al poder en Hungría en 2010, el colectivo LGTBI ha retrocedido en el reconocimiento de sus derechos y libertades. Ya no pueden adoptar y tampoco ahora los transexuales pueden registrarse oficialmente con su nuevo nombre. En Portada estrena este miércoles, 27 de octubre, el reportaje “EstOrban” a las 20:00 en RTVE Play y a las 23:30 en La 2 de TVE.
El último paso atrás del gobierno conservador ultranacionalista del polémico mandatario es la prohibición de hablar sobre homosexualidad o sobre el cambio de género en las escuelas. El gobierno lo considera “propaganda homosexual” y cree que hay que proteger a los niños alejándolos de cualquier contenido que tenga relación con la comunidad LGTBI.
En esta Hungría nos encontramos con Marton Pal y Adam Hanol, una pareja homosexual que tiene un hijo adoptado de cinco años y que mira con desasosiego el futuro de su pequeño en un país donde el discurso homófobo viene directamente del gobierno. Ellos iniciaron el proceso de adopción cuando las leyes húngaras permitían adoptar a las personas solteras y tardaron tres años en conseguirlo.
“Los cambios en la ley dejan claro que no se trata de proteger a los niños“
Ahora esa puerta está cerrada. “Primero cambiaron las circunstancias de adopción; quién y cómo pueden adoptar niños”, explica Hanol, “ahora han hecho más cambios en la ley que dejan claro que no se trata de proteger a los niños de Hungría”, denuncia preocupado este padre de familia.
Prohibido adoptar
El caso de esta pareja gay contrasta con el de Bárbara Illes, una directiva de una importante multinacional decidida a adoptar un niño pero que llega tarde. Illes es lesbiana y, por tanto, soltera, ya que en Hungría no está permitido el matrimonio homosexual.
A Bárbara se le pasan por la cabeza todo tipo de soluciones para superar esa traba legal. “Lo que podría hacer es casarme con un amigo gay y ya no sería soltera y así podría adoptar pero no me siento cómoda con un matrimonio ‘fake’”, reconoce. La deriva homófoba del gobierno de Víktor Orbán está trastocando los planes de vida de las personas LGTBI en Hungría, un país miembro de la Unión Europea desde mayo de 2004.
Propaganda homosexual
El otro gran cambio legal aprobado por el Parlamento húngaro también coloca a los homosexuales en la diana. Se trata de una ley contra la pederastia que Orbán ha mezclado con lo que llama “propaganda homosexual”. Se resume en que hay que mantener alejados de los menores de edad todo tipo de contenido LGTBI: libros, publicidad, programas de televisión y también ha prohibido los talleres sobre diversidad sexual en las escuelas.
El hecho de que no se pueda hablar a los niños y a los adolescentes sobre la homosexualidad o sobre el cambio de género significa que muchos de ellos se quedarán sin referentes LGTBI. En julio de 2021 Orbán anunció que convocaría un referéndum sobre su ley homófoba después de que la Comisión Europea iniciara el procedimiento por considerarla ilegal.
Bruselas dice basta
El gobierno húngaro no solo ha tomado decisiones que vulneran normas comunitarias en relación a la libertad sexual, sino que otras han socavado pilares de la democracia como la libertad de prensa o la independencia judicial. Ahora, se suma la homofobia, que podría ser la gota que colme el vaso de la UE y también de los propios ciudadanos húngaros.
Las protestas del colectivo LGTBI se han repetido en las calles húngaras para que Orbán dé marcha atrás, pero la mayor presión llega de Bruselas. La UE considera la nueva ley húngara homófoba e incompatible con los principios y valores que defiende la Unión y ha exigido al gobierno magiar que la retire. No está dispuesta a sacrificar los valores y los principios de la Unión por lo que ha iniciado acciones legales contra Hungría por violar los derechos LGTBI. Otra medida de presión ha sido poner encima de la mesa el bloqueo de los fondos de recuperación tras la pandemia. Perder ese dinero sería un golpe difícil de explicar en Hungría y el partido de Orbán se la juega el año que viene en unas elecciones generales.
Desde hace una década, Orbán dirige el país con una mayoría de dos tercios en el Parlamento. El primer ministro arrasa en las urnas, especialmente en el mundo rural, donde todas leyes “antiLGTBI” son bien recibidas. Pocos dudan en Hungría de que señalar a la comunidad homosexual forma parte de la nueva estrategia electoral de Orbán, como en su día lo fue señalar a los refugiados y migrantes.