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Los dibujos inéditos de Franz Kafka, reunidos junto a toda su obra pictórica

  • Hasta ahora, solo se conocían públicamente 41 de sus dibujos, que también están presentes en el volumen
  • El autor pidió al escritor checoslovaco Max Brod que quemase todas sus obras al morir, pero este desoyó la orden

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Fotografía de una de las páginas de la obra
Varias editoriales de todo el mundo publican simultáneamente la obra

Un centenar de dibujos inéditos del escritor Franz Kafka (1883-1924) se reúnen por primera vez, junto a la totalidad de sus obras pictóricas, en un volumen muy especial. La iniciativa ha sido posible gracias a un proyecto internacional en el que han participado siete países. Kafka, a pesar de ser considerado uno de los autores más brillantes del siglo XX, se creía un mal novelista. Por este motivo pidió al escritor checoslovaco Max Brod que quemase todos sus manuscritos al morir. Pero no le hizo caso. Gracias a Brod vieron la luz obras como El proceso (1915) y, ahora, sus dibujos.

Estos dibujos eran lo único inédito que quedaba por publicar de Kafka

"Estos dibujos eran lo único inédito que quedaba por publicar de Kafka", ha asegurado este jueves el editor de la española Galaxia Gutemberg, Joan Tarrida. Según Tarrida, el escritor dibujaba desde sus tiempos en la Universidad Alemana de Praga, pero sus obras pictóricas se concentran especialmente entre 1901 y 1907 y, además, se percibe en ellas "ambiciones artísticas".

Hasta ahora solo se conocían 41 de sus dibujos

Hasta la presente edición, la única publicación con sus dibujos era Había una vez un gran dibujante. Franz Kafka como artista plástico (2002), de Niels Bokhove y Marijke van Dorst, pero solo reproducía 41 dibujos. Ahora a estas obras se le suman 110 inéditas, incluidos algunos del archivo de literatura alemana de Marbach.

De lo realista a lo fantástico, de lo grotesco a lo inquietante

El primer cuaderno de Kafka data de 1901, mientras que el último dibujo está fechado en 1924. En este aparece la actriz polaca Dora Diamant, una amiga que acompañó al escritor en sus últimos días. De acuerdo con el investigador Andreas Kilcher, en los dibujos abundan "las figuras humanas, pero también seres mezcla de animal y humano" que a menudo están "captadas con unos pocos y diestros trazos". Se trata, añade Kilcher, de unas ilustraciones que "van de lo realista a lo fantástico, de lo grotesco a lo inquietante, algunos parecen carnavalescos o caricaturescos".

Según Tarrida, "los dibujos de Kafka, como su escritura, están muy ligados a su tiempo, en este caso al expresionismo, pero también al arte japonés". Asimismo y según anuncia el editor, Galaxia Gutenberg prepara para 2022 un segundo volumen con la correspondencia de Kafka correspondiente a los años de la I Guerra Mundial (1914-1918).

Sus dibujos sobrevivieron al holocausto

A la muerte de Kafka en 1924, los dibujos quedaron en manos de dos de sus sobrinas y de su amigo y albacea Max Brod. En una aventura casi cinematográfica, Brod consiguió huir de los nazis desde Praga hasta Palestina y pasando por Constantinopla con varias maletas con los dibujos y los manuscritos de los libros.

Cuando llegó a Palestina, Brod dejó el legado de las sobrinas en la editorial Schocken, que había tenido sede en Berlín y que, en 1934, ya había comprado todos los derechos de publicación a la madre de Kafka. Sin embargo, cuando en 1956 estalló la crisis del Canal de Suez, temiendo su desaparición, decidió depositar los fondos en cuatro cajas fuertes de un banco de Zúrich, donde la mayoría de los dibujos permanecieron durante los siguientes 63 años.

Como ha contado Tarrida, en 1961 las sobrinas decidieron depositar su parte en la biblioteca Bodleiana de Oxford, donde aún permanece, mientras que Brod los legó a su secretaria, Ilse Ester Hoffe, que se resistió a que los dibujos fueran publicados. A la muerte de Hoffe en 2007, se inició una disputa legal sobre las partes del patrimonio de Kafka basándose en una cláusula del testamento de Brod en la que decía que los dibujos, que estaban en el banco de Zúrich, debían ser entregados físicamente a la Biblioteca Nacional de Israel. La biblioteca israelí ganó el contencioso en 2019 y fue entonces cuando se pusieron a disposición de los investigadores.