Vuelos sin motor en Toledo para personas con discapacidad física
- Bajo el lema "Volamos Juntos", varias organizaciones sin ánimo de lucro han puesto en marcha esta iniciativa
- Uno de los participantes es Juan que ha vivido en la calle durante dos décadas
Son tres ONGs. Se han unido para permitir que dos personas en silla de ruedas puedan aprender a pilotar un avión sin motor. Elisabeth Heilmeyer es la presidenta de una de ellas, “Las Sillas voladoras”, una organización que busca la integración de personas con discapacidad en actividades aeronáuticas. Lo logran haciendo realidad el sueño de volar, demostrando que es posible subir a un avión e incluso ser piloto.
“La sensación de libertad que tengo arriba me permite olvidar los peldaños que no puedo subir sola o ese ascensor que no funciona“
Elisabeth explica que antes pilotaba aviones por placer, pero desde que está en silla de ruedas a causa de una lesión medular se ha convertido en algo terapéutico. En total lleva 27 años como piloto. “La sensación de libertad que tengo arriba me permite olvidar los peldaños que no puedo subir sola o ese ascensor que no funciona. Es algo difícil de describir, hay que vivirlo y la verdad es quien lo prueba finaliza la experiencia con cara de felicidad” asegura.
“Las Sillas voladoras” cuenta con . El resto simplemente apoya a la organización porque les gusta el proyecto. 195 socios, 40 de ellos, pilotos con discapacidad
De la calle al cielo
Pero su meta ha llegado aún más alto, gracias a la participación de otra ONG, “Homeless Entrepreneur”, integrada por 250 voluntarios repartidos por todo el mundo. Ayudan a las personas sin hogar a ser ciudadanos activos, trabajando de nuevo. Cuentan con cuatro programas que persiguen saltar los obstáculos para facilitar su recuperación laboral y personal.
Y esta última actividad, compartida, se desarrolla bajo el lema “De la calle al cielo”, porque entre la calle y el cielo está la vida, puntualizan. A través de esta acción quieren motivarles para enseñarles que todo es posible.
Su colaboración ha permitido que Juan Mascuaniano, un programador que ha vivido más de 20 años en la calle, suba por primera vez a un planeador. Comenta que, aunque no ha volado nunca, no tiene miedo. Agradece este tipo de proyectos orientados a apoyar a la gente. “Todo lo que sea para ayudar es bueno. Nos da fuerzas” enfatiza.
“Todo lo que sea para ayudar es bueno. Nos da fuerzas“
Juan ha hecho formación con IBM y en julio estuvo en el Senado, nos explica Andrew Funk, presidente de la organización que le ha convertido en uno de los protagonistas de esta historia.
Becas para volar y encontrar un hogar
Al margen de este vuelo inicial, promovido también por PREDIF, que realiza programas a favor de personas con discapacidad física y orgánica en todo el territorio español, se persigue recaudar fondos para conceder cuatro becas. Están valoradas con 14.400 euros: dos para pilotos con algún tipo de discapacidad y otras dos para sacar a dos personas de la calle, con trabajo y hogar “Algo muy concreto para que puedan ser pilotos de un avión, pero también de su vida personal, con trabajo” concreta Andrew.
Todo un reto, sinónimo de libertad, que pone de manifiesto que, a pesar de las diferencias, todos podemos volar y hacerlo juntos.