Arqueología feminista: Desvelando las huellas de las mujeres
- Arqueólogas y antropólogas explican que no se ha investigado suficiente el papel de las mujeres en la Prehistoria
- La investigación arqueológica se ha visto sesgada por los estereotipos de cada época
Hagamos un juego de imaginación y retrocedamos a la prehistoria. Imaginemos una escena de caza a campo abierto. O bien, en el interior de una cueva, a la tenue luz de una llama, la mano que va dando forma a la figura de un animal en un recodo. ¿Quién caza? ¿Quién pinta? ¿Un hombre, una mujer o ambos? Seamos sinceros y no neguemos que, en ambos casos, a casi todos… y todas lo primero que nos viene a la mente es un hombre. Pero no hay prueba alguna que permita determinarlo con rotundidad. Y ¿por qué no una mujer?.
“¿Cómo sabes tú que sólo pintaban los hombres?“
Estereotipos en nuestras mentes
Prueba de estos estereotipos es la polémica suscitada por el cartel de la exposición sobre el Paleolítico, “Arte sin artistas”, inaugurada a finales de 2012 en el Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid. En la ilustración, se muestra a una mujer con un niño muy pequeño atado a su cintura pintando un bisonte en el techo de la cueva. A su lado, una niña, sostiene una luz. Al director del Museo le llegaron a preguntar de dónde había sacado esa hipótesis y cómo sabía que las mujeres pintaban. La respuesta, según la arqueóloga Lourdes López, es sencilla: “¿Y cómo sabes tú que solo pintaban los hombres? No hay nada que lo pruebe”.
Tenemos en nuestro imaginario colectivo la imagen de hombres excavando y buscando restos de civilizaciones antiguas, pero cada vez hay más arqueólogas y a la mujeres se deben importantes descubrimientos. Fue precisamente la mirada curiosa de María, una niña de 8 años, la que descubrió “bueyes” pintados en las paredes de una cueva cercana a Santillana del Mar (Cantabria) y llamó la atención de su padre, Marcelino Sanz de Sautuola. Y ahí empezó el descubrimiento del conjunto de arte rupestre de Altamira.
Nuevas visiones e hipótesis
Recientemente en una excavación en los Andes aparecieron restos de hace unos 8.000 años de una joven de unos 18 años junto a sus armas de caza. El equipo de investigadores revisó el resto de enterramientos del yacimiento arqueológico y descubrieron que cerca de un tercio de los cazadores eran mujeres.
Al compás de nuevos hallazgos, la arqueología feminista se plantea nuevas visiones e hipótesis de la mano de las mujeres dedicadas a esta especialidad. Lourdes Prados, catedrática de Arqueología en la Universidad Autónoma de Madrid, señala que: “Desde los neandertales, se ve que hay procesos de aprendizaje, en los que seguro estaría todo el grupo. Luego, en etapas más recientes, hay sociedades donde existe una división del trabajo, pero eso no equivale a una jerarquización como la que tenemos ahora”.
Además, subraya: “Sí hay restos de mujer, pero ha sido la investigación la que no ha sabido poner luz sobre ellos, lo que es un claro sesgo andrógino de la investigación”
Investigar lo cotidiano
Por ello, Almudena Hernando, catedrática de Prehistoria en la Universidad Complutense, insiste en la necesidad de nuevas perspectivas, una nueva mirada. “En La prehistoria y la arqueología - indica - hemos buscado las actividades relacionadas con la individualidad, con el aumento de riqueza, las armas, el poder. Pero lo que realmente da evidencia de que hay un cambio cultural es cuando cambia la cotidianeidad y, por lo tanto, tienes un cambio realmente histórico. Y eso es lo que están aportando las arqueólogas feministas”
“Hemos buscado las actividades relacionadas con el poder, y tenemos que poner el énfasis en lo cotidiano“
Una reciente investigación sobre los restos de Pompeya ha determinado que hombres y mujeres mantenían una alimentación diferenciada. Una nueva mirada, que pone énfasis no en el poder sino, por ejemplo, en los vínculos, en la alimentación, en los cuidados. De esta forma, además, se abre la vía para nuevos descubrimientos.