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Armero, el pueblo que una erupción volcánica borró del mapa de Colombia

  • 25 000 personas perdieron la vida en una de las mayores catástrofes naturales del país caribeño
  • Cientos de personas siguen desaparecidas 36 años después de la tragedia

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Fotografía de archivoque muestra turistas mientras observan las ruinas de Armero (Colombia)
Fotografía de archivoque muestra turistas mientras observan las ruinas de Armero (Colombia)

Los vecinos del Tolima, Risaralda y Caldas no pierden de vista el Nevado del Ruiz; es uno de los volcanes más devastadores de Colombia que lleva semanas expulsando ceniza. La actividad sísmica, sumada a las imágenes que llegan de La Palma, aumenta la preocupación porque se despierte enfurecido el cráter tal y como ocurrió hace ahora treinta y seis años.

El 13 de noviembre de 1985 el Nevado del Ruiz presentó una fase inicial de la erupción a las 15.06 horas. Entonces el parque, donde además de esta se ubican otras cumbres, no contaba con ningún tipo de monitoreo y no se pudo prever lo que se avecinaba. Los habitantes de Armero, un pueblo situado a unos noventa kilómetros por carretera de la zona, no se enteraron del cambio en la actividad volcánica. Para ellos era un día de semana como otro cualquiera con la única diferencia de que esa noche, los aficionados al fútbol, tenían una cita para ver un emocionante encuentro entre el Deportivo de Cali y el Millonarios.

Seis horas después de que el volcán diera su primer aviso silencioso, se produjo la gran explosión. Eran las 21.08 horas, pero los vecinos todavía tardarían unas horas en enterarse de lo que estaba ocurriendo. A las once de la noche Armero se vio sorprendido por una avalancha. A esa hora muchos todavía seguían frente al televisor viendo el partido, mientras que otros ya se habían retirado a la cama. No hubo ningún tipo de alarma que permitiera la evacuación de las más de 30.000 personas que residían en el pueblo. De activarse una alerta habría habido tiempo para poner a salvo sus vidas.

Para cuando la avalancha estaba encima, no había ninguna posibilidad de reacción. Los gritos de los primeros vecinos en ser conscientes de lo que pasaba sirvieron de llamada de atención para los que todavía no se habían percatado. Al escuchar los alaridos, la gente que estaba despierta salió desconcertada de sus viviendas, pero muy pocos pudieron escapar. En cuestión de minutos el pueblo quedó sepultado bajo un lodazal y escombros; murieron 25.000 personas.

Pero, ¿qué provocó la avalancha que borró del mapa a este pueblo?

“Es un volcán explosivo con una cobertura de nieve, que crea un componente añadido. En el momento en el que tengamos erupciones explosivas con salida de material piroclástico –caliente-, que al caer sobre la superficie que tiene nieve pues contribuye a derretirla y a aportar agua. El agua al mezclarse con el material de la erupción genera lahares, lo que comúnmente llamamos avalanchas y que fue lo que ocurrió hace treinta y seis años” explica Gloria Patricia Cortés, coordinadora del Observatorio de Manizales perteneciente al Servicio Geológico Colombiano.

“Estos volcanes se convierten en elementos veloces que llegan hasta zonas lejanas por los flancos de los ríos que nacen en él. Tienen un poder devastador muy grande en el cual el ser humano, si no ha evacuado previamente, no puede ganar en velocidad para ponerse a salvo” afirma la geóloga colombiana.

Un día como hoy, hace 25 años, Colombia vivió una de las mayores tragedias naturales que se recuerdan. El Nevado del Ruiz, el volcán al que todos conocían como "el león dormido", despertó de su sueño en la mañana del 13 de noviembre de 1985. Toneladas de cenizas y lava que provocaron la crecida del río Lagunilla y sepultaron a su paso la tranquila localidad de Armero. Murieron casi la mitad de los 40.000 habitantes de esta ciudad algodonera situada a unos 200 kilómetros de Bogotá. Más de 20.000 fallecidos que en la memoria colectiva tienen un nombre y una cara: la de la niña Omaira Sánchez. Durante 3 días, Omaira se aferró a la vida con el agua al cuello. Pero no pudo ser liberada y murió tras narrar su agonía a un equipo de Televisión Española, que vivió con enorme frustración no poder hacer más por ayudarla.

En la memoria de muchos sigue muy presente la niña Omayra Sánchez; con el agua al cuello quedó atrapada por los escombros de su propia casa en la que también pereció gran parte de su familia. Las imágenes, grabadas por un equipo de Televisión Española, dieron la vuelta al mundo.

“Mamá si me escuchas, yo creo que sí, reza para que yo pueda caminar y esta gente me ayude” este fue el testimonio de la pequeña ante las cámaras de televisión, que quedó registrado en los anales de la historia.

A pesar de todos los esfuerzos por rescatar a la niña, Omayra no sobrevivió como tampoco lo hizo el 80% de la población de Armero.

Han pasado casi cuatro décadas y todavía hay cientos de desaparecidos

Francisco perdió a su padre y a un hermano en la catástrofe. En su caso, aunque iba con frecuencia a visitar a la familia, no residía en el pueblo cuando el volcán entró en erupción. Años después este oriundo de Armero decidió liderar la búsqueda de los desaparecidos. En medio del caos muchos menores fueron entregados en adopción, sin saber que sus familiares estaban vivos.

En su casa de Bogotá, Francisco nos muestra un pendón con las fotos de niñas y niños que podrían haber sobrevivido. “Esta historia es impresionante, la de Eduardo Cristancho. Como se llevaban a los niños a otros países, su madre llegó al aeropuerto buscándolo a los cuatro días de la erupción. Estaba mal vestida y desarreglada porque le había pillado también la avalancha. En el aeropuerto vio cómo otra familia cruzaba una puerta con su hijo en brazos. Ella empezó a gritar diciendo que era su hijo, pero nadie le hizo caso. La policía la apartó señalándola de loca” nos cuenta Francisco quien hoy dirige la Fundación Armando Armero.

El ojo en la noticia - Evaristo Canete - La imagen: Omaira

Se sabe que muchos de aquellos menores, que hoy podrían tener alrededor de los cuarenta años, fueron rescatados porque hubo cámaras de televisión que captaron sus rostros en el momento de la evacuación. “Muchas personas habían sido trasladadas al hospital para recuperarse de las heridas. Hubo padres y madres que pasaron meses ingresados y les arrebataron a sus hijos. Cuando se recuperaron, al revisar algunas imágenes emitidas en medios de comunicación descubrieron que sus hijos estaban vivos. Literalmente se los robaron” asegura el director de esta pequeña institución privada, que no recibe ningún tipo de financiación del Estado.

El Nevado muestra inestabilidad, pero no es algo anómalo

“El gobierno nos ha dado siempre la espalda y queremos que nos faciliten los archivos de la época. Queremos saber dónde estuvieron los niños que fueron trasladados por todo el país e incluso llevados al extranjero. Se trata de cotejar esos documentos para saber quién salió vivo y quién no” sentencia Francisco.

En estos años la Fundación ha conseguido cuatro reencuentros de personas que no sabían que sus familiares se habían salvado. Pero los desaparecidos se cuentan por centenares y fueron llevados a varios países, entre ellos a España, por eso son necesarias más pruebas de ADN para seguir con la búsqueda.

De momento la actividad sísmica del Nevado muestra inestabilidad, pero no es algo anómalo. Estas expulsiones de ceniza se han repetido en varios períodos y el nivel de actividad amarillo en el que se encuentra el volcán tendría que pasar a naranja para que sea un indicativo de probabilidad de erupción. Ahora los geólogos colombianos miran con lupa la evolución de Cumbre Vieja, porque, para ellos un volcán en activo es la mejor maestra. “Una erupción no tiene que ser sinónimo de desastre, pero hay que saber gestionarla, para poder tomar las medidas necesarias y evacuar a las poblaciones que pueden estar en riesgo” afirma la vulcanóloga Gloria Patricia Cortés. Junto a su equipo monitorea el Parque Nacional Natural Los Nevados las 24 horas del día. Su trabajo es fundamental para que no se repita la historia. A pesar de que Armero desapareció del mapa y no se volvió a repoblar, hay otras localidades que están directamente en el punto de mira del Nevado.