El peronismo, a examen en las urnas argentinas
- Más de 34 millones de argentinos están llamados a votar este domingo
- Está en juego la renovación del parte del Congreso, casi la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de los senadores
- La oposición saborea la victoria ante un gobierno debilitado y el hartazgo social por la profunda crisis agudizada por la COVID
Toca una prueba de fuego para la coalición peronista gobernante. Las miradas no están puestas en el día de las elecciones, sino en el día después, en qué pasará el lunes 15 y cómo el presidente Alberto Fernández manejará el timón del poder en los dos años que le quedan en la Casa Rosada.
Estas elecciones legislativas son una suerte de plebiscito a mitad de mandato. Y la tensión es evidente. El peronismo sufrió una catástrofe electoral hace dos meses, en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que definieron los candidatos a diputados y senadores.
La coalición gobernante, Frente de Todos, perdió por casi 10 puntos ante la principal fuerza opositora de Juntos por el Cambio, liderada por el ex presidente Mauricio Macri. Y según las encuestas, el peronismo volvería a ser castigado en las urnas este domingo.
El control del Congreso en riesgo
Los Fernández, Alberto y Cristina, presidente y vicepresidenta, saben que tienen difícil remontar la estocada. Y la preocupación es mayúscula. Si se repiten los resultados de las PASO, el Frente de Todos dejaría de ser la principal fuerza en la cámara de diputados. Y sería la primera vez que el peronismo pierda la mayoría en el senado desde la vuelta a la democracia.
El gobierno está debilitado política y socialmente. Hace dos años, un 48% de los argentinos votó por Alberto Fernández presidente, llegó a tener un 68% de imagen positiva al inicio de la pandemia pero hoy tiene un 15%, detalla el analista político y consultor en opinión pública, Jorge Giacobbe. En su opinión, estas cifras demuestran, un nivel de ofensa, de desconexión y de enorme descrédito.
El peronismo está además dividido. Las luchas internas saltaron a la luz pública tras la derrota electoral de septiembre y aquella debacle desató una guerra. Cristina Fernández de Kirchner terminó ganando frente al presidente marcándole el relevo de varios ministros del gabinete y recordándole que fue ella quien le postuló al cargo en 2019.
Angustia económica y enojo social
De puertas afueras el Ejecutivo ha intentado mostrar unidad en estos últimos dos meses y que aquella crisis política está superada. También se ha volcado en acelerar ayudas de asistencia social, congeló precios de alimentos y abrió el grifo conocido como "plan platita", para inyectar dinero en los bolsillos con miras a remontar en las elecciones.
Pero la insatisfacción y el enojo social es evidente. Los argentinos arrastran tres años de recesión, más del 40% son pobres, y todos están desesperados por una inflación que escala mes a mes y hoy supera el 52% interanual. La creciente inseguridad y la violencia también se han colado entre sus preocupaciones. Todo ello después estar hastiados por haber sufrido una de las cuarentenas más largas del mundo por la pandemia, por el escándalo de las "vacunas vip" y por ver atónitos la fiesta de cumpleaños en la residencia del presidente en el momento más estricto del encierro.
En medio de este agónico panorama económico, y con un dólar que supera los 200 pesos en el mercado informal, está la urgencia de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para renegociar una deuda de 44.000 millones de dólares. En el cierre de campaña, Alberto Fernández habló de esa herencia recibida del gobierno anterior: "No lo voy a resolver en cinco minutos. Me tomaré el tiempo que sea necesario".
Para Gabriel Rubinstein, consultor económico y exrepresentante del Banco Central de Argentina "cualquier dilación con el FMI es altamente peligroso, pensar en llegar a marzo ya es peligroso porque la situación de las reservas es muy crítica " y añade que "el acuerdo con el fondo y ese compromiso de una mejora fiscal despejaría el fantasma de que Argentina puede hacer cualquier cosa. Después vendrá la duda de si Argentina va a cumplir ó no"
Nueva opción extrema
La principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, acaricia el triunfo y piensa ya en disputar el ejecutivo nacional en 2023. "Este 14 de noviembre se juega el poder del kirchnerismo. "Tienen que saber que podemos, tiene que ser un "basta" más atronador" , decía la candidata a diputada de JxC, María Eugenia Vidal, en el cierre de campaña.
Con un discurso rebelde y de ultraderecha, ha saltado a la arena política una figura que hace ruido en la polarización argentina. Es Javier Milei, líder de La Libertad Avanza. Sorprendió en las PASO al obtener el 13,6 % de los votos, situándose como tercera fuerza en la ciudad de Buenos Aires. Y si se cumplen los pronósticos, este domingo será elegido diputado nacional.
En una entrevista para Televisión Española, Milei se define como anarcocapitalista y muestra sus simpatías por Trump y Bolsonaro. Se declara contrario al aborto, a favor de que las personas lleven armas, y considera que el comunismo "asesinó a 150 millones de personas". Para este economista libertario "el Estado sólo debería ocuparse de la seguridad y la justicia. Nada más, porque todo lo que toca lo empeora y hace muchísimo daño".
Sus gritos de libertad y promesas de terminar con la casta política han seducido a los más jóvenes. Es un voto de protesta según el analista político Jorge Giacobbe: "Dentro de los que no quieren participar de una discusión entre kirchneristas, antikirchneristas, entre frankenstein y el hombre lobo, están todos frustrados y dolidos y buscan expresar su disgusto a los dos". Habrá que esperar algún tiempo para saber si es ó no un fenómeno pasajero.