Vivir con ecoansiedad: "Te paraliza no poder imaginar tu propio futuro"
- Un 84% de los jóvenes están preocupados por el calentamiento global y casi la mitad piensa que le afecta en su día a día
- Los expertos piden convertir esa preocupación "en algo positivo" y unirse a la acción colectiva contra el cambio climático
Vivir con la consciencia de que, si no actuamos urgentemente para remediarlo, el mundo será peor a cada año que pase por culpa del cambio climático. Así es el día a día para quien sufre ansiedad climática o ecoansiedad, un problema de salud mental cada vez más común entre los jóvenes, los que más sufrirán los efectos del calentamiento global.
"Para mí es un sentimiento de angustia en general que te puede paralizar. Te lleva a no ser capaz de imaginar tu propio futuro". Naiara Fernández tiene 23 años y es activista climática. Sufre ecoansiedad, una "incertidumbre muy grande" por el porvenir climático, que se suma a la "sucesión de crisis" que viven los jóvenes, como el paro o el acceso a la vivienda, relata a RTVE.es.
El testimonio de Fernández es solo uno de los miles que se repiten por todo el mundo a medida que los efectos del calentamiento global se hacen más evidentes en la vida cotidiana. Según un reciente estudio previsto para publicación en la revista Lancet Planetary Health, con entrevistas a más de 10.000 jóvenes de 10 países, un 84% están preocupados por el cambio climático. Un 45% asegura que esta crisis afecta a su día a día y cuatro de cada diez llega hasta el punto de dudar si tener hijos ante el futuro que les pueda esperar.
"La ansiedad climática es a la vez una ansiedad por el medio ambiente, pero también por ver que los gobiernos y quienes están el poder parecen no actuar urgentemente", explica Caroline Hickman, profesora de la Universidad de Bath y coautora del estudio.
En su investigación, continúa, "más de la mitad de los niños y jóvenes dijeron que pensaban que la humanidad estaba condenada al fracaso", pero además el 48% lamentaba sentirse "ignorado cuando trataba de hablar de cómo se sentía", lo que no hacía más que empeorar su resentimiento.
La angustia por "cargar con el peso de salvar el planeta"
Más allá de la angustia por un futuro incierto, la ecoansiedad aparece también cuando "creemos que cargamos con el peso de salvar el planeta y vemos que nunca es suficiente lo que hacemos para alcanzar una perfección autoimpuesta", según Irene Baños, divulgadora climática y autora del libro Ecoansias.
Asegura que, como cualquier otro tipo de ansiedad, esta también provoca "la falta de oxígeno, el no poder respirar, un agobio que se traduce en impactos físicos". Fernández, quien siente cómo le afectan estos síntomas, se encuentra también en la encrucijada de llevar a cabo acciones individuales, aun sabiendo que no serán suficientes para frenar el calentamiento global.
"A nivel individual haces algunas cosas, como comer menos carne o coger menos el coche, porque no hacer nada no se corresponde con el futuro que quieres. Pero aunque los cambios individuales son necesarios, también necesitamos una transformación muy grande de la sociedad", subraya.
Precisamente Baños critica que el hecho de obsesionarse con los pequeños gestos se da porque "al sistema le interesa que sea así". Cita el ejemplo del reciclaje, uno de los "gestos que menos impacto tienen a la hora de reducir la gravedad de la crisis climática". Pese a ello, "nos hacen sentir fatal como ciudadanos si no separamos todo a la perfección, si no tenemos cada vez más cubos". Al mismo tiempo, se multiplica la presencia de plásticos en los supermercados, denuncia.
“Si estamos de puertas para adentro, obsesionados y paralizados por esa perfección, no exigiremos a gobiernos y empresas los cambios que realmente son necesarios“
El caso del reciclaje, sigue, es extrapolable a otras muchas acciones individuales. "Si estamos de puertas para adentro, obsesionados y paralizados por esa perfección, no exigiremos a gobiernos y empresas los cambios que realmente son necesarios", resume.
"Mejor sentir algo de ansiedad y usarla para actuar"
Pese a que puede llegar afectar físicamente a quien la sufre si se une a otros problemas, Hickman defiende que la preocupación por el cambio climático no es intrínsecamente mala. "No es una enfermedad mental, sino una respuesta emocional saludable a las amenazas a las que nos enfrentamos. Me preocuparía mucho si alguien no sintiera ansiedad ecológica en el mundo", señala.
“Me preocuparía mucho si alguien no sintiera ansiedad ecológica en el mundo“
Por eso, defiende, puede llegar a sentirse emocionalmente peor alguien que niega el cambio climático que alguien con ansiedad climática. "Tarde o temprano, la realidad se impondrá y esa realidad será aterradora. Así que mejor despertarnos ahora y sentir algo de ansiedad y luego usarla para actuar es lo que nos salvará, aunque suene paradójico. Si sientes ansiedad es porque te importa el planeta", asevera.
Para hacer frente a esta ansiedad, recomienda "convertirla en algo positivo". "Deberías sentirte orgulloso de esto y luego encontrar formas de actuar a nivel familiar, social, político, nacional y global", lanza, dirigiéndose aquellos que la sufren.
"Lo que me va mejor es juntarme con otras personas"
Fernández ha encontrado en la acción climática una vía de escape a su ecoansiedad. "Una de las cosas que me va mejor es reunirme con otras personas, estar en movimientos climáticos y desde ahí plantear el futuro que queremos", cuenta. Baños también coincide: "Es clave unirse con otras personas que se sientan de la misma forma, porque eso nos va a mostrar la otra cara de la moneda. No solamente lo sombrío del futuro, sino lo esperanzador que es toda la gente que está tomando acción".
También es fundamental, añade, "aceptar que siempre se va a poder hacer algo, no verlo como una situación catastrófica de la que no podemos salir, porque nunca va a ser tarde para poder evitar que vaya a peor".
“Aceptar que siempre se va a poder hacer algo, no verlo como una situación catastrófica de la que no podemos salir“
El auge de la preocupación por el clima ha hecho que surjan comunidades de ayuda específicas para quien la sufre, dentro del movimiento climático, y consultas psicológicas especializadas, como la de Hickman el grupo de terapeutas Ecoansiedad, creado el pasado verano en Valencia.
Para la autora del estudio, el sentimiento generalizado entre niños y jóvenes es el de sentirse ignorados por sus mayores. "Necesitamos escuchar a los niños y poner sus voces en el centro de estos debates". El 65% de los encuestados en esta investigación, que aún tiene que ser revisado por pares antes de su publicación, siente que los gobiernos están fallando a los jóvenes y mintiendo sobre las acciones que toman.
"Lo que estamos viendo aquí es una sensación de traición y abandono por parte de niños y jóvenes". En este plano, la cumbre del clima que se está celebrando en Glasgow será la prueba determinante de si las promesas de los gobernantes para impedir que el aumento de la temperatura global supere los dos grados son reales.
Jóvenes activistas como Fernández miran escépticos hacia Glasgow. En cumbres como esta, o la que se celebró en Madrid en 2019, "unas cuantas empresas hacen publicidad de lo verdes que son cuando es mentira", critica. Mientras, los políticos al cargo de las negociaciones mantienen el "pensamiento hegemónico de poner el capital por encima de la vida".
Por eso, señala Hickman, lo que "tranquilizaría a la gente es ver que los gobiernos actúen con urgencia". El remedio a la ecoansiedad, remata, es "la esperanza".
¿No tener hijos por la crisis climática?
Decidir no tener hijos es uno de las consecuencias más llamativas de la ecoansiedad. Pero no es una decisión que tomen solo quienes la sufren. Cuatro de cada diez de los jóvenes entrevistados en el estudio global dudan sobre ello, números que llegan hasta casi la mitad en países como Brasil o Filipinas.
Para Fernández, tener hijos en una situación en la que el clima será cada vez más extremo puede ser un acto "egoísta". Se pregunta si tener descendencia es una buena decisión "cuando en el planeta que les vamos a dejar se tendrán que enfrentar a ciertos fenómenos a los que no nos hemos enfrentado en la vida".
Hickman explica que cada vez recibe a más parejas jóvenes en su consulta que piensan que "el futuro de los niños va a ser peligroso e inhabitable" y se lo piensan "dos veces" antes de decidir dar a luz. La experta en ecoansiedad cree que hacerse esta pregunta es un "acto de buena crianza", cada vez más común entre los jóvenes, preocupados no solo por cómo les afectará el cambio climático a ellos, sino también a sus hijos y a los hijos de sus hijos.