Refugiados LGTBI: buscando un lugar para ser uno mismo
- Miles de personas huyen de sus países escapando de la persecución y la violencia por sentir y amar de manera diferente
- Arabia Saudí, Irán, Somalia o Afganistán, entre los países más peligrosos para el colectivo LGTBI
Hay experiencias sobre las que es difícil escribir y que no son fáciles de contar si no las hemos vivido en primera persona. Verte obligado a huir de tu propio país, dejando atrás familia y tal vez amigos, intentando salvar la vida tan solo porque te sientes y amas de una manera distinta a la que dictaminan las leyes o las normas sociales, es un claro ejemplo. Mejor en estos casos, preguntar, dejar hablar, y disponerse a escuchar.
El relato de Crónicas es la voz de los protagonistas y de aquellos que les reciben cuando llegan a nuestro país: los refugiados por razón de género u orientación sexual, y los que trabajan en organizaciones de acogida y acompañamiento.
El colectivo LGTBI es diverso, como lo somos todos, a fin de cuentas. No ha sido posible contar con todos aquellos que hubiéramos querido, pero, a través de las historias de vida de tres protagonistas, es posible hacerse una idea del camino que han tenido que recorrer hasta llegar a un lugar seguro. Alan, activista por los derechos LGTBI en su país, Colombia; Reda, un joven estudiante de Derecho en Marruecos, expulsado de su familia; y Dominic, que con una carrera profesional en Jamaica, decidió dejarlo todo después de ser víctima de dos ataques violentos.
“Battyman”, la palabra despectiva usada para los gays en Jamaica
Con un alto grado de homofobia muy extendido entre la población, Jamaica parece ser el país más peligroso del Caribe para el colectivo homosexual. El Código Penal jamaicano prohíbe el sexo entre hombres, con hasta diez años de cárcel y trabajos forzados. Otros, como mujeres y hombres trans, ni tan siquiera son visibles.
Vivir una doble vida es lo habitual para poder “subsistir”. Y de esa doble vida habla Dominic; una doble vida que a veces es complicado llevar mostrando la hipermasculinidad que la sociedad exige y fingiendo ser quien no se es.
“No creo que puedas disfrutar de la vida o vivir si no puedes ser tú mismo“
Para Dominic venir a España ha supuesto “un choque cultural, porque la gente y la cultura son muy abiertas. Puedes ser tú mismo, puedes vivir, y no solo existir”. Y afirma tajante que "hay mucha gente en Jamaica que solo existen, pero no viven, no disfrutan. No creo que puedas disfrutar de la vida o vivir si no puedes ser tú mismo".
Activismo LGTBI en Colombia y en España
El caso de Alan está muy lejos de la ocultación o la doble vida; porque una vez que consiguió descubrir, cuando era una universitaria, qué era lo que le ocurría y le hacía diferente a sus hermanas, decidió tirar para adelante, e iniciar la transición. A él no le echaron de casa ni se escondió; muy al contrario, su madre le apoyó desde el principio. Pero si decidió irse a otra ciudad y vivir el proceso lejos de su familia.
En Bogotá, ya como Alan, empezó su lucha por los derechos del colectivo LGTBI y los más necesitados. Y también –en un país como Colombia es difícil separar una lucha de la otra- comenzó a denunciar la corrupción y los abusos de las administraciones públicas; y acosos sexuales y laborales a sus compañeras de trabajo. Comenzaron entonces las amenazas, cada vez más serias, incluso a su familia. Temió por su vida y decidió salir del país.
Paradójicamente, Colombia tiene una de las Constituciones más avanzadas a nivel mundial; y en ella se recogen también muchos derechos del colectivo LGTB. Pero la ley y la realidad son dos cosas muy distintas en ese país, y, como nos cuenta Alan “...si a ti te violenta un policía, ¿a quién acudes?. Si la policía, que te tiene que proteger, te violenta, ¿a quién acudes?. Si los militares, como pasó el año pasado, asesinan a una mujer trans, le meten un balazo a una mujer trans que iba en su carro, ¿a quién acudes?...”
“Si la policía, que te tiene que proteger, te violenta, ¿a quién acudes?“
Las mujeres trans siempre se han llevado la peor parte en esta historia de violencias. Muchas de ellas, obligadas a ejercer la prostitución, sufren ataques continuos o terminan muertas en las calles. Es el día a día de países como Colombia o El Salvador. Algunas de ellas consiguen huir y España es uno de sus destinos. Una vez aquí, tampoco lo tienen fácil, porque ningún lugar parece estar libre de violencias y ataques.
Huyendo de Marruecos para vivir con su propia identidad
Otro de los países de origen más habituales de quienes solicitan protección en España por persecución y violencia por género u orientación sexual es Marruecos. Y de allí es Reda, o Najat, como también le gusta mostrarse. Reda, un joven gay a quién no le gustan los estereotipos ni que le encasillen en ninguna opción, ni le pongan etiquetas. Najat, el alter ego femenino de Reda, con quien se muestra con libertad en las redes sociales, y deja volar sus deseos…
Reda quería terminar la carrera de Derecho en su país, y vivía, ocultando su condición y escondiéndose. Tuvo que renunciar a sus sueños. Cuando todo se descubrió, sus padres le echaron de casa. ¿Podemos imaginar lo que eso supuso para él? Lo intuimos apenas cuando nos lo cuenta. Pero “Reda de ayer no es Reda de hoy”, como él dice.
Han cambiado muchas cosas desde que llegó a Madrid y empezó a poder ser quien es. Una veces Reda, otras Najat… “Reda ha elegido a dejar una sociedad cerrada. Y ha elegido a construir su futuro en Europa, en España, en un país de la libertad, un país de derecho…” Lo puede afirmar hoy, con mucha seguridad en sí mismo. Y cuando le escuchas te das cuenta de que el Reda de hoy debe ser muy distinto al Reda de ayer, el del pasado en Marruecos.
“Reda ha elegido a construir su futuro en Europa, en España, en un país de la libertad, un país de derecho…“
A veces, las comparaciones son inevitables. Y, en el caso de Marruecos, tan cerca de nosotros, pensar en nuestro país y en lo conseguido en las últimas décadas tiene sentido. Y más si hablamos de discriminación por cuestión de género u orientación sexual. Hoy las cosas han cambiado mucho pero aún viven en nuestro país integrantes de una generación en la que algunas personas, calificadas como "enfermos" o "enfermas", fueron sometidas a distintas “terapias” para curarlas de su "mal".
Y si hablamos de violencias, asesinatos y persecución por el simple hecho de amar de manera diferente, ¿no nos viene a la cabeza la imagen del poeta, del artista, de tantos “escondidos”, y de esa Ley de Vagos y Maleantes a la que el franquismo añadió la palabra “homosexual” para poder castigar sus comportamientos? También de nuestro país tuvieron que huir en su día muchas personas, y no solo por su ideología o en busca de un trabajo que les permitiera comer.
Millones de personas protagonizan cada año desplazamientos entre países o dentro de su propio país. Son refugiados, que huyen de conflictos armados, guerras o desastres naturales…Y entre ellos, aunque sea un fenómeno menos conocido hasta ahora, también hay personas que huyen de la persecución simplemente por querer ser ellos mismos, por vivir y amar de otra manera.