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Salud mental

La salud mental en el mundo rural: 15 psiquiatras y ocho psicólogos para 140.000 personas

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El estigma de la salud mental en el mundo rural

Teresa, de 62 años, nos abre las puertas de su piso tutelado en Teruel capital. Y nos abre también su alma. Ha vivido siempre en su pueblo, con sus padres y sus nervios. Así explica una grave enfermedad mental que le produce depresiones, delirios y brotes psicóticos.

“Mi madre murió de repente y ya me puse enferma y no me dejaron estar solita en casa. A mí me trataron muy mal en mi pueblo, me decían que estaba loca”, confiesa Teresa, mientras nos muestra cómo atiende las tareas del hogar y se prepara el desayuno: café sin cafeína.

Sale a la calle todos los días. En su pueblo el estigma la tenía encerrada en casa la mayor parte del tiempo. La acompañamos a ASAPME, la asociación pro salud mental de Teruel. Disponen de tres pisos tutelados y llevan a cabo talleres de arte, musicoterapia o pilates. Aquí se hacen autónomos y muchos logran un trabajo.

A través de ASAPME, Teresa ha encontrado una vida y una oportunidad. Pinta cuadros llenos de color. Dice que pinta a la alegría, porque desde que marchó del pueblo, hace ya nueve años, no ha sufrido ni una recaída, ni un ingreso. "Estoy muy contenta, muy contenta. Aunque me acuerdo bastante del pueblo, porque no se me va de la cabeza, pero aquí estoy feliz".

Los especialistas prefieren trabajar en las ciudades

En la provincia de Teruel, ASAPME atiende a 180 personas como Teresa. Sin embargo, la asociación calcula que hay más de 6.000 que necesitan atención médica especializada. Hay 15 psiquiatras y ocho psicólogos en los servicios sanitarios para una provincia donde viven 140.000 personas. Las plazas para ocupar el tercio de la plantilla que falta siempre quedan desiertas. Los especialistas prefieren trabajar en las ciudades.

Carlos Iglesias, psiquiatra en Teruel se lamenta. Dice que “es una pena porque desarrollar esta carrera en esta provincia es muy gratificante: En el mundo rural, la atención es más individualizada, el trabajo tiene una mayor coordinación y hay menos listas de espera. Pero la falta de profesionales nos ha hecho ir hacia atrás en cosas que llevábamos mucho tiempo haciendo. Íbamos a los centros de salud de la periferia, pero lo hemos tenido que dejar. Queremos formar grupos itinerantes para atender a los pueblos pero sin especialistas es imposible”. Es el Gobierno central el que tiene la llave y debería legislar para que los profesionales lleguen también a la que llaman la España vaciada.

Ana Belén Marco, presidenta de ASAPME en Teruel, insiste. “Las familias demandan esa solución sobre todo en las zonas rurales que tienen poco acceso a la capital y nosotras hacemos atención domiciliaria pero hay demasiadas demandas".

Detectaron tantos casos de salud mental en el Bajo Aragón que ASAPME extendió su red ahí. A 200 kilómetros de la capital, en Calanda está su centro de día para 90 pacientes. Pero cada día pasan entre dos y tres horas en la carretera para llegar a las casas de los que no pueden llegar hasta ahí.

Cristina Escrig, psicóloga ASAPME en el Bajo Aragón cuenta que "había personas que ni siquiera podían acudir a sus citas de salud mental por la incapacidad de no haber ni un transporte. Hay mucha gente que se queda en el camino porque la atención que necesitan no es suficiente”.

Ayuda para tener una "vida normalizada"

Nuria sufre esquizofrenia, dejó su pueblo. Vive y trabaja en Calanda desde hace cuatro años. Primero en un piso tutelado, ahora en su propia casa, con un alquiler que paga ella porque ha encontrado un trabajo. Ni una baja desde que se ha hecho independiente.

Me han ayudado mucho para comprender mi enfermedad, ayudarme a vivir una vida normalizada, estoy muy contenta. Echo de menos mi pueblo pero ya no volveré, aquí me entienden mejor, tengo mi grupo de amigos, salimos, nos vamos al cine. Estoy muy bien aquí”, nos confiesa.

Antes, su vida, era encerrarse en casa y esperar la visita del psiquiatra una vez al mes. Ahora vive sola, tiene un trabajo y una vida.

Por eso ASAPME tiene proyectos pendientes, como construir una mini residencia para aquellos enfermos mentales dependientes. Pero faltan inversiones y personal y les quedan años para disponer de ella.

Los años y la soledad son los pocos que no han emigrado en muchos pueblos. Su aislamiento preocupa. Los especialistas alertan del alto nivel de suicidios en el mundo rural. Pero harían falta, dicen, los mismos recursos que en la ciudad para evitar muchos casos.