Cómo educar a los niños en una buena alimentación sin prohibir: "Puede aumentar el deseo"
- Los expertos señalan que, aunque los dulces no son los mejores alimentos para la salud, "tampoco beneficia demonizarlos"
- Destacan la idea de flexibilidad en la alimentación: “Se trata de comer de todo y de llevar una alimentación variada"
Dulces, galletas, zumos, cereales... Los nutricionistas y expertos en alimentación tienen claro que no son los mejores alimentos para la salud, sobre todo después de la llamada de atención del Ministerio de Consumo con la prohibición de esta publicidad. Sin embargo, tampoco beneficia demonizarlos y vetarlos totalmente de la dieta, y mucho menos de la de los niños. “Si etiqueto los alimentos como malos y se los prohíbo, aumenta más el deseo y puede aparecer una relación insana”, advierte la nutricionista Beatriz Verdi. El descontrol, la aparición de atracones o de trastornos alimentarios pueden ser algunas de las consecuencias de una relación prohibitiva con la comida.
La prohibición de esta publicidad anunciada por el Gobierno la pasada semana puede ayudar a controlar la manipulación de la industria del marketing y que los niños no se vean seducidos por sus dibujos animados preferidos para consumir ciertos alimentos. Pero esta norma no significa, en ningún caso, que se les deba prohibir comerlos.
“Puedes detonar un trastorno de la alimentación o una conducta desordenada de comer“
“Puedes detonar un trastorno de la alimentación o una conducta desordenada de comer”, advierte por su parte Verdi sobre la rigidez alimentaria. También lo cree la médica Daniela Aguilar, quien opina que llenar nuestra vida de prohibiciones “genera mucho sufrimiento” y “la salud también incluye la salud mental”.
Los menores están expuestos a estos productos en la mayoría de los espacios que visitan diariamente, como puede ser la escuela o las casas de sus familiares. Si en su hogar dichos alimentos de menor calidad nutricional están totalmente prohibidos, es probable que “cuando le den una chuche no se coma una, sino muchas”. Según Verdi, se está promoviendo así “una mala relación con la comida” que puede tener un impacto emocional en su vida adulta.
Comiendo "a escondidas, hasta reventar y terminarlo todo"
Carmen, superviviente de un trastorno alimentario, recuerda el “sentimiento de culpa terrible” que llega al comer esos alimentos, que en su casa estaban señalados como prohibidos. Por este motivo, durante su infancia solía tomarlos “a escondidas, hasta reventar y terminarlo todo” para no dejar rastros de los productos: “Así empiezan los TCA, con restricciones o prohibiciones”.
Por su parte, el psicólogo y técnico nutricionista Alejandro Vera señala que “no se trata de prohibir, sino de no normalizar el consumo de estos productos como algo habitual”. Por ello, “no quiere decir que no podamos tenerlos en casa y en un momento determinado darnos ese gusto”. Aunque es cierto “que no conviene abusar”, tampoco son el diablo.
Que los buenos hábitos sean importantes y conlleven una alimentación variada con una base de frutas, verduras y legumbres, “no quiere decir que no se pueda comer cualquier otro alimento”, añade Verdi. Pero, entonces, ¿cómo se puede educar en una dieta balanceada sin caer en la sensación de prohibición? Para la nutricionista Judit López, la tarea empieza por “tener en casa una variedad de alimentos saludables y dar ejemplo”.
La importancia de la flexibilidad en la educación nutricional
Según han señalado los expertos en nutrición, la idea de flexibilidad es sumamente importante en la educación nutricional. “Se trata de comer de todo y de llevar una alimentación variada donde caben perfectamente los carbohidratos y las grasas”, apunta Vera, quien también recuerda que “en ciertos alimentos hay que tener una regulación” para que no sean “de uso diario”. Una regulación en la que, de acuerdo con Verdi, el papel de los tutores es clave: “Nuestra responsabilidad como padres es ofrecerles todos los nutrientes en su plato”.
En primer lugar, Verdi recomienda no etiquetar los alimentos como buenos o malos, sino tratarlos de forma neutral: “Para mí lo ideal es una alimentación incluyente, no excluyente”. Por ejemplo, “si en su poste se pone una fruta y una galleta, este último lo va a ver como un alimento más, no como el prohibido”. La médica Aguilar tampoco está a favor de la idea “de todo o nada”, sino que pone la importancia “en lo que hacemos día a día”, en los hábitos.
“Los niños no siguen consejos, aprenden con lo que ven a su alrededor“
“Nuestra alimentación tiene que ser flexible y escuchar nuestras necesidades del momento”, explica. Además, no utilizar la hora de comer como manipulación y abandonar frases como “si te comes la verdura después te doy una piruleta” es también, según Verdi, esencial para fomentar una relación sana con la comida. Pero lo más importante es, sin duda, el ejemplo del hogar: “Los niños no siguen consejos, aprenden con lo que ven a su alrededor”, apunta Aguilar.
De hecho, los menores pueden hacer propias formas de autorregularse con la comida observadas en sus padres. Como señala Vera, esto puede suceder, entre otras cosas, “si le enseñas que, cada vez que tiene un mal día, la forma de sentirse bien es tomarse tres tazones de cereales”. También para la responsable de Asimerecupero, la cuenta de Instagram que divulga sobre la adicción a la comida, Marina Montaraz, es necesario “ser un ejemplo del tipo de alimentación que te gustaría que tu hijo tuviera”, pero sin hacer alusión “ni a la forma de su cuerpo ni a su peso”.
Un mensaje necesario para todos los niños, incluso los delgados
La educación nutricional es un mensaje necesario para todos los niños, no solo para aquellos que tienen sobrepeso u obesidad, aunque medidas como la de Consumo siempre parezcan estar enfocadas a ellos. Eso es lo que cree Aguilar, que ve necesario dirigirse a que "todos los niños crezcan con alimentos más nutritivos", el lugar de a enfatizar el enfoque pesocentrista y a lograr "una sociedad de niños delgados".
Así, los efectos perjudiciales de un consumo excesivo y habitual de estos alimentos no se centran exclusivamente en el desarrollo de sobrepeso u obesidad como consecuencia de su alto contenido calórico, aquel que menciona la nueva norma del Gobierno. Hipertensión arterial, diabetes tipo dos, riesgo cardiovascular, síndrome metabólico… Son solo algunos de los efectos a largo plazo que pueden provocar. Sí, también a niños con normopeso.
Por este motivo, para Vera la nutrición no debería tener puesto el foco en el peso, “sino en la alimentación”. “Hay que ver si ese sobrepeso es un problema para ese niño. Si come bien y de vez en cuando toma una bolsa de patatas, a mí me parece que a lo mejor no tiene ningún problema y se lo estamos poniendo nosotros”, sugiere el psicólogo.