Minería ilegal: el "Dorado" que devasta la Amazonía peruana
- Las minas ilegales de oro en el Amazonas peruano devastan la selva: 100.000 hectáreas destruidas y contaminadas desde 2013
- La mafia y el crimen organizado están ganando la partida al Estado en este ecosistema de clandestinidad
Lo vimos venir, unos instantes antes, por el cauce del río. Visto de lejos el aspecto era como el de una gran ola que se acerca. Un enorme revoltijo gris de viento, lluvia y polvo que, cuando nos alcanzó, fue como una onda expansiva. El barco empezó a zarandearse violentamente. Nuestros focos, trípodes y demás equipo, al suelo. La cubierta iba a ser el set de nuestra última entrevista en Madre de Dios.
Reconozco que al principio reaccionamos al fenómeno climatológico con cierta gracia. La violencia de aquella bofetada, que allí llaman “friaje”, guardaba cierto atractivo para nosotros. De hecho, el acto reflejo fue ponernos a rodar. Al fin y al cabo, éramos un equipo de reporteros. Pero solo unos pocos planos después hubo que saltar del barco.
"Salvamos todo in extremis"
Todos los amarres, salvo uno, se habían soltado, y de un segundo a otro aquello ya no era ni gracioso ni atractivo. No hubo más tiempo que para abalanzarse a agarrar el último cabo justo cuando su estaca se soltaba de la fangosa orilla. En el barco estaba todo nuestro equipo profesional y efectos personales (dinero, documentación, móviles...) Y, claro, diez horas de grabaciones. Nunca he tirado de una cuerda con tanta fuerza. Cuando llegó más ayuda lo salvamos todo in extremis. Quizá un minuto después no hubiera sido posible.
Aquella situación límite que nos brindó la selva como despedida acentuó mi percepción de lo que habíamos vivido durante los siete días previos. Madre de Dios es una región revuelta e impredecible. Violenta. Donde hace tiempo que se han perdido los amarres con el estado de derecho y la ley. Donde la propiedad privada es un concepto vacío e irrelevante, a no ser que puedas defenderlo con tus propios medios. Donde la corriente dominante puede arrastrarte si no estás íntima e irrevocablemente convencido de que otro tipo de vida es posible.
La minería ilegal de oro está devorando a Madre de Dios. Es una actividad demasiado lucrativa como para verse frenada por el mero hecho de que esté fuera de la ley. A día de hoy, un minero que saque un par de gramos al día gana lo mismo en cuatro jornadas que el peruano medio en un mes.
Desde el 2008, el oro disparó su valor y el metal sigue teniendo enorme demanda. Y la pobreza en Perú, especialmente en las regiones altoandinas, empuja a muchos desde entonces a buscar un futuro más próspero en Madre de Dios. Acuden a la llamada de la fiebre del oro. Para trabajar en la mina o en alguno de los negocios o servicios aledaños. Muchos, y especialmente muchas, acuden bajo engaño, seducidos por los cantos de un El Dorado que, realmente, no existe.
Asesinatos, esclavitud, explotación sexual y contaminación masiva
La inacción de las instituciones por falta de recursos, voluntad política o conflicto de intereses, o todo a la vez, tiene una factura enorme en Madre de Dios: 100.000 hectáreas de selva amazónica devastadas, contaminación masiva, asesinatos y trata laboral y sexual de personas. De la tierra se extraen cada año ilegalmente más de 2.000 millones de euros en oro.
Ni el gobierno regional ni el estado peruano ven por ello un solo sol (la moneda nacional). La riqueza se queda en las manos de los pocos que manejan y controlan el ecosistema clandestino que catapulta y protege a la minería de contrabando. Sus bases de operaciones se encuentran en poblados y asentamientos ilegales que, literalmente, son la segunda parte del viejo salvaje oeste, pero esta vez en el siglo XXI y en plena amazonía peruana.
“De la tierra se extraen cada año ilegalmente más de 2.000 millones de euros en oro“
Al final, aquella última (y accidentada) entrevista la acabamos rodando en tierra firme. Y aquellos tormentosos planos forman parte del reportaje que rodamos para En Portada. En parte por cabezonería profesional, sí, y en parte porque la voz de las víctimas y de los que se resisten a la voracidad minera debe escucharse. Antes de que ya pronto estos no importen a nadie. La impunidad y la plata (oro, en ese caso) ya llevan ventaja.