La realidad de los superalimentos: exóticos, caros y con posibles efectos perjudiciales para la salud
- La investigadora del CSIC, Jara Pérez, pone en duda los grandes beneficios de productos como la kale
- Según su nuevo libro, consumir verduras de hojas verdes en exceso a través de batidos puede provocar piedras en el riñón
Los superalimentos están de moda. La granada, el jengibre, la espelta y el aloe vera, entre otros productos exóticos de elevado precio, inundan las redes sociales prometiendo unos beneficios que "rozan lo milagroso", pero que carecen de base científica, algo que puede salirle caro a nuestra salud. Es lo que la investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Jara Pérez, ha demostrado en su último libro: Los superalimentos (2021).
Como recuerda Pérez a RTVE.es, no hay una descripción legal de los superalimentos porque "en el mundo científico no se considera que existan. Sin embargo, "para la mayoría de la gente son alimentos generalmente con un origen exótico, bastante caros y a los que se les atribuyen grandes efectos por su contenido en ciertos nutrientes". Unos nutrientes que en realidad no se encuentran exclusivamente en ellos y que no son tan buenos al ser consumidos en exceso.
Por un lado, la investigadora explica que nutricionalmente son equivalentes a otros productos de consumo habitual: "En el caso de la granada se dice que es beneficiosa para prevenir la diabetes tipo II, pero también lo son otras frutas comunes". Mientras que las bayas de goji son famosas por sus propiedades antioxidantes, estas son similares a las de las ordinarias y económicas ciruelas. Lo mismo sucede con las zanahorias, que cuestan menos de un euro el kilo frente a los 24 que puede alcanzar la misma cantidad de las rojizas bayas de goji.
Los jóvenes preocupados por llevar una dieta saludable, dice Pérez, son los principales consumidores de los superalimentos. Son mayoritariamente ellos los que siguen a influencers que enseñan cómo estar a la última preparándose, por ejemplo, "batidos verdes". Sin embargo, la base de estas bebidas suelen ser verduras ricas en ácido oxálico, perjudicial en cantidades excesivas.
Una moda de más de tres décadas
El nombre de superalimentos es nuevo, pero no lo es la moda de consumir productos específicos por creerlos con beneficios extraordinarios. "Superalimentos clásicos como el polen o la jalea real se tomaban ya hace 30 años", explica Pérez. Así, los alimentos elegidos como superiores se van renovando con el paso del tiempo y la ayuda de un marketing que busca inocular la sensación de que "son soluciones fáciles" para una mala dieta.
“Se basan en la idea de que causan un beneficio independientemente del conjunto de la dieta“
"Son atractivos porque se basan en la idea de que causan un beneficio para la salud independientemente de cómo sea el conjunto de la dieta", una píldora milagrosa que engancha, sobre todo en las redes sociales, pero que no es real. Pensar que un batido de kale de 100 mililitros va suplir las cinco raciones de verdura y fruta al día es una creencia errónea, señala la experta a RTVE.es.
A lo largo de su historia también se han relacionado con propiedades medicinales, algo que con el comienzo de la pandemia por coronavirus se ha visto multiplicado. "Salieron muchas informaciones falsas sobre superalimentos que prevenían la infección por COVID o que podían curar la enfermedad" porque potenciaban el sistema inmunológico, que, con una dieta saludable normal, ya se encontraría a su nivel óptimo. "Por más que añadas gasolina a un coche que ya está lleno no vas a conseguir que funcione mejor. Ocurre lo mismo con el sistema inmunológico", añade.
Los grandes mitos de los superalimentos: détox, placebo y efecto halo
"El détox es el gran mito". Los llamados productos détox parten de una idea que parece ser muy intuitiva: se contempla al cuerpo como una especie de tubo en el que se acumula suciedad y, "como si se tratase de un lavavajillas", se tienen que añadir sustancias para limpiarlo. La diferencia está en que los seres humanos "no somos lavavajillas", bromea Pérez, y el organismo funciona de manera diferente.
"Tenemos órganos que ya se encargan de desintoxicar como los riñones, el hígado y los pulmones", que, si no funcionan de manera correcta, necesitan tratamiento médico, no productos détox que "pueden ser incluso perjudiciales". Sucede así con los batidos de moda, cuyo ingrediente principal puede ser, por ejemplo, "medio kilo de espinacas crudas", ricas en ácido oxálico, un compuesto que forma las piedras en el riñón al unirse al calcio. "En un consumo normal nunca llegaríamos a esas cantidades perjudiciales", además de que "la cocción hace desaparecer gran parte de dicho compuesto".
Algo que la población tampoco suele saber es que es nutrición también existe el efecto placebo, como recuerda la investigadora del CSIC. "Si estamos condicionados a que un alimento nos va a venir bien y el producto, encima, es caro, ponemos mucho de nuestra parte en esperar que tenga el efecto beneficioso anunciado", cuenta. Algo parecido ocurre con el "efecto halo" de, por ejemplo, unas magdalenas sin azúcar: "Como tenemos la percepción de tomar un producto saludable, acabamos comiendo más cantidad de lo que consumiríamos de un producto que calificamos como insano".
Más allá de estos mitos, los superalimentos pueden participar incluso en el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria al fomentar la obsesión. "Pueden hacer caer a algunas personas en alimentarse exclusivamente con ese tipo de productos que se le identifican como saludables", aunque muchas veces estén alejados de una dieta sana real.
Las claves de una alimentación saludable real
Los superalimentos no son la clave de una alimentación saludable, aunque "pueden incluirse si así se quiere", opina Pérez. Lo importante, explica, está en saber qué cosas no deben formar parte habitualmente de la lista de la compra: "Todos los productos que tengan un contenido elevado en grasas y en azúcares como la bollería, muchos postres lacteos, todos los embutidos, los snacks que se toman entre horas y una gran mayoría de los platos precocinados".
"Justo lo que queda cuando excluyes todo eso es lo que realmente constituye una alimentación saludable", sugiere. De este modo, el carro debe estar lleno, mayoritariamente, por alimentos de origen vegetal como las frutas, las verduras, las legumbres, los frutos secos y los cereales integrales (muy diferentes nutricionalmente a los refinados).
Esto no tiene por qué ser caro, aunque los superalimentos se empeñen en lo contrario. Por ejemplo, los garbanzos son una fuente de proteínas económica y solo 50 gramos de zanahorias son capaces las necesidades diarias de polifenoles (antioxidantes). Motivo por el que la científica del CSIC insiste en la importancia de la educación nutricional de la población desde la infancia y ofrece medidas como la de incluir al profesional en la sanidad pública: "Su función va mucho más allá de la de poner a dieta para adelgazar".