Acusan al expresidente de Argentina, Mauricio Macri, de espiar a las familias del submarino desaparecido en 2017
- El 15 de noviembre 2017 el sumergible se hundió con 44 tripulantes a bordo
- Macri habría ordenado a los servicios de inteligencia seguir de cerca a los familiares durante un año
El expresidente de Argentina, Mauricio Macri, ha sido acusado de espiar ilegalmente a las familias de los fallecidos que buscaban respuestas al hundimiento del submarino ARA San Juan en el año 2017.
La decisión ha sido adoptada por el juez Martín Brava, de la Cámara Federal de la ciudad bonaerense de Mar del Plata. Según ha reconstruido Brava, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) se habría dedicado a seguir de manera sistemática y fotografiar a los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan entre diciembre de 2017 y finales de 2018, con el objetivo de proporcionarle a Macri la información de cuáles serían las demandas de los familiares de las víctimas.
La investigación de espionaje ilegal se inició en septiembre de 2020, y hasta el momento contaba ya once investigados, entre ellos el exdirector general de la AFI, la exsubdirectora general o distintos agentes que estaban a sus órdenes.
Macri, de 62 años, estuvo al frente del gobierno argentino desde 2015 a 2019, cuando ocurrió el hundimiento y actualmente sigue siendo el principal líder de la oposición de la centroderecha en Argentina.
Acusado de "actos ilegales de inteligencia"
Según ha comunicado el juez Bava, el exmandatario ha sido acusado de "actos ilegales de inteligencia" y puesto en libertad bajo fianza.
Macri siempre ha negado categóricamente haber espiado o solicitado el espionaje, alegando ser víctima de una persecución política.
A principios de noviembre compareció ante el juez Bava, a quien intentó en vano impugnar, como parte de una investigación preliminar sobre las secuelas de este naufragio, que conmovió profundamente en Argentina.
El "San Juan" había desaparecido en noviembre de 2017 en el Atlántico Sur, a 400 km de la costa de la Patagonia. Se encontró solo un año después, a una profundidad de 900 metros, y nunca pudo ser reflotado, a pesar de los deseos de las familias de la tripulación. Según la Armada, el sumergible, que databa de 1983, se hundió debido a fallos técnicos.
Las familias de la tripulación habían liderado en su momento una intensa campaña para conocer el destino del submarino y afirmaron haber sido objeto de espionaje, mediante escuchas telefónicas e intimidación.