Mama Fiera, la campeona de Poetry Slam: "Aquí lo que se concibe como poesía es la intención de emocionar"
- Sandra Lucena Porras representará a España en el Campeonato Europeo, que se celebrará en diciembre en Bruselas
- En tres minutos y sin ningún tipo de 'atrezzo', los participantes del Slam escenifican un texto de creación propia
Sandra Lucena Porras (1980, Madrid), Mama Fiera, es la actual vencedora del Campeonato Nacional de Poetry Slam España, un concurso que cada vez tiene más seguidores. En tres minutos y sin ningún tipo de atrezzo o música, los participantes deben escenificar un texto de creación propia de estilo totalmente libre. No se exige ni métrica ni rima, "aquí lo que se concibe como poesía es la intención de emocionar al público", explica Lucena. Tampoco hay requisitos para participar, cualquier edad es buena y la profesión importa poco.
El Poetry Slam surgió en los años 80 en Estados Unidos de la mano de un poeta, Marc Smith, al que se le ocurrió la idea de darle un formato escénico a la poesía para hacerla más cercana a la gente de la calle. Se inspiró en los combates de boxeo y, poco a poco, consiguió que muchas personas comenzasen a interesarse por esta forma de expresión oral. Su éxito fue y continúa siendo la amplia participación del público, que vota habitualmente a través de pizarras, colores o aplausos.
Ahora Lucena, bailarina de danza española y flamenco, representará a España en el Campeonato Europeo el próximo 10 de diciembre en Bruselas y tras haber ganado tanto el Slam de la ciudad en la que reside, Menorca, como el del país.
Pregunta: ¿Cómo fue ganar el Campeonato Nacional?
Respuesta: Me dio un ataque de pánico porque estaba flipando con los textos de los demás. Pero creo que en mi lugar podrían estar varias de las personas que participaron en la final. Hay un componente de azar que no podemos olvidar. Cuando es un premio de votación popular es muy importante saber que quedar la primera no es ser la mejor y que aquí nadie es más que nadie.
P: ¿Cuándo llegó el Poetry Slam a tu vida?
R: Lo mío fue muy loco. Me enteré de que existía esto y a los tres o cuatro meses estaba en la final Nacional de Valencia, que fue en 2018. Iba un día por la noche por el casco antiguo, pasé por delante de un bar y vi que había mucha gente, pero que estaban todos en silencio. Me llamó mucho la atención. Entré y entonces vi que había personas recitando y todos estaban concentrados en escucharlas.
Me pareció precioso porque en un sitio de ocio normalmente hay mucho ruido y cada uno está a su bola. Yo estaba empezando a hacer rap y el Slam era un reto para mí misma.
P: ¿Qué fue antes, Mama Fiera o el Slam?
R: Mama Fiera. Como tantas personas de mi generación, no he conseguido formar una familia normativa, estructurada y feliz. Cuando tuve un golpe personal y me separé hubo un ‘me da todo igual’ que me hizo ponerme Mama Fiera y empezar a hacer rap con 35 años. Pensé que quizás habría gente a la que le parecería extraño y que creyese que quizás yo tendría que estar haciendo cosas más adultas. Pero no solamente no les pareció raro, sino que empezaron a contar conmigo para varias cosas. Sentí que ese nombre me daba suerte y cuando me preguntaron al apuntarme al Slam lo usé.
P: ¿Cómo pasaste del flamenco al rap?
R: No me extraña nada que me gusten las dos cosas, son muy parecidas. Hay un factor temperamental que está en los dos estilos y también tienen mucho ritmo, mucha métrica. En el flamenco comencé porque mis padres migraron de Andalucía y desde pequeña me metieron en una escuela de baile, mientras que el rap, que siempre me gustó, lo escuchaba en el skatepark y en los soportales con mis amigos.
P: ¿Por qué el nombre de Mama Fiera?
R: Mama porque me parece la palabra más hermosa del mundo y fiera porque creo que las madres en general somos así: si hay que sacar los dientes y las garras, se sacan. Me gustaba esa ternura y esa rebeldía juntas. Cuando me llaman al escenario así me da mucha fuerza, lo escucho y me vengo arriba.
P: ¿Qué significan para ti las palabras?
R: Tengo un concepto parecido a lo que decía Kant. Para mí las palabras son cajitas donde intentamos atrapar un caos que, en realidad, es inabarcable. Es como un juego que de antemano sé que he perdido, pero me divierte mucho tratar de encontrar esa cajita exacta donde meter una parte de mi realidad y verla ordenada, aunque sea una ilusión.
El lenguaje es un intento de comunicarnos con el resto, pero nunca va a significar que yo diga una palabra y veas en tu mente lo mismo que yo estoy viendo al decirla, aunque intentar hacerlo lo más aproximado posible es un vicio.
P: ¿Cómo se vive compartir algo tan íntimo desde un escenario?
R: En un mundo de cáscara y de envoltorio, es como saltarse todas esas normas sociales de un golpe. Es un proceso muy bonito porque cuando te das cuenta de que entre el público hay personas que han vibrado con cosas que has dicho, ves que en esa intimidad no estabas tan sola. Solo por eso merece la pena.
P: ¿Cuál es el significado de los poemas que te llevaron a la victoria?
R: En la semifinal hice uno que se llama Tomo la palabra y que cuestiona hasta qué punto las palabras nos acercan o pueden llevar a separarnos. En la final hice dos, uno es un cuento de amor entre Suela y Suelo, una metáfora de las relaciones amorosas y no pensaba que iba a gustar, porque era muy tranquilo, pero me clasificó.
El último, La enfermedad del poeta, lo tenía preparado como una especie de regalo en mi mente. Habla de lo poco práctico que es ser poeta en el mundo en el que vivimos, porque no hay tiempo para perderse. También es un homenaje a mi hijo, hay algunas frases suyas. Fue precioso poder hacerlo el último.
P: ¿Cómo es tu proceso de creación?
R: No lo sé, voy improvisando. Me voy haciendo notas a lo largo del día y luego las desarrollo cuando me pongo a escribir. Pero no escribo con ningún objetivo, solo escribo algo que necesito expresar.
P: ¿Quiénes son tus slamers favoritos?
R: Dani Orviz nos gusta a mucha gente porque tiene un punto cómico que es maravilloso. La poesía de Al Bareto es muy canalla y muy profunda a la vez, me gusta bastante. También la de Iñaki Nazabal es increíble, le llaman el rey de los silencios. Adriana Beltrán es más política, pero siempre le pone un poquito de humor y es muy ácida. Olza es súper potente, Pablosky es muy literario, Salva Soler tiene unos juegos de palabras increíbles...
Para mí son incomparables, todas son personas que me emocionan.