¿Qué son los mercados de emisiones y por qué son clave en las negociaciones de Glasgow?
- En Glasgow se negocia el artículo 6 del Acuerdo de París para crear un mercado global de emisiones
- Los ecologistas lo celebran, pero advierten de que si no se aplican reglas estrictas puede dar vía libre a seguir contaminando
Establecer un mercado de emisiones global ha sido una de las principales piedras en el zapato en el camino para lograr un acuerdo en la cumbre del clima de Glasgow, y aún sigue sin haber pacto. Todas las partes coinciden en que es un elemento fundamental para frenar el cambio climático, pero queda pendiente por determinar su alcance y ambición.
Los ecologistas creen que un mercado de emisiones con reglas estrictas y de alcance global podría suponer un enorme impulso al frenar las emisiones. Según la organización Fondo de Defensa del Medio Ambiente, podría reducir el coste económico de una reducción de emisiones acorde al Acuerdo de París entre un 59% y un 79% -entre 300.000 y 400.000 millones de dólares-.
¿Qué son los mercados de emisiones?
La idea detrás de estos mercados es poner precio a las emisiones de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero, para que se contamine menos. Cada tonelada de CO₂ eliminada de la atmósfera o compensada mediante un proyecto de reducción de emisiones tiene un precio, y se puede comerciar mediante créditos.
A nivel internacional, el Protocolo de Kioto de 1997 estableció un mercado, llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio, que permite a los países ricos invertir en proyectos para reducir emisiones en países en desarrollo. Por ejemplo, Estados Unidos puede financiar la plantación de un bosque en Indonesia como método para compensar lo que emite en territorio nacional.
Sin embargo, aquel mecanismo, en vigor entre 2008 y 2012, fue muy criticado porque muchos de los proyectos de compensación no tenían en cuenta la economía local, o eran poco transparentes y daban lugar a casos de corrupción. Por eso en el Acuerdo de París de 2015 se pretendía crear un Mecanismo de Desarrollo Sostenible que hiciera borrón y cuenta nueva del anterior.
¿Dónde funcionan ya?
En la Unión Europa opera, desde 2005, el primer y más ambicioso mercado de derechos de emisión más ambicioso del mundo. Cubre las emisiones de centrales contaminantes, refinerías, siderurgias y otros sectores que contribuyen en gran medida al cambio climático.
Dentro del mercado europeo, una empresa puede solicitar derechos de emisiones, que le permite emitir cierta cantidad de gases y puede comprar o vender a otras compañías este derecho. Este mercado cubrió un 50% de las emisiones hasta 2020 y ha sido todo un éxito: según un estudio científico, se han reducido mil millones de toneladas entre 2007 y 2016, un 3,8% de las emisiones europeas en este periodo.
Hay mercados similares en más de 60 territorios, como Japón, Canadá o Argentina, aunque no grandes emisores como Estados Unidos, Australia. El país más contaminante del mundo, China, ha lanzado este verano el mayor mercado mundial.
¿Qué es el artículo 6 del Acuerdo de París?
En el histórico Acuerdo de París de 2015, el artículo 6 permitía la cooperación internacional mediante transferencias de créditos de carbono, pero dejaba para más adelante pactar cómo se adquieren, cómo se cuentan las emisiones y cómo garantizar que signifiquen una verdadera reducción de emisiones.
Se tendría que haber pactado en la última COP, la de Madrid en 2019, pero a pesar de estar cerca del acuerdo, se ha retrasado hasta la cumbre de Glasgow. En apenas nueve párrafos está contenida una cuestión crucial que permitirá reducir las emisiones, si sale bien, o permitirá vacíos legales mediante los cuales los países puedan seguir emitiendo libremente, si sale mal.
El artículo tiene varios elementos. Establece un primer mecanismo para que un país que cumpla con sus objetivos nacionales de reducción de emisiones pueda vender a otros, más atrasados, sus avances adicionales, que pueden ser tanto reducciones de emisiones o compensaciones, como plantaciones.
En otro apartado se crea el famoso mercado global, controlado por un organismo de la ONU, que incluye tanto las emisiones de empresas privadas como de instituciones públicas.
¿Qué se negocia en Glasgow?
Aunque en París se firmó este mercado, se dejó para cinco años después la aprobación del reglamento, es decir, la letra pequeña necesaria para hacerlo operativo. Fracasaron las negociaciones para "operativizarlo", en la jerga técnica, en las cumbres de 2018 y 2019, esta última en Madrid, por lo que ahora es el turno de Glasgow para que pueda entrar en vigor.
Es uno de los escollos de la negociación del acuerdo, según explica Javier Andaluz, responsable de Energía y Clima de Ecologistas en Acción y observador en Glasgow. "Queda pendiente si el artículo 6 verdaderamente se operativiza y aparece en la resolución final de la cumbre, pero además también está pendiente acabar el reglamento, es decir, decidir cómo contabilizamos las emisiones", explica a RTVE.es
Precisamente la contabilidad de las emisiones, y de las compensaciones de lo ya emitido, es uno de los puntos candentes. Los ecologistas alertan de que estas compensaciones pueden ser una "estafa", según Greenpeace, ya que si no se contabiliza correctamente cuánto dióxido de carbono se captura, todos los países y empresas podrían recurrir a ello y seguir contaminando.
De hecho, un estudio denunciaba que las compensaciones de las empresas en California estaban mal calculadas, y han generado entre 20 y 39 millones de créditos que no han conseguido ninguna captura de carbono.
La otra principal preocupación para los activistas es la "doble contabilidad". Según el mecanismo, cuando un país vende a otro sus créditos equivalentes a la reducción de emisiones adicional, esto se cuenta solo en el país que compra los créditos. Sin embargo, con la doble contabilidad, ambos países lo descontarían de sus objetivos de reducción de emisiones, lo que supondría un "vacío legal" que permitiría seguir contaminando con impunidad, denuncian.
¿Cuáles son sus pegas?
Desde el ecologismo se denuncia que muchos países usen las compensaciones como método para seguir contaminando. Por ello cuestionan la prevalencia en Glasgow de la expresión "cero emisiones netas", y no el simple "cero emisiones", ya que cuando se añade el neto se habla de compensar y no de reducir, que según el IPCC es la única manera de evitar un calentamiento global catastrófico de más de 1,5 grados de temperatura.
Otras críticas llegan desde los países menos desarrollados, que denuncian el uso que hacen los Estados ricos de su territorio para llevar a cabo sus compensaciones. Ivonne Yanez es activista de Acción Ecologista Ecuador y se muestra contraria al Acuerdo de París, que considera que se trata de un "acuerdo comercial de carbono" y no uno climático.
"El 95% de los bonos de carbono no lo usan los que contaminan, sino que son medios de especulación", subraya, y cree que con los años se creará una burbuja a partir de estos créditos que terminará por provocar una "gran crisis". "¿Por qué no plantan los árboles aquí en Europa?", se pregunta.
También se critica que en muchas ocasiones esta plantación no se hace respetando la biodiversidad de la zona, viene impuesta desde los países ricos y no se cuenta con la población local.