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Los emigrantes de la Argentina del corralito, 20 años después: "De un día para otro desapareció todo"

  • Algunos de los 120.000 argentinos que llegaron a España tras aquella crisis rememoran cómo se vivió ese "desastre social"
  • Arraigados aquí, no se plantean el regreso a un país aún en crisis: "Me da pena no poder ni siquiera soñar con volver"

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Ahorradores argentinos protestan para poder recuperar sus depósitos perdidos tras el corralito
Ahorradores argentinos protestan para poder recuperar sus depósitos perdidos tras el corralito

"De un momento a otro nos quedamos sin cuentas bancarias, sin efectivo y sin nada. No entiendes cómo pudo pasar, pero pasó y fue tremendo". Un 3 de diciembre de hace dos décadas, Leo Falcone, como millones de argentinos, amaneció sin poder acceder a sus ahorros en el banco. Las oficinas estaban cerradas, los cajeros apagados y uno de los países más prósperos de Latinoamérica se encaminaba hacia el colapso.

El corralito financiero, la limitación impuesta por el Gobierno de Fernando de la Rúa para extraer dinero de los bancos, fue el "detonante" para que Leo decidiera abandonar su país y venirse a buscar una vida mejor a España. "Argentina en esa época nos abortó y la madre patria España nos recibió de brazos abiertos", cuenta Alejandra Sanfelice, otra de los 128.000 migrantes que llegaron a nuestro país "con lo puesto" tras la crisis de 2001.

Veinte años del corralito en Argentina

Varios de ellos rememoran ahora con RTVE.es cómo se vivió el descalabro económico de aquel convulso inicio de siglo en Argentina y qué fue lo que les llevó a venirse a España. Aunque de diferentes edades, profesiones y clases sociales, todos coinciden en algo, responder con un rotundo "no" cuando se les pregunta si quieren volver a su tierra. "A mí me da mucha pena comprender que me voy a terminar muriendo aquí. Me da pena no poder ni siquiera soñar con volver a vivir en Argentina, porque desde que me vine no hace más que empeorar", dice Alejandra.

Diciembre de 2001: "La gente caminaba muerta en vida"

La crisis ya venía de antes. Argentina, aunque acostumbrada a los vaivenes económicos, estaba inmersa desde 1998 en su recesión más larga, y meses antes de que comenzara el corralito ya había "serios rumores" de que se empezaría a limitar la retirada de efectivo, recuerda Leo, que en aquel momento tenía 23 años y trabajaba en la fábrica de muebles de sus padres.

Cuando el Gobierno aplicó una restricción bancaria sin precedentes en el mundo, con el fin de frenar la sangría de depósitos desatada precisamente por esos rumores, comenzó el pánico que se quería evitar. "La gente caminaba por la calle muerta en vida, habían perdido todos sus ahorros", afirma Pablo Ezequiel Barcia, quien tenía 32 años y regentaba la cantina de un club deportivo. Su "negocio vivió una caída estrepitosa", sigue.

La tensión aumentó durante los días siguientes, las manifestaciones se sucedían frente a la Casa Rosada, la sede del Gobierno, y el Congreso de la Nación. Se aplicó el Estado de sitio y las fuerzas de seguridad salieron a reprimir las protestas, dejando 39 muertos. "Veía las represiones que había en la calle con la policía montada, y lloraba. Me daba una sensación de caos, de incertidumbre, de que todo se iba al demonio", rememora Alejandra, por entonces de 25 años.

Me daba una sensación de caos, de incertidumbre, de que todo se iba al demonio

Cada noche, los vecinos salían a la calle a hacer sonar sus cacerolas, "como ustedes salían a las 8 de la tarde a aplaudir a los sanitarios", señala Cynthia Verónica Vera, que dejó Argentina al poco de empezar la crisis. Finalmente, la tensión aumentó hasta el punto de que de la Rúa terminó huyendo en helicóptero y dejando el Gobierno el 20 de diciembre, en lo que se conoció como el 'Argentinazo'. "El presidente que puso el estado de sitio terminó sitiado", señala Diego Arcos, expatriado en Barcelona, recuperando una frase que se convirtió en un dicho popular.

De la Rúa abandona en helicóptero la Casa Rosada

De la Rúa abandona en helicóptero la Casa Rosada. Edgardo Gómez/ EFE Archivo

Emigrar con lo puesto: "Tenía solo para el vuelo y un mes de alquiler"

Aquello no hizo más que aumentar la inestabilidad en un país sumido en el caos, y donde se dispararon las tasas de paro, pobreza e inflación. "No solamente fue un desastre económico, sino un desastre social, cultural. Imagínate que un día te levantas diez veces más pobre de lo que eres", señala Graciela Kessel.

Cuando comenzó la crisis, esta médica tenía 42 años y acababa de abrir un centro de rehabilitación infantil, en el que invirtió junto a su marido todos sus ahorros. A raíz del corralito y la devaluación del peso argentino - lo que supuso que "todo el dinero se convirtió en confeti"- tuvieron que cerrar. "No tuve ni una ganancia de mi negocio. Es como si agarras 60.000 dólares, los pones en una bolsa y los tiras al contenedor".

El problema es que los sueldos seguían estando en pesos mientras que la deuda estaba en dólares, lo que les llevó a un empobrecimiento que se extendió por toda la población. Incluso aquellos que no tenían ahorros en el banco, algo común en Argentina por la desconfianza ante estas crisis, vieron como su dinero se devaluaba "y se convertía en confeti".

Es como si agarras 60.000 dólares, los pones en una bolsa y los tiras al contenedor

A ello se sumó el miedo a salir a unas calles cada vez más violentas. En apenas dos meses del agitado 2002, sufrieron dos atracos con violencia. A su marido le dispararon en la cabeza "pero no salió el tiro". Para ellos, aquel fue el momento que desencadenó su decisión de venir a España. "Eso fue el detonante, hasta acá llegamos", relata. Tiraron "más de mil currículums" hasta que su pareja encontró trabajo de médico en Ceuta, "donde los doctores españoles no quieren ir". Allí se fueron con "toda una vida dentro de una maleta y una hija adolescente que la pasó muy mal".

Para Cynthia, que tenía 23 años cuando ocurrió el corralito, la decisión de partir fue inmediata, y llegó después de que sus padres perdieran su casa por la "dolarización" de la hipoteca. "Yo confié en un banco y el banco -o el Estado, me da igual- se quedó con algo que era mío. Yo nunca lo recuperé. Entonces salí de Argentina muy enfadada, y eso te duele porque es tu país", reconoce.

Yo confié en un banco y el banco se quedó con algo que era mío. Yo nunca lo recuperé

Un viernes dejó sus dos trabajos de profesora particular y técnico de laboratorio, y con el escaso dinero de la indemnización se pagó un billete a España para volar el domingo. "Tenía solo para el vuelo y un mes de alquiler en Ibiza", donde se fue sin contactos ni papeles a buscarse la vida.

En Argentina se quedaron todos sus ahorros, unos 28.000 dólares, ya que quien podía guardaba su dinero en la moneda estadounidense por la fragilidad del peso. Cuando por fin pudo sacarlo del banco, la nueva ley obligaba a "pesificar" el dólar, por lo que con la nueva moneda devaluada se quedó apenas con el equivalente a 1.000 euros.

En el caso de Pablo, la chispa que le hizo salir de Argentina fue darse de cuenta de la historia cíclica de las crisis en el país austral. "Miré para atrás y fue como ver todo lo que vivió mi padre, o sea, voy a estar subiendo y cayendo toda mi vida", rememora.

El país ya había sufrido en las últimas décadas desastres económicos como la hiperinflación de finales de los 80, que trajo a España a una generación anterior de emigrantes, y en esta se vivieron imágenes de colas en el consulado español en Buenos Aires para poder conseguir pasaportes. Gracias a que muchos argentinos eran hijos de inmigrantes españoles o italianos, pudieron conseguir la nacionalidad que les permitía vivir en Europa.

Viendo la Argentina de hoy día, una de las llamadas economías emergentes, con tasas de crecimiento del ocho por ciento anual, resulta difícil imaginar que hace diez años vivió la peor crisis de su historia moderna. Fue el llamado "corralito", la drástica medida adoptada por el Gobierno para evitar la fuga de capitales, cuando el país estaba en bancarrota. De hecho, el Estado acabó suspendiendo el pago de su gigantesca deuda externa. Recuperamos hoy aquellas imágenes de largas colas a la puerta de los bancos y de protestas en las calles y el relato de algunos de los protagonistas de aquel momento.

"Estás acá, pero con el corazón partido"

Nuestro país acoge la mayor colonia argentina en el exterior, con 90.000 personas que llegaron a ser 153.000 en 2005, tras la crisis del corralito. Todos los expatriados que participan en este reportaje no tienen más que palabras de agradecimiento para España. "Me sentí muy bienvenida. Mucha gente me dijo que estaba muy agradecida con Argentina por la mano que le había dado a España en la posguerra, con los barcos que Perón envió con cereales y carne cuando aquí se pasaba hambre", afirma Alejandra.

Reconoce que el primer año que pasó en Ibiza fue duro. "Estás acá, pero con el corazón partido. Estás en un limbo, mustia y moribunda, echando mucho de menos lo que dejaste y todavía no te has insertado en esta sociedad", asegura. 20 años después, vividos en varios puntos de la costa alicantina, dice sentirse arraigada en España, aunque aún llora cuando vuelve a Buenos Aires por Navidad.

Cuando llegaron, a principios de los 2000, España iba bien, defendía el entonces presidente José María Aznar. La economía crecía y se iba hinchando la burbuja de la construcción, lo que permitió a muchos argentinos encontrar trabajo fácilmente, especialmente en el sector del turismo.

Para todos los entrevistados, curtidos por el desastre del 2001, la crisis de 2008 no fue un "trauma", como dice Cynthia. "Nos pasa a cualquier argentino cuando hablamos de crisis. Para ustedes es crisis que vayas a comprar un cartón de leche y en vez de un euro vale 1,10, pero para nosotros es cuando vale 10 o 20 euros", señala con ironía.

También ha vivido ese choque cultural Pablo. "Mis amigos en Argentina se quedan sorprendidos cuando les digo que acá sigo ganando lo mismo desde hace 20 años, apenas un poco más". A Cynthia le sigue pareciendo extraño poder ir a un cajero automático en la calle, mientras que Graciela está maravillada de poder salir de noche con las joyas puestas.

Ahora, 20 años después de una de las peores crisis que se recuerdan en Argentina, los fantasmas del corralito vuelven a asomar en Argentina. Vuelve el fantasma de la inflación (que supera el crecimiento anual del 50%, frente al 5,3% en España), un mal endémico que nunca llegó a desaparecer del todo, la recesión, la devaluación del peso y los rumores sobre nuevas restricciones bancarias.

Aunque más tarde se demuestren falsos, el trauma de aquel mes de diciembre y todo lo que vino después permanece en la mente de los miles de argentinos que tuvieron que huir. Lo suficientemente vivo para que no quieran volver a vivir a su tierra natal. "Por un lado está esta alegría de haber sido valiente y aventurarme a buscar un futuro mejor y haberlo conseguido. Pero por el otro, está la espinita de ver imposible el volver", remata Alejandra.