La alerta por ómicron destapa la desigualdad en el reparto de vacunas: África solo ha vacunado al 7%
- La nueva variante del coronavirus pone de manifiesto que es fundamental que las vacunas lleguen a todo el mundo
- En los países de menor renta del mundo, solo el 3 % de las personas ha recibido la pauta completa de la vacuna
Desde que hace casi un año empezó la campaña de vacunación en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el resto de autoridades sanitarias repitieron la misma idea: de la pandemia no saldremos hasta que no salgamos todos. La vacunación contra la COVID-19 en todo el mundo ha sido un logro científico, de logística y organización, pero solo en una parte del mundo, la de los países más ricos y desarrollados, algo que la aparición de la variante ómicron en el sur de África, de la que se teme que pueda ser más contagiosa, ha vuelto a poner sobre la mesa al desatar una alerta mundial que resulta sorprendente habida cuenta de las pocas evidencias aún disponibles.
La comparación ilustra la enorme desigualdad en la distribución de las vacunas por el mundo. Mientras en el conjunto de Europa el 57,8 % de la población ha recibido la pauta completa de la vacuna y el porcentaje se eleva al 67 % en los 27 países de la Unión Europea, en África solo el 7,15 % del continente ha completado la inmunización.
Si nos fijamos en las personas que han recibido al menos una dosis y cuya inmunización completa está en curso, los datos no mejoran. África apenas supera el 11 % de población con al menos una inyección de la vacuna, muy lejos del resto del mundo, según el recuento de Our World in Data, de la Universidad de Oxford.
En algunos países la proporción de población vacunada es tan insignificante que es invisible en una representación gráfica normal y ha de verse en negativo, con el porcentaje de personas sin recibir ninguna vacuna. Por ejemplo, en Burundi menos del 0,1 % de la población ha recibido una dosis de la vacuna. En la República Democrática del Congo, donde viven más de 88 millones de personas, tan solo el 0,06 % de sus ciudadanos cuentan con la pauta completa, porcentaje que es del 0,42 % en Chad. O del 0,6 % en Haití, en la región de Centroamérica y el Caribe.
Sudáfrica es en ese aspecto un país que en contraste con el resto podría decirse privilegiado, al tener al 23,8 % de su población con la pauta completa de la vacuna. Pero deja en mal lugar a la comunidad internacional que en el país con más vacunados del África continental y uno de los más poblados -más de 59 millones de habitantes- ni siquiera una de cada cuatro personas haya recibido la pauta completa.
La paradoja es que Sudáfrica, cuya capacidad investigadora para secuenciar el genoma del virus ha permitido detectar esta variante ómicron, se ve ahora señalada y aislada por el resto de países, afirma Ignacio López-Goñi, microbiólogo de la Universidad de Navarra, en declaraciones en Las mañanas de RNE.
Según el análisis de las pocas muestras disponibles, añade, "no es que esta variante haya explotado en Sudáfrica, sino que probablemente se viene moviendo por el planeta desde hace bastante tiempo". Sin embargo, los sistemas de vigilancia no la detectan hasta que no hay un brote, ha explicado el experto, que considera que no tiene sentido cerrar las fronteras con los países del sur de África y castigar al país que ha hecho su trabajo y ha sido transparente con el resto del mundo.
De la misma opinión es el epidemiólogo Quique Bassat, director del programa de Malaria ISGlobal, en declaraciones en el canal 24 horas de TVE. Bassat critica que se haya penalizado a un país que ha actuado de forma "muy proactiva y transparente, que en cuestión de días ha sido capaz de detectar esta variante y anunciarlo a todo el mundo" y que, tras pedir ayuda, "se ha encontrado con que le hemos cerrado las puertas".
Solo se ha inmunizado el 3 % de la población en los países más pobres
En países como Alemania y Austria, con en torno al 65 % de la población vacunada, se está viendo cómo la transmisión del virus se ha descontrolado. Así que países como los de África, y en otros lugares donde la campaña de vacunación no ha progresado al mismo ritmo, tienen a la mayor parte de su población sin protección frente a la enfermedad grave y el riesgo de muerte por la enfermedad, además de dar muchas más oportunidades al virus para mutar con variantes más peligrosas que alejan el final de la pandemia.
La riqueza es el indicador que marca la diferencia en la inequidad de la administración de vacunas. Considerando todo el mundo, los países más pobres solo tienen al 3 % de la población vacunada a día de hoy, casi un año después de haber empezado a ponerse vacunas contra la COVID-19. Mientras, en los países más ricos, en Europa y Norteamérica, hace semanas que se ha empezado una tercera ronda de vacunación para administrar una dosis adicional de refuerzo a los mayores, los inmunodeprimidos y las personas que viven en residencias de ancianos, así como a otros colectivos considerados de interés para el control sanitario de la transmisión, como son los sanitarios y los niños menores de 12 años.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que es de Etiopía, lo ha repetido desde el principio. "Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo". Y mientras el hemisferio norte entraba en pánico al registrar el primer goteo de casos de la variante ómicron, con las Bolsas cayendo en picado y el cierre de sus fronteras a la entrada de viajeros procedentes de Sudáfrica y países cercanos, Tedros ha vuelto a señalar que esta crisis "evidencia que tenemos que acelerar la igualdad en las vacunas lo antes posible y proteger a los más vulnerables en todas partes".
Reparto equitativo
Por ello, el otro mensaje que se ha esforzado en repetir la OMS incide en lograr un reparto equitativo de las vacunas disponibles. La mayor parte de los países menos desarrollados están lejos de alcanzar el objetivo del 40 % de población vacunada que se había puesto en el horizonte al terminar este año 2021. "Muchas personas que deberían haberse vacunado en los países de bajos ingresos no lo están haciendo y corren un mayor riesgo de enfermar gravemente o morir", alertó el doctor Tedros.
Tal y como ha recordado, a través de COVAX, la alianza que impulsa un fondo de acceso global para vacunas contra la COVID-19, los fabricantes y los gobiernos pueden priorizar fácilmente el reparto de dosis con aquellos países que se han quedado sin suministro, para que así puedan proteger a sus más vulnerables. Los países ricos prometieron donar unos 2.000 millones de dosis que deberían hacerse llegar antes de acabar 2021, pero según el Consejo de Relaciones Exteriores, un think tank de Estados Unidos, hasta hace un mes solo se ha entregado el 20 % de lo prometido, 550 millones de dosis.
"No se trata solo de a quién llegamos con la vacunación, sino de quién se nos escapa", apuntó Tedros hace una semana, pidiendo dar prioridad a los sanitarios, a las personas mayores y a los grupos vulnerables "en todas partes" y recordando que la vacuna es importante no solo para proteger la salud y salvar vidas, sino para frenar la transmisión de la COVID-19.
Pero esta capacidad se reduce con cada nueva variante del virus. Antes de la llegada de la variante delta, las vacunas contribuían a reducir la transmisión en un 60 %, aproximadamente, según la OMS. Con delta, el porcentaje bajó al 40 %, y ahora esta variante aparece presente en el 99,8 % de los nuevos casos globales. El Grupo Asesor de Expertos en la Evolución de Virus de la OMS, reunido de emergencia el viernes, determinó que algunas de las más de 30 mutaciones que ya se han detectado de la variante ómicron parecen sugerir una mayor capacidad de transmisión que cepas anteriores.
Vacunas para todos para frenar la pandemia
"Mientras no haya vacunas para todos, la pandemia continuará", es el mensaje que quieren dejar claro los epidemiólogos y autoridades sanitarias y que también subraya Rafael Vilasanjuan, miembro de la Junta de la Alianza para las Vacunas GAVI y director de Análisis y Desarrollo de ISGlobal. "Esto no se puede parar en un solo país. Tenemos un problema de desigualdad enorme; estamos empezando ya a considerar una tercera dosis generalizada para todo el mundo, pero no hemos llevado a vacunas a los países de renta baja y renta media-baja ni para el 20% de su población, que sería el primer umbral que tendríamos que cubrir", ha asegurado este lunes en una entrevista en RNE.
Según Vilasanjuan, hay tres problemas que impiden que las vacunas lleguen a los países más pobres: la gran demanda en Occidente que provoca que las farmacéuticas no quieran vender todavía a países de rentas más bajas; la grave situación que vivió India, cuyo cierre de fronteras retrasó la distribución de más de 400 millones de dosis en África; y la escasa capacidad logística de algunos de estos países, como la República Democrática del Congo o Burundi.
Cabe recordar que la variante del coronavirus SARS-CoV-2 que antes de la ómicron también desató una alerta mundial, la delta, se detectó primero en India, otro país en desarrollo que, cuando la variante se había convertido en dominante en Reino Unido en el mes de junio, su tasa de vacunación apenas superaba el 4 %, pese a ser uno de los principales productores de las vacunas anticovid que se administran en todo el mundo.
Sudáfrica e India presentaron hace un año una propuesta de suspensión de patentes, actualmente apoyada por la mayoría de países en desarrollo y muchos desarrollados. Hay una iniciativa de la OMS para que Afrigen Biologics, empresa biotecnológica con sede en Ciudad del Cabo, replique la vacuna de Moderna, pero es probable que haya que esperar hasta bien avanzado 2022 para que en África se pueda producir localmente un suero que distribuir.