Ayub, de Ceuta a la Península bañado en gasolina
- Este menor relata a RNE su viaje hasta Madrid tras llegar a Ceuta desde Marruecos de forma ilegal
- Como Ayub, miles de menores marroquíes entraron a nado en Ceuta durante los días 17 y 18 de mayo
Ayub tiene 17 años y unas cuantas cicatrices. La primera por haber nacido en una familia empobrecida cerca de Tetuán: "La vida en Marruecos era muy difícil para mí, estudiaba de día y trabajaba de noche, dormía solo 4 o 5 horas, muy difícil". Una vida que le empujó a lanzarse al mar para llegar a Ceuta.
Entró nadando en mayo como otros tantos chavales de su región: "Entré por la playa, con un traje para el agua". Y consiguió huir de la Policía para que no le expulsaran.
Durante los días 17 y 18 de mayo miles de menores marroquíes entraron a nado a la ciudad de Ceuta. Muchos fueron devueltos a su país nada mas pisar la playa del Tarajal. Ayub consiguió esconderse y estuvo dos días viviendo en las calles de Ceuta. Empezaba para él un duro viaje migratorio que le llevaría hasta Madrid, completamente solo y lejos de su familia.
Tras pasar por las Naves del Tarajal le trasladaron al polideportivo de Santa Amelia, uno de los espacios que habilitó la ciudad de Ceuta para acoger a los menores. Hace ya siete meses de todo esto, pero Ayub recuerda cómo allí estaban hacinados y no podían salir a la calle: "Había mucha gente, dormíamos muy juntos, no veíamos el sol y los trabajadores no nos dejaban salir a la calle". Estuvo tres meses hasta que que llegaron las repatriaciones.
“"Me rocié el cuerpo con dos litros de gasolina para que los perros no me olieran y por fin conseguí no ser detectado"“
Para los menores acogidos en Santa Amelia, el 13 de agosto marcó un antes y un después, ese día fueron repatriados contra su voluntad mas de un centenar de adolescentes y cundió el miedo entre el resto: "Había gente llorando, gente corriendo, gente que estaba durmiendo cuando llegó la policía", recuerda Ayub.
Falsificó su edad para salir del centro
Los trabajadores le avisaron de que él podía ser el siguiente, así que sin pensar en las consecuencias se encerró en el baño y aprovechando que había estudiado cómo usar Photoshop en la escuela, trucó la fecha de nacimiento en la foto de sus documentos que llevaba en el móvil. Con ese documento pidió salir del centro que acogía a los menores y volvió a la calle. La Policía le fichó como adulto. Eso le permitía estar libre e intentar colarse en los bajos de un camión para cruzar a la Península. Tras varios intentos lo consiguió bañado en gasolina: "Me rocié el cuerpo con dos litros de gasolina para que los perros no me olieran y por fin conseguí no ser detectado".
Pero la pesadilla no acababa aquí. Cuenta que estuvo 37 horas dentro del camión, con un dolor agudo en una mano, sin comer, ni beber. Cuando el ferry llegó a Málaga era sábado de madrugada, el barco estaba cerrado y no había nadie que le oyera: "Estuve una hora gritando, asegura, pidiendo auxilio hasta que una vigilante me oyó, le pedí agua y después de beber me desmayé".
Madrid: el último intento para entrar en el Sistema de Protección de Menores
Una vez en la Península no fue aceptado en el Centro de Menores porque seguía fichado como adulto. Con sólo 10 euros en el bolsillo y una botella de agua viajó a Madrid. Le habían dicho que allí podría intentar entrar en el Sistema de Protección de Menores.
Lide Mancisidor es abogada de la Fundación Raíces, la organización a la que recurrió Ayub al poco de llegar a Madrid: "Le conocí a mediados de noviembre, se puso en contacto con nosotras y entonces ya detecté que era muy joven y que estaba en una situación muy vulnerable. Estaba viviendo en la calle, solo, a las afueras de la ciudad".
La Policía no le permitía entrar en un Centro de Menores porque seguía figurando como adulto, pese a que el chico tenía fotocopias de toda su documentación con la fecha de nacimiento correcta. "Tenía fotocopias de un acta de nacimiento, su certificado escolar con foto, traducido y con los sellos", indica Mancisidor.
Con esa documentación acompañó al niño a Comisaría: "Me llamó la atención que, aunque aún hablaba poquito castellano me dijera: Quédate conmigo, por favor, porque tengo fobia a la Policía. Esas palabras las conocía perfectamente". Dos horas después, Ayub volvía a estar en la calle.
Volver a ser menor
El día en el que hablamos con Ayub sufría un fuerte dolor de oídos, pero no lo atendieron en el Centro de Salud al no tener tarjeta sanitaria. Habían pasado 7 meses desde que llegó a España. Hace solo unos días que ha entrado provisionalmente en el Sistema de Protección de Menores.
Con la documentación original que le ha enviado su familia desde Marruecos su abogada ha pedido a la Fiscalía la revisión del decreto de mayoría de edad.
“"Quiero que mi vida cambie, un futuro bueno y poder ayudar a mi familia"“
Pese a todas las barreras físicas, burocráticas y emocionales, Ayub sigue su camino. Aún le quedan unos cuantos obstáculos por saltar y heridas que sanar, pero, como él dice, el futuro bueno podría estar mas cerca: "Quiero que mi vida cambie, un futuro bueno y poder ayudar a mi familia".
Como Ayub, muchos niños llegan a España solos, escondidos en camiones, de polizones o arriesgando sus vidas en pateras. Sufren múltiples penalidades tratando de encontrar una vida digna que les permita dejar atrás la miseria, la falta de oportunidades o la violencia.