Se cumplen 90 años de la venta del Monasterio de Óvila
- El magnate Randolph Hearst lo compró y se lo llevó piedra a piedra a San Francisco
- En Trillo se conserva el esqueleto del edificio, propiedad de un particular
Se cumple 90 años de uno de los expolios de patrimonio artístico más importante de Castilla-La Mancha: la venta del Monasterio de Santa María de Óvila de Trillo. Las ventas de estos monumentos se producen con la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. Es cuando el magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst lo compra en 1931, con el asesoramiento de Arthur Bine.
Así lo detalla uno de los máximos expertos de este monasterio, el catedrático de la historia de la arquitectura, José Miguel Merino de Cáceres: “La idea de Hearst es hacer un gran museo con edificios históricos trasladados desde el viejo continente y exponer en ellos distintas obras de arte”.
Mi padre sabía lo que valía esto
Un equipo de TVE se ha desplazado a Trillo, en este pueblo de Guadalajara ha encontrado a Gregorio Bodega. A sus 87 años, este policía jubilado recuerda las historias de su padre, cantero de profesión, sobre el desmontaje del templo cisterciense, piedra a piedra.
“No había grúas, todo esto se hacía a mano. Hicieron andamios y un grupo de hombres bajaban las piedras al río“
“No había grúas, todo esto se hacía a mano. Hicieron andamios y un grupo de hombres bajaban las piedras al río, luego a las barcas, embaladas y enumeradas”. Del Río Tajo hasta el Océano Pacífico. Las piedras de Óvila recorrieron más de 9.300 kilómetros, para quedar abandonadas durante décadas en el muelle de San Francisco.
Ahora están en California
Un grupo de monjes cistercienses, a través de varias gestiones, consiguieron hacerse con las piedras. Fue entonces cuando el padre abad contactó con José Miguel Merino de Cáceres, para reconstruir la sala capitular del monasterio. “Había como el 60% de las piezas. Lo que había sido 11 buques llevando piedras a San Francisco, ahora quedaban solo 11 camiones”.
“Lo que había sido 11 buques llevando piedras a San Francisco, ahora quedaban solo 11 camiones“
En la actualidad, los monjes quieren que Merino de Cáceres les diseñe una torre inspirada en la antigua, que está en ruinas en la actualidad. Debido a su edad, el arquitecto emérito ha denegado esta invitación.
Expolio de patrimonio español
El monasterio perdido era una obra románica y pregótica de gran valor artístico, única en el mundo. Para Merino de Cáceres, la venta de este monasterio fue una gran pérdida para el patrimonio español. “Es una cosa tremenda, dramática, que se vendan siglos de historia de esta manera”. Por su parte, Gregorio Bodega afirma que el pueblo no era consciente en aquella época del valor artístico de sus monumentos, de la herencia de generaciones anteriores. Aunque asegura: “Veía que eso era una injusticia. Mi padre sí sabía el valor que tenía estas piedras, sabía lo que costaba hacerlas”.
Los libros de historia guardan la historia de este lugar, para que un expolio así, no se vuelva a repetir.