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Belén, poco que celebrar en Navidad

  • La ciudad vive un segundo año de crisis en estas fechas, sin turistas ni peregrinos
  • El 80% de los habitantes de la ciudad vive del turismo

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La pandemia vacía de turistas la ciudad de Belén

Shukri Batarseh ve pasar la vida desde la entrada de su tienda de regalos en la céntrica calle del Pesebre de Belén. Este palestino, que ronda los 80 años, es memoria viva de una ciudad que, además de ser considerada la cuna del cristianismo, ha sufrido innumerables guerras y crisis.

El viejo Shukri, sin embargo, reconoce que este nuevo enemigo invisible y traicionero –refiriéndose al coronavirus- le está poniendo contras las cuerdas.  Llegó a tener tres tiendas en las que trabajaban más de 40 personas; atestadas de turistas y peregrinos casi siempre.

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Hoy sólo mantiene el pequeño local en el que nos atiende. Tiene tiempo de sobra porque no hay clientes y eso que la tienda está situada estratégicamente entre la estación de autobuses y la cuesta que desemboca en la iglesia de la Natividad, el lugar donde nació Jesús, según la tradición cristiana. “Nosotros sólo trabajamos si hay turistas internacionales y desde hace casi dos años no llegan”, se lamenta mientras desempolva algunos de los cientos de belenes tallados en madera de olivo, el regalo más tradicional; el más vendido antes de que comenzara la pandemia.

El paro llegó a alcanzar el 40%

Belén es de las ciudades palestinas más castigadas por el coronavirus tanto en términos pandémicos como económicos. Rodeada por muros levantados por Israel, su economía siempre ha dependido del turismo, el sector más golpeado en estos casi dos años. Hasta entonces, el 80% de sus 30.000 habitantes vivían directa o indirectamente del turismo: hoteles, restaurantes, artesanos, fábricas, guías turísticos…

“Llegamos a alcanzar el 40% de paro. Ahora está en el 25 porque muchos trabajadores se han buscado la vida en otros sectores”, asegura el alcalde Anton Salman. La mayoría se han ido a la construcción, a Israel, donde siempre hay trabajo aunque sea mal remunerado.

Decenas de hoteles cerraron hace tiempo, como el histórico y centenario Jacir Palace, otros han alquilado parte de sus instalaciones para otros negocios o mantienen abiertas algunas plantas. La palabra que más repiten los afectados es “supervivencia”.

Sin ayudas económicas directas, pero con restricciones constantes

“No hemos recibido ninguna ayuda económica. Llevo sin trabajar mucho tiempo y sobrevivo gracias a mi familia”, critica Abood, que hasta 2019 era guía turístico. Desde el ministerio de Turismo de la Autoridad Palestina explican que solo han podido ofrecerles exenciones fiscales porque no tienen fondos debido a la crisis y al cerco israelí de la ciudad, que condiciona sus vidas y su economía.

Desde el inicio de la pandemia, Israel ha sido de los países con restricciones más drásticas. Pronto cerró sus fronteras y el turismo se hundió. Reabrió unas semanas durante el pasado mes de noviembre, pero con la aparición de la variante ómicron las ha vuelto a cerrar.

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“Teníamos esperanzas de que esta Navidad fuera mejor que la de 2020, el principio de la recuperación, pero ya sabemos que no será así”, se resigna Shukri. A falta de turistas y peregrinos internacionales, su esperanza son algunos israelíes o palestinos de otras ciudades de Cisjordania. Pero siendo la mayoría de ellos, judíos o musulmanes, poco o ningún interés tienen en adquirir nacimientos o belenes. “Esperemos que esto se acabe pronto porque no sabemos cuánto tiempo más podemos estar así”, añade Shukri. “Sin turistas ni peregrinos, Belén no es lo mismo”.