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El circo de carpa, en peligro de extinción: el 25% ha desaparecido en la última década

  • El uso de animales en circos está prohibido en siete comunidades autónomas, pero una futura ley podría erradicarlos del todo
  • El sector ha creado un circuito de ciudades amigas del circo para intentar reavivar la actividad

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El circo de carpa, en peligro de extinción

“Sin temer jamás al frío o al calor, el circo daba siempre su función”... pero los tiempos han cambiado. En 2021, tan solo unos 40 circos recorren España en caravana para acercar su espectáculo a todas las ciudades. Alguno tiene más de 100 años de historia, pero todos se encuentran con el mismo problema: la ubicación. Desde que las grandes ciudades ya no tienen suelo reservado para el sector y los alquileres no dejan de subir, el negocio circense corre peligro.

Ante la situación, muchos han optado por trasladarse de las carpas a los teatros. En la última década, el 25% de los circos de carpa ha desaparecido. Pero todavía hay cerca de 40 circos que siguen recorriendo el país en caravana, "supervivientes", según explican a RTVE.

Seguir adelante es su principal objetivo, pero algunos incluso lo tienen más difícil que otros. El uso de animales en este tipo de ocio se ha prohibido en siete comunidades autónomas. Y la futura ley de protección podría sacarlos definitivamente del mapa. Tras adaptarse a diferentes circunstancias, sus giras son más cortas, pero ese no es el único inconveniente.

Un coste demasiado elevado

Nacho Pedrera, Portavoz de la Asociación de Circos Reunidos, se queja de las dificultades que atraviesa el sector. "Cuanto más gasto, más nos obligan a reducir, nos quitan los animales, nos suben las tasas, nos suben los impuestos… al final, es un problema diario mantener a 100 personas, animales, casi 60 vehículos", explica a RTVE.

Por su parte, el Circo Raluy, con más de un siglo de rodaje, achaca el problema a la falta de ubicación. Sus originales carromatos de madera se mueven por el Mediterráneo para dar 300 funciones al año. En grandes ciudades como Madrid o Alicante, se llega a pagar de 8.000 a 13.000 euros por tan solo una semana de suelo.

"No dan las facilidades que a lo mejor en otros países de Europa ya tienen: un espacio especialmente para instalar los circos de carpa, con su luz, agua, un terreno en condiciones…", explica la codirectora del Circo Raluy, Louisa Raluy.

Dos realides distintas

Por tercer año consecutivo, el premio Nacional de circo se ha destinado al circo realizado en teatro, y no en carpa. Algunos profesionales del sector no están del todo de acuerdo. Suso Silva, premio Nacional de Circo, ha pedido explicaciones al Ministerio de Cultura. La respuesta ha sido que no se hacen distinciones, ni en ayuda ni en reconocimiento.

Hace ya 15 años, Silva montó El Circo de los Horrores. Su espectáculo, que cuenta con 60 trabajadores, consiguió vender 55.000 entradas en un mes. "No es comparable el gasto de dos o tres personas en un teatro que van con su maleta y actúan en este monstruo sobre ruedas", comenta el artista. En su opinión, debería diferenciarse una categoría de la otra porque son realidades distintas.

No estamos reclamando una ayuda económica, estamos reclamando respeto

En realidad, ese "monstruo" es una carpa que cuesta unos 600.000 euros, seguida de 30 trailers. El circo vivo, un sector que vive al desamparo de la ayuda económica desde hace siete años, ha vuelto a colarse en la agenda del Ministerio. La partida exclusiva que Cultura promete para 2022 es de 250.000 euros a adjudicar entre los circos itinerantes.

Desde la Unión de Profesionales de las Artes Circenses, Manuel González insiste: "No estamos reclamando una ayuda económica, estamos reclamando respeto, que es algo muy importante que no cuesta dinero, pero que necesita de voluntad política". Pide, además, legislación al respecto: "Estamos reclamando ayudas, en forma de políticas, que de alguna manera favorezcan las giras de esos circos".

A través de la creación de un circuito de ciudades amigas del circo que acojan sus giras pretenden reactivar la economía. Su fe en el público y en el "más difícil todavía" les sostienen, pero ahora el objetivo es no abandonar los malabares.