El silencio de las mujeres violadas y rapadas durante el franquismo
- Un documental realizado por tres directoras recoge el testimonio oral de más de un centenar de casos de humillación pública
- ‘Sacar a la Luz. La Memoria de las rapadas’ les permite verbalizar con toda la crudeza las vejaciones a las que fueron sometidas
"Raparon a 6 y las subieron en un carro. Con un cartel que ponía ‘Por rojas y por putas’”.
“Estaban los hombres en la cárcel y les bajaban la bolsa de comida, pero sin nada en la cabeza puesta, peladas, para que las vieran”.
“Las sacaban a la calle, les daban aceite de ricino para que fueran por la calle… soltando”.
Son algunos de los testimonios que se recogen en el documental ‘Sacar a la luz, memoria de las mujeres rapadas’, dirigido por la psicóloga y antropóloga María Dolores Martín-Consuegra y por las artistas visuales de Sagunto, Gemma y Mónica del Rey Jordà, más conocidas como ‘Art al Quadrat’.
“El proyecto se inicia hace algunos años cuando nuestra tía nos comenta que una compañera de trabajo había sido rapada en las calles de Sagunto”, revela Gemma del Rey. “Una vez rapadas, les hacían barrer las calles y decir ‘Arriba España’. Ella, en un acto de resistencia, gritó: ‘Arriba España y estos tres pelos que me quedan, para Azaña’.
“Una vez rapadas, les hacían barrer las calles y decir ‘Arriba España’“
La anécdota llamó la atención de las hermanas. Iniciaron un proyecto artístico que derivó en una exposición. También llevaron a cabo una performance en la que ambas se raparon la cabeza y realizaron el paseíllo al que se sometía a estas mujeres y niñas. “Empezamos a grabar con la idea de tener recogidos estos testimonios”, asegura Mónica del Rey. “Cuando vimos que había muchas conexiones entre ellas, que generaban un discurso que contaba también la historia de España, entendimos que podía convertirse en un documental, que podría servir a los jóvenes para que entendieran de dónde venimos en un pasado muy reciente”.
El trabajo previo a las entrevistas
Se inició entonces la colaboración con Lola Martín-Consuegra, que estaba haciendo un trabajo sobre mujeres represaliadas por el franquismo.
“Como antropóloga y psicóloga creo que estas dos materias me han ayudado mucho, además de la visión artística de Gemma y de Mónica, para aproximarme a los testimonios”, afirma Martín-Consuegra. “Nunca nos planteamos ir a recoger el testimonio sin más. Hicimos entrevistas previas, a veces más de una, y cuando ellas manifestaban su deseo de contar qué les habían hecho, es cuando íbamos a grabar a sus casas. Después de grabar hemos seguido yendo a sus casas: hemos formado una pequeña familia”.
“Nunca nos planteamos ir a coger el testimonio sin más“
El trabajo de búsqueda no fue sencillo. En primer lugar, porque muchas de las mujeres rapadas ya no estaban vivas. Pero las directoras también se toparon con impedimentos por parte de las familias, que preferían mantener una capa protectora sobre las mujeres afectadas y su memoria. Según Gemma del Rey, “encontramos una especie de miedo, por si rememorar el pasado supusiera para estas mujeres algún trauma o problema psicológico. Nosotras consideramos que es al revés, que se necesita hablar, que las mujeres han sido largamente silenciadas por el franquismo, por la transición y ahora por sus familias. Es como si nunca se las hubiera tenido en cuenta”.
“Un silencio impuesto por el contexto, por las propias mujeres y finalmente por las familias“
Para las directoras, por tanto, el hilo conductor es el silencio. El que han tenido que guardar las mujeres humilladas desde siempre, “un silencio impuesto por el contexto, por las propias mujeres y finalmente por las familias”, según Mónica del Rey.
Violaciones y humillaciones publicas
Las humillaciones se cuentan por miles en toda España y no fueron esporádicas. Según revela Lola Martín-Consuegra “hay que tener en cuenta lo que supone ir con un camisón, rapada, con un cartel que ponía 'peladas por putas'; podrías haber sido violada previamente pero no sabías lo que iba a ocurrir. Ibas defecando por las calles del pueblo, delante de tus padres, de tus tíos, de tus primos. Y muchas veces detrás de la banda de música”.
“Hay que tener en cuenta lo que supone ir rapada con un cartel que ponía 'peladas por putas'“
Las vejaciones no quedaban ahí. “En Sagunto se rasuraba el pubis, aparte de que las hicieran pasear por las calles, barrer, ir de rodillas, limpiar iglesias, limpiar letrinas… en cada pueblo se aplicaba el castigo de la manera que creían”, asegura Mónica del Rey. “El rapado se convirtió en el elemento más simbólico porque estas mujeres tenían que esconderse durante meses, las que no querían mostrarse, hasta que les fuera creciendo el cabello o usar pañuelos”.
“Ibas defecando por las calles del pueblo, muchas veces detrás de la banda de música“
El documental recoge únicamente testimonios directos o indirectos. No se incluyen imágenes de las mujeres siendo rapadas o humilladas en las calles españolas. Una decisión consciente. “Que en el documental no aparezcan imágenes es a propósito: de las pocas que existen, las fotografías más comunes son tres y siempre se recurre a ellas para hablar de estos hechos. No queríamos perpetuar esta humillación”.
Según las directoras, se acentúa así la crudeza del relato. Es imagen y un diálogo común entre todos los personajes, “que van quitando capas a lo que queda visible, que es el rapado”, afirma Mónica del Rey.
Sacar a la luz
Aseguran que las familias se han mostrado muy agradecidas. Gemma del Rey reflexiona al respecto: “Aprender a expresar lo que ha pasado es una manera de verbalizar y de poder sacar esos traumas que siguen dentro de mucha gente. De ahí el título del documental: Sacar a la luz”.
“El cuerpo de la mujer quedaba convertido en un campo de batalla“
Lola Martín-Consuegra asegura que, tras las humillaciones, “el cuerpo de la mujer quedaba convertido en un campo de batalla, y permanecieron heridas que no fueron reparadas”. Detalla, también, el proceso de acercamiento a las víctimas y sus familiares: “Te muestran una herida que ha permanecido en silencio. Y había que volver. Hasta en 4 ocasiones ellas nos han pedido regresar, y regresar, y contar, y contar… de modo que alguna vez, la que no te contaba que había sido violada, a la cuarta vez te lo contaba. He observado esa necesidad de expresar el dolor como un paso previo a su reparación”.
“He observado esa necesidad de expresar el dolor como un paso previo a su reparación“
Para la antropóloga, la honra y el honor quedaban depositados en la sexualidad de las mujeres, y se transmitía de generación en generación como un código genético de buena o mala reputación. “Este código también era asumido por el tejido rural del ámbito republicano, por lo tanto, ellas fueron doblemente victimizadas porque no fueron reparadas tampoco por sus camaradas ni por sus propias familias. Han sido silencios que se han impuesto y han afectado a varias generaciones, e incluso siguen afectando”.