Las claves de la cumbre de Glasgow: ¿última llamada para frenar el cambio climático?
- La COP26, la más importante desde el Acuerdo de París, será la prueba de fuego del compromiso climático de los países
- El éxito lo determinará la ambición de EE.UU., que con Biden busca ejercer el liderazgo climático, la UE, China o India
Con un año de retraso por la pandemia, este domingo comienza la cumbre del clima de Glasgow o COP26, considerada la más importante desde la de 2015, cuando se firmó el histórico Acuerdo de París. Cerca de 20.000 personas, procedentes de casi 200 países, buscarán cerrar algunos puntos fundamentales de aquel pacto y aumentar la ambición de sus objetivos de emisiones para evitar los efectos más devastadores del cambio climático, en lo que la delegación estadounidense ya ha bautizado como "la última llamada para que el mundo se ponga las pilas".
Durante dos semanas, la ciudad escocesa será el escenario del mayor evento climático mundial, una reunión que se llega a su edición número 26 y que se espera especialmente crucial este año, ya que se negociarán algunos puntos clave del Acuerdo de París, como la esperada inversión de 100.000 millones de dólares de los países ricos a los menos desarrollados.
"No se espera en Glasgow la espectacularidad que tuvo la cumbre de París, pero eso no quiere decir que no sea importante", explica a RTVE.es Álvaro Rodríguez, experto en Medio Ambiente de la escuela de negocios IMF y coordinador general de The Climate Reality Project, la organización impulsada por el exvicepresidente de EE.UU. Al Gore "Esta cumbre va a marcar la pauta de cuán en serio nos estamos tomando la crisis climática o cómo de sólidos son los compromisos".
Para algunas organizaciones ecologistas, esta cumbre será "más importante" que la de París, ya que en aquel momento "se dijo 'hay que hacer algo', pero no se pusieron los medios y el cómo y en esta cumbre se va a firmar la letra pequeña", señala desde Escocia Carlos Buj, miembro de Extinction Rebellion. Él, junto a un grupo de activistas españoles ha caminado desde Zaragoza a Glasgow para insistir en la urgencia de reducir profundamente las emisiones en el corto plazo, en lo que la ciencia considera la década clave para actuar antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué significa exactamente COP?
COP hace referencia a las siglas en inglés de la Conferencia de las Partes, es decir, los firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992. Cada "parte" es un país, y ya son 196 (todos los miembros de la ONU) las que lo han firmado, además de la UE.
Cada año, desde 1995, los países se reúnen en distintas sedes para analizar y prevenir el impacto humano sobre la biosfera. De ella han salido acuerdos vinculantes sobre las emisiones de cada país: el Protocolo de Kioto, en 1997, y el Acuerdo de París, en 2015, mediante el que los países se comprometen a reducir las emisiones para no superar un aumento de la temperatura global de 2 grados, 1,5 idealmente. Ir más allá supondría impactos "catastróficos" para toda la humanidad, según han advertido los expertos de la ONU.
Sin embargo, han sido más frecuentes los fracasos, cuando se esperaba más y las potencias no cumplieron con lo esperado, como ocurrió en Copenhague en 2009 o en la última cumbre, la de Madrid en 2019.
¿Quién participará?
La cumbre de este año estará marcada por las restricciones de la pandemia, que condicionará la asistencia de muchos miembros. Aun así, ya está confirmada la asistencia de jefes de Estado y de Gobierno de 121 países. Entre ellos están los principales líderes europeos, pero destacan especialmente las ausencias: las de los líderes de China o Rusia, dos de los principales emisores de gases de efecto invernadero.
Además de políticos asistirán también diplomáticos, abogados, miembros de ONG y cientos de activistas. Muchos acuden al lugar del encuentro sin entrada oficial, lo que convertirá a Glasgow por unos días en la capital mundial de la acción climática. Entre el 7 y el 10 de noviembre decenas de asociaciones han convocado la contracumbre o "Cumbre de los pueblos", con actos alternativos a la programación oficial.
¿Qué se va a negociar?
El Acuerdo de París de 2015 establecía revisiones cada cinco años de los planes nacionales de reducción de emisiones de cada país. Como en 2020 no hubo cumbre por el coronavirus, este año llega la prueba de la verdad: se revisará si las principales potencias cumplen con lo comprometido. Por el momento, se queda muy lejos de lo esperado China, que prácticamente no ha modificado sus objetivos desde 2015 y no se compromete a reducir sus emisiones de aquí a 2030. Otra gran potencia como India ni siquiera ha presentado su plan, como tampoco lo han hecho Irán, Turquía o Venezuela.
Sí lo presentado formalmente la actualización de sus objetivos 120 países y la Unión Europea, que representan cerca de la mitad de las emisiones globales. Se trata, sin embargo, de compromisos "insuficientes", según la organización, y que llevarían a un aumento "catastrófico" de 2,7 grados a final de siglo.
Además, quedan por ratificar algunos puntos fundamentales del Acuerdo para que este pueda estar plenamente operativo. Entre ellos varios puntos del artículo 6, como la regulación del mercado de emisiones de gases de efecto invernadero, algo que estuvo a punto de lograrse en la última cumbre, la celebrada en Madrid en 2019.
Otro aspecto clave que determinará el éxito de esta cumbre es si los países más ricos se comprometerán finalmente a enviar cada año 100.000 millones de dólares a los menos desarrollados para hacer frente al cambio climático, otro de los compromisos logrados en París y que supuestamente tendría que haber entrado en vigor en 2020. Según el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, esta cifra era el "mínimo" exigible.
Rodríguez se muestra convencido de que este acuerdo sí se va alcanzar, y recuerda que no es un "donativo a fondo perdido", sino que se trata en gran parte de créditos con bajos intereses que permiten a los paíss menos desarrollados bajo interés para que puedan comprar tecnologías de reducción de emisiones a los más ricos, por lo que "doble negocio" con posibilidades de éxito.
¿Cuáles serán las principales trabas?
Precisamente este último punto, el del traspaso económico, puede ser uno de los principales escollos en las negociaciones. Al principio de esta semana, un comunicado conjunto de los ministros de Medio Ambiente de Alemania y Japón mostraba su "esperanza" de que los países industrializados avanzaran en este objetivo en 2022 y que se podría llegar a él en 2023. También el anfitrión de la cumbre, el primer ministro británico Boris Johnson, admitió que solo había un 60% de posibilidades de llegar a un acuerdo sobre la movilización de 100.000 millones de dólares anuales.
Las ausencias de algunos líderes también hace temer que esta cumbre no cuente con el compromiso de todas las principales potencias. Además, organizaciones como Greenpeace han criticado el greenwashing o "lavado de cara verde" que se da en este tipo de encuentros. Para la activista climática sueca Greta Thunberg, "la COP26 es un montón de blablablá, greenwashing y simbolismo.
Más allá de lo que se negocie entre los muros del Scottish Event Campus de Glasgow, la propia organización de la cumbre también ha sido objeto de las críticas. Activistas como la organización Climate Action Now han pedido que se posponga por las dificultades para asistir de muchos países del sur global todavía inmersos en la pandemia, mientras que algunos negociadores y asociaciones han renunciado a asistir por los altos precios de viajar, alojarse en Glasgow y por las largas cuarentenas exigidas por el Gobierno británico.
¿Cómo llega cada país a Glasgow?
La mayoría de países han presentado a la ONU sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, en inglés), es decir, sus planes de recorte de emisiones de cara a 2030 y a largo plazo. Sin embargo, solo un país en el mundo, Gambia, ha elaborado un plan compatible con el objetivo de no superar el aumento de 1,5 grados de la temperatura media global.
Estados Unidos tiene la "obligación moral" de volver a ejercer el liderazgo climático, argumenta Rodríguez, después de que el expresidente Donald Trump abandonara el Acuerdo de París y el actual mandatario, Joe Biden, volviera a él al inicio de su mandato. Es uno de los países que más ha avanzado en sus compromisos de reducción de emisiones: recortará un 50% antes de 2030 y será climáticamente neutro -sus emisiones las compensará la absorción de dióxido de carbono- a mitad de siglo. Estos objetivos siguen, aun así, lejos de ser suficientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados.
También está a la cabeza en ambición climática la Unión Europea. Los 27 miembros son los que más han reducido las emisiones respecto a los niveles de 1990, hasta un 24% en 2019. El año pasado, la Comisión Europea fue más allá y propuso recortar un 55% los gases de efecto invernadero hasta 2030 y llegar a la neutralidad de carbono en 2050. Reino Unido ha subido la apuesta con un ambicioso plan para reducir hasta el 68% las emisiones en la próxima década.
Por su parte, el mayor contaminador del mundo, China, ha dado un giro de timón en su actitud respecto al clima, y vuelve a competir con EE.UU. el liderazgo climático. El gigante asiático se ha comprometido a llegar al pico de emisiones en 2030 y a alcanzar la neutralidad en 2060. Para ello ya ha anunciado medidas con un gran impacto global, como el fin de la inversión en centrales de carbón en el extranjero. Sin embargo, la comunidad internacional acoge con escepticismo estos objetivos por la falta de concreción a corto plazo.
Según cálculos del medidor independiente Climate Action Tracker, si China cumple con sus obligaciones, es probable que por sí sola reduzca el aumento de la temperatura global entre 0,2 y 0,3 ºC para 2100.
Será crucial también el papel de Brasil, con un presidente, Jair Bolsonaro, que ha cuestionado en múltiples ocasiones la gravedad del cambio climático, y que en su última actualización del plan de reducción de emisiones planea contaminar más que en el último. Otras potencias energéticas, como Rusia o Arabia Saudí, tienen compromisos completamente alejados del objetivo de París. Riad llegó a anunciar en los últimos días que pretendía ser climáticamente neutral en 2050, aunque solo se contempla en este compromiso el consumo, y no afectaría a la extracción y venta de petróleo, el principal activo nacional.