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La titánica tarea de "darle la vuelta" a las colecciones de los museos

  • El Museo del Traje y el Reina Sofía han reorganizado sus colecciones permanentes
  • El objetivo es rotar los fondos y crear nuevas narrativas acordes con los tiempos

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Traje de majo, 1780-1795, Chaqueta, Elsa Schiaparelli, 1950, Traje de hombre y sombrero, P.G. Anderson, años 40
Traje de majo, 1780-1795, Chaqueta, Elsa Schiaparelli, 1950, Traje de hombre y sombrero, P.G. Anderson, años 40

¿Cómo se le da la vuelta a un museo? El Museo del Traje de Madrid se ha enfrentado a esta titánica tarea durante año y medio en el que ha permanecido cerrado. Arrancaron con la intención de “reformar” el espacio dedicado al siglo XVIII y concluyeron con una “rotación integral” de la colección permanente, seguida de la mejora de azoteas y fachadas con un coste aproximado de un millón y medio de euros.

Un puzle al milímetro que engloba un cruce de áreas museográficas: el germen es un planteamiento teórico, después, la selección de las piezas a las que el departamento de Conservación da luz verde, en paralelo se crean nuevos textos para las cartelas, grafismos, y las vitrinas donde las obras bailarán con el entorno en una suerte de ensayo general.

“Dos o tres meses antes cogimos las piezas antes de su restauración y las pusimos sobre maniquíes para ver cómo encajaban sobre el espacio y ver si contaban lo que nosotros queríamos que contasen para que el montaje en sala fuera más sencillo y ver como quedaban en conjunto”, describe a RTVE.es la directora del Museo del Traje, Elena López del Hierro sobre lo que se cuece entre bambalinas.

"Maniquíes invisibles" a medida

Explica que una de las tareas más “arduas” ha sido mover más de 1.500 piezas que tras ser restauradas se instalan con delicadeza en los maniquíes u otros soportes específicos. Para la nueva colección se han realizado 50 a mano y a medida para cada vestimenta porque antes de la década de los 50 no existían tallas industriales. Son los llamados “maniquíes invisibles” que muy pocos museos del mundo trabajan.

Maniquíes a medida. Taller de costura. Museo del Traje Ana Calpena Santana

“Aquí lo que queremos dar es visibilidad al traje y no a lo que haya debajo”, señala a RTVE desde el taller, Práxedes García, enfrascada en pleno montaje. “Antes solo vestíamos sobre maniquí y nos hemos decidido a hacerlo por primera vez sobre plano porque también da mucha información sobre cómo vestía la gente”, apuntala López del Hierro.

Una modernización que ha sumado un lenguaje transversal con documentos, películas, publicidad o fotografías y que ahonda en el mandato de divulgación del propio museo (también es Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico) abrochado a los contextos históricos.

“Nos interesa mucho la difusión de la moda. Por ejemplo, posteriormente al siglo XVIII aparecen los espejos de cuerpo entero pero el cristal de vidrio estaba muy limitado a las clases altas, pero de repente la gente podía ver cómo iba vestida”, señala la experta sobre la necesaria pedagogía.

Piezas inéditas

El almacén es un fantástico universo aparte donde hibernan 180.000 piezas-la mayoría donaciones-, abunda el textil, por supuesto, aunque también se clasifican carteles, cerámicas o armas para las colecciones etnográficas. Solo un privilegiado 1% de los fondos se expone ante los ojos del público.

“Siempre queremos rotar la exposición permanente porque creemos que si las piezas salen son más valoradas y por conservación, el textil orgánico es muy delicado y solo le puede dar la luz un tiempo determinado”, indica la directora.

Conjunto de bañadores de los años 20 a los 50 Javier Rodríguez

En esta remodelación unas 500 piezas son inéditas como una colección de bañadores de los años 20 a los 50 "que solo habíamos visto quiénes estamos en almacenes", una capa de la firma Oteyza o el chándal de Jeremy Scott que reinterpreta el traje de luces inspirado en la vestimenta de los majos.

La huella de la pandemia también ha dejado poso. Los códigos QR se han instalado para siempre al igual que las actividades virtuales que explotaron durante el confinamiento. Lo que nos ocurre también se documentará a través de una colección de mascarillas de diseñadores que se expondrán en el futuro en un presente que no se detiene.

Un Museo vivo para repensar el mundo

Este mismo frenesí de metamorfosis se respira entre la salas del Museo Reina Sofía de Madrid, cuyas cifras actuales de “relectura integral” son mareantes desde su última reordenación en 2010: más de tres años de investigación para mover 2.000 obras de donaciones, depósitos y compras en seis espacios diferentes de 11.000 metros cuadrados.

Un marco expositivo que el museo ha clasificado por “episodios” y que ha puesto patas arriba la colección al completo, en la que se mostrará por primera vez su parte contemporánea. La presentación definitiva se producirá el próximo 26 de noviembre.

Vista de los objetos que forman parte de la primera parte de la reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía que se llama "Ellos nos ven: de la modernidad al desarrollismo" EFE/Rodrigo Jiménez

“Hay un proceso de hablar con los artistas jóvenes o que están vivos para ver cómo se montan las piezas. Después llega el montaje con el equipo de restauración y audiovisuales. Se montan las obras y luego con la web para dar información y mostrar todo online”, explica a RTVE.es Rosario Peiró, jefa de colecciones del Museo Reina Sofía.

La intención en este edificio que albergaba el antiguo Hospital de San Carlos en el siglo XVIII es generar un “diálogo casi performativo con la arquitectura” y una actualización de las miradas una década después.

“Hay narrativas que hoy en día hemos puesto en relación al mundo en el que nos movemos como es el exilio. Lo importante que es el pensamiento exílico para entender el mundo. Muchas zonas se han montado sobre lo que vivimos”, señala la especialista inmersa en un trasiego casi inaugural.

Los “episodios” de esta narrativa abarcan del "sujeto individual americano" de los años 50 al "sujeto alienado" de Luis Gordillo, un espacio dedicado a Latinoamérica o el ya citado 'Pensamiento Perdido: Autarquía y Exilio' donde la reorganización de las piezas ofrece dos "caminos" diferentes al visitante. El recorrido comienza con un reflejo de la autarquía, a través del cuadro Costurera de José Gutiérrez Solana, y termina con las obras del exilio en México.

Nuevos autores y visitas conscientes

¿Y qué autores destacaría en este nuevo relato? “De la parte contemporánea, la obra de un grupo de artistas que proceden de la región maya y que trabajan otra forma de ver el arte. Jóvenes españoles como Paloma Polo, Loreto Martínez Troncoso y luego artistas consolidados en el panorama español como Daniel Mendizábal a los que estamos representando en la colección; también una obra importantísima de Dora Garcia, esto es casi todo nuevo (alrededor de un 70%)”, avanza a este medio Rosario Peiró en una selección que a la vez se retroalimenta con la historia del Reina Sofía con obras de Dorothea Tanning o Louise Bourgeois en una mudanza conectada a varias bandas.

Objetos que pueden verse en la primera parte de la reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía EFE/Rodrigo Jiménez

Agitar el debate sobre el arte contemporáneo y las conciencias son otros de los puntales para una visita consciente que se aleja del clásico paseo pictórico por autores, y que definitivamente dice adiós a las exposiciones kilométricas.

“La visita tiene poco de turística porque es un discurso para gente que puede ir al museo varias veces. Son propuestas para pensar y disfrutar más de una visita puntual", radiografía Rosario Peiró.

El director del Reina Sofía, Manuel Borja Villel, redondea la idea. "Un museo no es un repositorio ni un almacén, sino un sitio que tiene que dar herramientas a la gente para que entiendan dónde están. Como institución, es casi una obligación moral".