Ganaderos y agricultores se quejan de que las leyes se olvidan del medio rural
- La reciente prohibición de la caza de lobos ha sublevado a muchos ganaderos
- El anteproyecto de ley de protección y derechos de los animales causa estupor entre los pastores
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"La gente de ciudad no conoce las peculiaridades del medio rural. Lo único que conocen del medio rural es venir un fin de semana a patear un sendero o a ver los lagos", así de contundente se manifiesta el alcalde de Benia de Onís, José Manuel Abeledo, cuando se le pregunta por las diferencias entre el campo y la ciudad. Por otro lado, Jordi Armengol, responsable del sector de los ganaderos del sindicato Unió de Pagesos, responde con una metáfora: "Impera la imagen de la Heidi". Ambos creen que es un contrasentido que las políticas que incumben al mundo rural se diseñen en despachos de la ciudad.
Sin agricultura y ganadería no hay alimentos, habría más despoblación, más riesgo de incendios, más desertificación. Se les reconoce un papel indiscutible ante el reto climático. Pero agricultores y ganaderos dicen que muchas leyes, aunque bien intencionadas, son una traba a su actividad. "Nuestra labor tiene un valor ecosistémico", dice Alfred March, socio cooperativista de La Rural de Collserola. Y añade: "La administración, como la sociedad, admira y valora lo que haces, pero no hasta el punto de mojarse de forma contundente porque los agricultores solo somos el 1% de la población".
Es un hecho que la mayoría de la población vive en ciudades y sabe del campo lo poco que ha visto haciendo turismo con ojos de urbanita. Kaelia Cotera, una ganadera que vive en Sotres, la parroquia asturiana que recibe más visitantes, cuenta que "muchas veces los turistas se meten por pistas ganaderas y aparcan los coches allí de cualquier manera (…), piensan que los perros están abandonados y los llevan a la perrera (…), manosean a los terneros y después la madre ya no los quiere"
La reciente protección del lobo
Ganaderos y agricultores, pues, se sienten excluidos de la toma de decisiones que les afectan. De aquí, por ejemplo, la indignación que ha causado entre el colectivo la decisión gubernamental de incluir el lobo en la lista de especies silvestres en régimen de protección especial.
“Defender al lobo es como defender una banda de terroristas“
"Defender al lobo es como defender una banda de terroristas, porque es un depredador que mata por ensañamiento, no mata para comer", dice Tito Rojo, miembro del colectivo 'Con lobos no hay paraíso'. La inclusión del lobo en la lista LESPRE implica que solo será autorizado cazarlo en casos muy excepcionales y siempre y cuando las medidas de protección del ganado hayan resultado infructuosas.
Una de las medidas que se aconsejan es encerrar el rebaño, pero, según explica el pastor Nel Cañedo, los animales, si no pueden dormir en los prados, duermen sobre sus propias heces, sobre basura, lo que les causa infecciones: "Entonces, el rebaño cojea y cuando cojea el rebaño pierdes dinero, porque no produce igual".
Además, es una medida que puede tener repercusiones más a largo plazo, según el ganadero Daniel Rojo: "Si no fuera por la problemática del lobo, los terneros estarían libremente en los prados con las madres. Si ahora queremos tener unos animales que nos cubran los costes tenemos que encerrarlos, criarlos de forma intensiva, lo que la ganadería extensiva está abocada a la desaparición".
Otra de las medidas recomendadas para prevenir que los lobos ataquen el ganado es acompañarlo de mastines. Sin embargo, no es lo mismo tener mastines en los anchos campos de Castilla que en los escarpados pastos de Asturias. Cañedo, que cada año sube cabras y ovejas hasta la majada de Soñín, muy cerca del parque nacional de los Picos de Europa, exclama: "Cómo vamos a convivir en este territorio 40 ganaderos con 200 mastines? ¡Es que nos matamos unos a otros!".
La futura ley que afectará a los animales de trabajo
Ahora está en fase de información pública el anteproyecto de ley de protección y derechos de los animales. Esta ley no incluye a los animales de producción, aquellos destinados a la obtención de alimentos, pero sí a los animales de trabajo, como los perros pastor o los animales de carga.
Si la ley prospera, los pastores tendrán que cambiar rutinas que han pasado de generación en generación, ya que los perros no podrán trabajar antes de los 18 meses ni después de los 7 años, a menos de que dispongan de un certificado veterinario. Una disposición que ha causado mucha extrañeza en el mundo rural.
“Lo que no es natural es tener el perro en un pisito, en una terraza“
Jordi Armengol, que tiene una granja avícola, afirma que los productores en intensivo están dispuestos a hacer los cambios necesarios para asegurar el bienestar de los animales que crían, pero que no comprende que sea una ley y no el sentido común el que regule la vida de los animales domésticos que les ayudan.
"La condición natural del perro es correr por el campo. Lo que no es natural es tenerlo en un pisito, en una terraza y que solo salga a la calle el ratito de hacer sus necesidades", critica Armengol.
El mundo rural en política
Los ganaderos que han intentado llevar sus reivindicaciones al terreno político se sienten decepcionados. Tito Rojo, que es presidente de la Junta de Pastos de Onís, afirma que les escuchan, pero que "la desilusión es muy grande". Y, en concreto en el asunto del lobo, añade: "Si los de ciudad no quieren que las palomas o las ratas proliferen, nosotros queremos controlar a nuestros depredadores".
Nino Rodríguez dimitió en septiembre como director general de Ganadería de Asturias y se ha dado de baja de su partido por la protección del lobo. Ha vuelto a sus tareas de ganadero: "Puede haber lobos. Nadie está en contra de los lobos. Pero para los que vivimos de la ganadería y los sufrimos es un trauma. Estamos desolados".
“Nadie está en contra de los lobos“
Muchos creen que las decisiones políticas que inciden en el mundo rural responden a presiones ajenas o a intereses espurios.
"Hay asociaciones que piensan que el lobo tiene más derechos que una oveja y que viven de hacer estudios sobre la compatibilidad del lobo y la ganadería extensiva. Pero la compatibilidad es que el lobo mata a las ovejas", critica Cañedo.
"Quieren sacrificar nuestras vacas para que Soria que tiene actualmente una tasa de 0.67% de tuberculosis llegue a 0, para que económicamente podamos vender mejor a otros mercados", afirma Silvia Casado, que junto con Alejandro García son propietarios de la mitad de los ejemplares que existen de vaca serrana negra soriana.
Las autoridades han detectado un brote de tuberculosis en su explotación de San Pedro Manrique, en Soria, y quieren aplicar el vaciado sanitario. La pareja lamenta que la administración no contemple otras opciones no tan drásticas.
Reconocer el valor medioambiental del sector primario
El futuro Contrato Agrario de Collserola podría ser un modelo para la participación del sector primario en el diseño de políticas que favorezcan su trabajo y, a la vez, recompensen su labor de conservación de la biodiversidad.
En el parque natural de Collserola, en plena área metropolitana de Barcelona, se ha realizado un proceso participativo para trazar unas líneas de ayuda económica que ponen en valor la agroganadería como agente de protección medioambiental. Alfred March es uno de los participantes. "Nuestra labor es cultivar alimentos, pero esto conlleva una serie de actividades, de las cuales se beneficia la sociedad, que son mantenimiento de espacios abiertos para la prevención de incendios, mejora de la fertilidad del suelo, aumento de la biodiversidad...", dice March.
El reconocimiento a toda esta labor podría servir para dar prestigio a la ganadería y la agricultura, idealizadas e invisibilizadas a la vez. "El relevo generacional ya no forma parte del motivo por el que las personas acceden a un oficio, sino que el oficio ha de interesar porque es accesible y viable", concluye March.